No podía subir a su habitación, le dijo la chica cuando llegaron al hospital, mientras mordisqueaba un mechón de su pelo lacio. Tenía la cara hinchada y enrojecida, y su maquillaje cubría una retahíla de granos subterráneos. Él le dijo que no pasaba nada, que no le importaba, y se estuvieron allí de pie un rato, con las manos cogidas torpemente, y ella le dijo que bueno, que no pasaba nada, que podían subir si no le importaba agacharse al pasar por delante de la oficina del portero de noche para que no lo viera por la ventanilla. No podían llevar chicos a las habitaciones. Él preguntó por su compañera de cuarto y ella se encogió de hombros, pero no dijo nada, así que entraron por la puerta principal y él se agachó al pasar por delante del portero, que no puso pegas. Avanzaban en silencio, atravesando los pasillos con paso lo más sigiloso posible, y él le apretaba la mano mientras torcían a la izquierda y luego otra vez a la izquierda, y subían por lúgubres escaleras de asfixiante olor a enfermedad y fenol. Había tantas escaleras, tantos pasillos, que Madden estaba convencido de que jamás lograría encontrar el camino de vuelta, y se permitió confiar en el sentido de la orientación de la chica.
– Aquí es -dijo ella, y se detuvo en un oscuro túnel a cuyos lados se abrían salas de hospital-. Quítate los zapatos. Están todas durmiendo.
Al final del pasillo se detuvo otra vez y abrió la puerta de su habitación sin encender la luz.
– No veo nada -dijo él, y ella le dio un manotazo en el hombro; luego empezó a desabrocharle los pantalones y a sacarle la camisa. Madden se sentía avasallado, pero no opuso resistencia. Se dejó empujar a una cama, a oscuras.
– Métete dentro -susurró ella, y eso hizo él. Ella se metió en la cama, a su lado, y empezaron a forcejear, y él notaba la boca de ella sobre la suya y el olor a alcohol rancio de su aliento. Sus pechos parecían al tacto helados y flácidos, no como Madden se los había imaginado. Ella hizo ruidos con la glotis al respirar cuando él metió la mano bajo su falda y tiró de sus medias de nailon mientras el vago recuerdo de las raciones de carne de su infancia desbarataba su concentración. Esperaba que lo invadiera el miedo, pero estaba tranquilo y sosegado cuando las medias salieron de debajo de la chica y palpó su bajo vientre y su pubis mientras ella acariciaba su bragueta y tiraba de ella como animando a levantarse a su pene, del que al fin (para moderado alivio de Madden) se apoderó la rigidez. Un momento triunfal, literalmente. La chica retorcía la lengua dentro de su boca y lo colocó suavemente sobre ella.
Después, Madden recordaría que había intentado metérsela, pero no encontraba el punto de entrada exacto, y al final, tras varios intentos fallidos, había tenido que guiarlo ella. Cuando por fin la penetró, la chica dejó escapar un gemido sofocado, cortado de nuevo por una oclusión glotal, y solo las dos manos que había posado sobre sus caderas recordaron a Madden que la faena no había acabado aún. Esperaba a medias (suponía) quedarse allí penando hasta que ella diera a luz, pero sin duda eso habría sido más rápido.
– Raciones de carne -dijo sin pensar.
– ¿Qué?
– Nada. Shh.
– Has dicho «raciones de carne» -dijo ella.
– No, qué va. No he dicho nada. -La penetró hasta el fondo, confiando en que ella se distrajera, presa de una excitación irrefrenable. O presa del dolor, al menos.
– Ay. Ten cuidado.
– Perdona.
– ¿Qué has dicho?
– Ya te lo he dicho. Nada. Cállate.
– Has dicho raciones de carne. ¡Crees que soy solo un trozo de carne!
– He dicho «dulce Kathleen». ¡Estaba pensando en la canción!
Ella pareció contentarse con eso y Madden volvió a acometerla con renovado entusiasmo. Era el modo más rápido de salir de aquel atolladero, el camino de la mínima resistencia, por así decirlo.
– No te corras dentro -dijo ella-, por favor.
Pero él acometía con fuerza y aquellos segundos ocupaban un espacio que era el mismo espacio en el que estaba sucediendo principalmente una sensación de euforia en el así llamado bloqueo de rama la palidez variaba a menudo hasta un grado nunca visto básicamente una enfermedad una situación estresante un punto de coagulación un magnetismo sanguíneo que colmaba una palidez por lo demás flácida en el órgano una irradiación sobre el brazo izquierdo semejante sobre todo a la angina de pecho pero nunca podía descartarse por completo una cosa dado que a) lleva a b) no necesariamente demuestra que b) se siga de a) la exclusión mutua es enteramente posible incluso probable y al final la inflamación gérmenes creciendo en el corazón, ¿en qué ventrículo?, ¿en alguno?, y se decía que podían usarse corazones de cerdo medio-hombre puerco entero oing oing eso no podía tratarse con antibióticos, no, no era probable con el corazón de panceta posiblemente incluso un aumento de la tensión nerviosa los «y si» se agolpaban ahora bien los «y si» a) conduce a b) debe inevitablemente dar como resultado c) aunque el paciente pueda estar incapacitado desde luego lo estaría con el corazón de cerdo y el rabo caracoleando al final como un sacacorchos la pica del cerdo necesitaría sin duda cirugía el miedo a, no, el pavor a defectos en el septo el crecimiento de las manitas de cerdo una anormalidad inexistente una aurícula lleva a otra, pero desde una aurícula no necesariamente se llega a otros mecanismos congénitos del corazón la pica del cerdo mecánico simplemente una bomba y después la asfixia creciente sencillamente la hinchazón jadeante de los tobillos los dedos de los pies rajados las pezuñas hendidas insuficiencias de oxigenación que conducían a, que conducían a, que llevaban a la tetralogía de Fallot luego una cría azul no una cría rosa y ahí estaba oxigenación insuficiente un estado grave una operación, sí, una operación o la azulada cianosis y en el otro extremo ese rabo rizado oing oing esas pezuñas este cerdito fue al mercado este cerdito se quedó en casa este cerdito comió asado comerían cualquier cosa, ¿no?, comerían cualquier cosa nada de prestar atención al colesterol aunque prefirieran con mucho las bellotas desde luego ejemplos nulos de canibalismo o incluso nefritis apoplejía fibrosis de los tejidos uremia hipertensión mayormente un desorden psicosomático, sí, excepto en cerdos asociado a la supresión de emociones al control excesivo de las emociones al miedo automático a las emociones al oeste de Escocia una dolencia escocesa miedo a que todo salga a la luz a que todo aflore burbujeando a la superficie dicen excepto a los picha-cerdo bestias extremadamente expresivos es poco probable ser riguroso en extremo el hombre con la válvula de puerco que bombea la pica del cerdo por supuesto esto es solo una especulación puesto que a) las emociones desbordadas conducen a b) un descenso en la presión sanguínea y sin embargo b) un descenso en la presión sanguínea no necesariamente se sigue de a) unas emociones desbordadas a menos que se trate de un cerdo muy sensible…
… difícil entender por qué tanto alboroto con los cerdos porque si eran animales decentes por qué no dejarlos hibernar dentro del tórax los órganos podían revertirse fibras nerviosas simpáticas podían aliviar la presión el espasmo así como las drogas, había muchas drogas el alcohol la principal entre ellas aunque había también pongamos por caso compuestos de Rauwolfia y Veratrum compuestos iónicos de metano para clarificar la pica del cerdo y otros sinsentidos transvacilcodex narcicalcina eritrometalermia por nombrar solo tres aunque cabe la posibilidad de que el órgano los rechace posiblemente y en tal caso la dosis recomendada habría de ser alterada reducida incrementada 1) dependiendo del cerdo y ulteriormente 2) si se estaba usando alguna alternativa no en el sentido de la llamada nueva era, sino alternativa en el sentido de problemas emocionales, emocionales en el sentido de tratamientos irritantes tomados por cortesía por contingencia así como parte de una dieta de control calórico no una sustancia controlada como en una sustancia controlada per se sino para tener la sustancia bajo control es decir para no afectar o efectuar cambios o estímulos antinaturales con las bellotas debería bastar por el amor de Dios para no devorar o de lo contrario inducir impulsos contradictorios o en el peor de los casos una subida de inestabilidades desconocidas el corazón que actúa ¿con un aire desinhibido y minucioso?, ¿desempeñando una función?, acorde en armonía con los demás órganos proteínas mitocondrias cada una operando conforme a su propensión natural sin anestesia de ninguna extremidad ninguna parte inhibida nada peor, lejos de ello, ciertamente no en el caso de los cerdos no hay ejemplos documentados de magnetismo animal con éxito Mesmer lo denominó fuerza odílica o estado inducido en cerdos en absoluto sospechosos si es que respondían a menos que se desarrollara algún tipo de vínculo emocional surgieron en efecto algunos animales propensos no cerdos aunque sí a) un hombre con cerebro humano y corazón de cerdo y b) un cerdo con cerebro humano o c) cualquier otra variación de tiempo para otra pequeña libación el alcohol siempre ha sido la droga predilecta excepto para cerdos animales tan dulces inteligentes afectuosos deliciosos aficionados además a las manzanas otra cosa en común no solo los órganos sino también los gustos, los apetitos, apetitos prohibidos, ¿era posible que un cerdo paladeara con una lengua humana injertada?, un irritante podría actuar como órgano independiente eran de color rosa, pero ¿de cerdo?, la vida entera de parloteo, venga hablar, sin dar nunca al huésped un momento de paz la pobre criatura trotando por ahí, ¿esa de ahí es mi manzana?, entre meneo y meneo la pica del cerdo por supuesto había otro órgano que podía intercambiarse la redundante pica que nunca había usado con nadie salvo esta vez, ¿cómo se llama la chica?, Kathleen, por supuesto, era Kathleen, se estaba ahogando, se estaba asfixiando, la rigidez que palpitaba y ah ah yo te llevaré a casa Kathleen…
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