Es de este modo en que el concepto de IO ha sido construido como una metáfora fenomenológica, o como una construcción social que objetivamente existe en esencia y, por lo mismo perdura, como una propiedad de las organizaciones como actores sociales, o un conjunto de entendimientos compartidos (Humphreys y Brown, 2002a, b).
Autorreferencial e intersubjetiva
La IO esencialmente consiste “en un significado de autorreferencia [...] acerca de los intentos de la entidad por definirse a sí misma” (Corley et al. , 2006, p. 87). Este tipo de significados son siempre contextualizados e inherentemente comparativos, y pueden ser tácitos o explícitos, se puedan dar por sentado o ser conscientemente trabajados (Clarke, Brown y Hope Hailey, 2009; Thornborrow y Brown, 2009). Este proceso de autorreferenciación no es otra cosa que la forma en que una organización esta comúnmente representada (Sillince y Brown, 2009).
Para algunos autores, la IO es un fenómeno intersubjetivo (Clegg, Rhodes, y Kornberger, 2007) que reside en la percepción e interpretación de sus miembros o grupos de interés (Hatch y Schultz, 2002); para Ravasi y Schultz (2006) esta es definida a partir de esquemas interpretativos que los miembros de la organización construyen colectivamente con el fin de proporcionar un sentido a su experiencia.
Múltiples identidades
La identidad se encuentra compartida por todos los miembros de la organización. Es por eso que se va a desarrollar y se va a manifestar por medio de múltiples capas o dimensiones en las definiciones de los miembros de una misma organización cuando estos definen quiénes son.
Pratt y Rafaeli (1997) investigaron cómo la vestimenta en un hospital de rehabilitación revela una multiplicidad de interpretaciones de varios subgrupos asociados a un código de vestimenta. Siguiendo a Tajfel y Turner (1979) y a Ashforth y Mael (1989), los autores definen la identidad social como las autocategorizaciones que los individuos usan para denotar su sentido de pertenencia; sin embargo, enfatizan cómo se encuentran insertas en unos supuestos culturales y valores que utilizan la autodefinición del símbolo organizacional del vestido para revelar las múltiples capas de significados inherentes a toda identidad social. Los autores (utilizando la definición de Albert y Whetten (1985) de un híbrido identitario) exponen la tensión entre el hospital local y las demás identidades profesionales que están detrás del debate por la vestimenta.
Karen Golden-Biddle y Hayagreeva Rao (1997) realizaron un estudio empírico de cómo el proceso de construcción de identidad influencia la accion organizacional (se puede comparar este estudio con el de Dutton y Dukerich (1991) y el de Pratt y Rafaeli (1997)), y nos ofrecen una descripción de la manera como la IO se ve amenazada, es reparada y preservada por las acciones organizacionales –que involucra a los altos ejecutivos y a la junta de directivos– en una organización sin fines de lucro. En esta descripción, los autores señalan la propuesta teórica de Goffman sobre la distinción entre frontstage y backstage ; de un modo similar a lo que hicieron Pratt y Rafaeli (1997), enmarcan el conflicto y las múltiples construcciones de identidad dentro de un contexto organizativo; y usan los conceptos de holográficos y de identidades híbridas (Albert y Whetten, 1985) para analizar las tensiones entre la identidad del voluntario y la identidad de familiares y amigos en una organización del tercer nivel. El caso muestra cómo el individuo y la identidad organizacional están interconectados mediante procesos identitarios.
Autores como Carter y Mueller (2002) y Foreman y Whetten (2002) han reconocido que las organizaciones pueden tener múltiples identidades. Se considera que la IO es múltiple cuando los miembros de la organización realizan dos o más afirmaciones acerca de lo que es la organización. Para Sillince y Brown (2009) esta comprensión se debe a una aproximación desde la retórica (Carter y Mueller, 2002; Collinson, 2005), en donde se analiza cómo el reconocimiento y las afirmaciones sobre la identidad pueden contribuir a los esfuerzos por explicar con más detalles el comportamiento de las organizaciones. Aunque la noción de identidad múltiple es frecuente en la literatura, la falta de consenso en cuanto a su significado compromete su utilidad como constructo teórico (Foreman y Whetten, 2002).
Para Sillince y Brown (2009), la mirada desde la retórica en la concepción de una IO múltiple tiene al menos tres implicaciones importantes para la teorización y la investigación en este campo: (1) sugiere que existe la necesidad de reconsiderar la ampliamente mencionada suposición de que las organizaciones tienden a comunicarse en forma coherente. En este sentido, se pueden presentar muchos yos en una organización; (2) asume que responde a una visión clara sobre lo que sus miembros son , son sinónimo de o deberían ser con el objetivo de promover la identificación, es decir, conducentes a promover procesos activos de integración y sentimientos de pertenencia; y (3) ofrece nuevas ideas para teorizar en este campo, en la medida en que las identidades son estables y duraderas (Albert y Whetten, 1985), dinámicas (Gioia et al ., 2000) o adaptativas (Brown y Starkey, 2000).
En ese mismo sentido, la IO está en una constante desestabilización por la producción de nuevos textos , en los cuales la identidad está sujeta a una reconstrucción continua, donde dicha reconstrucción puede ser muy diferente en algunos casos, mientras que en otros el cambio sea casi imperceptible (Chreim, 2005; Nayak, 2008). Es conocido que los psicólogos han aceptado que las personas tiene múltiples identidades, y más recientemente también se ha afirmado que los individuos tienen un repertorio de identidades que se hacen prominentes en diversos roles y contextos. Asimismo, los individuos tenemos “múltiples conceptualizaciones acerca de quiénes somos” (Pratt y Foreman, 2000, p. 19), sobre la base de factores tales como la historia personal o la posición en la jerarquía de la organización (Corley, 2004).
Cambio
La literatura ha contribuido a enmarañar la comprensión de la IO, emergiendo los conceptos de cambio y pluralidad como posibles fuentes de tensión, en lugar de acercarse a ella como algo estático e inmutable. La identidad se conceptualiza como fluida y maleable (Kreiner, Hollensensbe y Sheep, 2006b), impermanente y fragmentaria (Bendle, 2003), múltiple y contextual (Alvesson, 2000). Las identidades se construyen continuamente y son reconstruidas al negociarse constantemente a través de procesos de identificación y diferenciación.
Las identidades emergen de la interacción y de la negociación, y comparten procesos de sentido, interpretaciones que ocurren y están contextualizadas e infuenciadas por el entorno, de manera tal que las interacciones entre los miembros externos y los miembros internos de la organización contribuyen a la formación de identidades (Gioia et al. , 2000). Esto evita considerar la IO como algo estático o esencial, y permite aproximarse a ella a través de performances . Esta idea extiende la teorización de la identidad como un proceso dialéctico de ser-siendo y de llegar a ser (Tsoukas y Chia, 2002; Clegg, Kornberger y Rhodes, 2005), lo que quiere decir que en vez de ser algo ontológicamente seguro, surge del proceso de organización de la entidad misma; en otras palabras, está en constante cambio. Las identidades no son estáticas u existen objetivamente, sino que se construyen discursivamente en forma fluida y constante (Brown y Humphreys, 2006).
Dialogal y relacional
La identidad tiene un carácter esencialmente relacional (Ybema et al. , 2009). Pueden surgir de las articulaciones de las similitudes y las diferencias, lo que implica la separación discursiva del yo y el otro , apareciendo una parte intrínseca del proceso en la cual se llega a comprender lo que uno es , a partir de las nociones acerca de lo que no se es y, por extensión, quiénes son , y quiénes no son los demás. Como argumenta Jenkins (2004), “la construcción social de la identidad es una cuestión de establecer y significar las relaciones de similud y diferencia” (p. 5), más que imponer límites aparentemente arbitrarios para crear y definir la alteridad.
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