Francisco Pavón - El reinado de witiza

Здесь есть возможность читать онлайн «Francisco Pavón - El reinado de witiza» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El reinado de witiza: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El reinado de witiza»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El argumento arranca de un misterioso hecho acaecido en el cementerio municipal de Tomelloso. Antonio "El Faraón", popular comerciante de vinos del pueblo, había abierto recientemente un nicho de su propiedad para que se aireara de cara a la inminente toma de posesión del mismo por parte de su señora suegra (todo un detalle de amor filial y de afición a la limpieza, sin duda). Pues bien, un día el susodicho nicho amanece tabicado. El Faraón acude a denunciar ante los municipales el tan extraño como vergonzoso atentado contra su patrimonio. Desplazados al lugar el Jefe de la Policía, su ayudante oficioso y el médico forense se ordena al encargado del camposanto romper la pared para comprobar qué sorpresa aguarda dentro. Y en el hueco -tampoco voy a engañar a nadie- aparece lo que cabe esperar que aparezca al abrir un nicho: un cajón con su correspondiente muerto incorporado. Empieza entonces en Tomelloso el llamado "reinado de Witiza" en recuerdo de aquella frase con la que los manuales escolares de la época comenzaban a evocar la figura de aquel monarca visigodo: "Oscuro y tormentoso se presentaba el reinado de Witiza…" Pues oscura, muy oscura y bastante tormentosa se presenta también para Plinio la investigación sobre la identidad de un cadáver anónimo, sobre la causa de su muerte y sobre sus posibles asesinos y, especialmente, sobre las razones que llevaron a darle sepultura de aquella forma.

El reinado de witiza — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El reinado de witiza», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Las vidas escritas y parladas; los hechos tristes y risueños; los amores de carnes tiernas y jugosas; los cánticos, sudores, explotaciones, espigas y uvas; partos húmedos y mortajas secas; reatas de muías nuevas y de aquellas otras históricas que al sol se calcinan… todo se lo entripa esta máquina silenciosa y suave al parecer, esta gran despectiva que es la naturaleza.

Las trías que dejaron los coches de los muertos y los carros municipales, el más grande crimen y la más entrañable biografía, bastan unos días para que el campo los arrugue en el panteón infinito de sus aires azules.

Sólo en los pueblos, donde hay casas, iglesias y muebles y fuentes, columnas y humilladeros, la vida de los hombres se muestra más remisa al borrador. Se engancha en cortinas y veletas, en nichos escritos, en callejones con tabernas, y permanece más.

En los pueblos, las vidas pretéritas duran. Las casas tardan mucho en ser derribadas. En los muros traseros de las iglesias los hombres hacen aguas durante siglos y el cementerio tiene osarios tenaces. Entre tabiques y campanas la vida humana se hospeda mejor. Y el tiempo tarda más en hacer su agosto. Pasan primaveras y amaneceres sobre las torres y todo cambia muy despacio. Las sotanas de los curas muertos siguen en los arcones, el sable de la guerra de Cuba todavía duerme en el camaranchón, y el vino añejo bosteza en las pipas. La madre, de cuando en cuando, mira las ropillas de su niño muerto y baraja los retratos color sepia de los abuelos barbudos…

El coche entró en terreno más quebrado: curvas, cuestas, monte bajo de encinas canosas y carrizales vecinos. De vez en vez, manchas sanguinolentas donde se da el conejo albar, la perdiz color laurel y la rata chillona.

Cruzaron la aldea de Ruidera. Remolques y camiones con mieses. Hombres en mangas de camisa, niños morenos y gritones, el borrón vertical de un cura sobre las cales, culos mañaneros de chicas en pantalones, y, en seguida, el agua verde-ojo de las Lagunas.

A la izquierda de la carretera, piedras vivas, tierras rojas, chalets nuevos y bloques de apartamentos rompían la naturaleza con su asonante geometría.

A la derecha de la ruta, aguas quietas, matriz del Guadiana. Aguas anchísimas que ni corren ni ondean. Ni mar ni río. Aguas que se sangran por el pie y conservan la cabeza lúcida. Los ríos cantan y la mar marea, pero el agua de laguna es melancolía. Sólo para mirarse la cara en sus espejos, ver marcharse la tarde paso a paso y recibir el amanecer en su bandeja. Las tardes junto a las lagunas son de añoranza… Tal vez las aguas no se hicieron para estar quietas, como ojos cansados.

Una tras otra: la del Rey, la Colgada, la Tinajilla…

Los bordes pardisuaves del monte enano que tapiza los oteros se copian en el agua verde. Un breve pinar. Fábricas de la luz, romero y tomillo a la par del camino. Un leve pescador blanco en la otra orilla. Don Quijote vio las lagunas con las linternas de sus ojos encendidas. "Regato, monte, pradera". Espejos de La Mancha. A la caída de la tarde parecen charcos de sangre parada. Por la mañana, de ámbar. Alguna vez, un viento leve, les pinta rizos, cosquillas de las aguas. Y, en seguida, quedan tersas. Por ellas viejas andanzas moriscas, Cervantes con su rumiar escéptico y consolador. Carlistas y liberales. Aquí cazó Prim. De vez en cuando un pintor, un poeta, cazadores y hombres con cañas, batanes. Luego fábricas de la luz, ahora chalets y hoteles. Es igual, ellas espejan siempre así.

Cruzaron Ossa de Montiel y toda un largo camino hasta dar con la finca, cuya casa estaba cercada por un pinar muy tupido y antiguo.

– Yo no sé por qué a esta casa la llamaron "Mira- lagos" – dijo don Lotario – pues desde aquí, salvo que yo esté ciego, no se columbra lago alguno.

– Caprichos, digo yo.

La casa desentonaba de las que suelen verse por aquellos contornos. Pórtico de columnas blancas, ventanales alargados en el primer piso, balcones en el segundo, tejado muy pino de pizarra, con mansardas y amplia escalera de balaustrada hasta la puerta principal. Se llegaba por un largo camino que rompía el pinar, y antes de topar con la fachada se abría en un jardín bajo, muy francés, con fuentecillas, cenadores y mármoles mitológicos.

Luego de bajarse del "Seat" quedaron mirando el edificio.

– Desde que era chico no he venido aquí.

– Yo nunca – respondió Plinio -. Parece una de esas casas de campo que salen en las películas americanas.

– Algo así. De la Guerra de Secesión, de Abraham Lincoln y ésos.

– Desde el accidente famoso, aquí han venido contadas personas.

– Y tan contadas. Era raro para estas tierras el tal don Ignacio – confirmó Plinio.

– Es que, de verdad de verdad, no era de estas tierras.

En Tomelloso nunca hubo escudos ni nobleza. Pueblo nuevo, vivió en perpetua democracia agrícola. "Aquí – solía decir Plinio – no hay cáscaras. El que no ha arao es que aró su padre. Y desde luego de abuelo candorro nadie se libra." Las más empinadas familias tomelloseras se criaron junto al sarmiento y la rastrojera. Nadie podía sacar pergaminos de la gaveta. Los reyes jamás se acordaron de aquel pueblo de pardillos, primero ganadero, luego vinatero y por fin alcoholero, que todo se lo hizo a golpe de azadón y madrugones. Apartado de las vías maestras de comunicación, vivió descuidado de políticas y tormentas. Rumiando a solas su mendrugo y haciéndose su labor sin levantar la frente de la besana. Nadie fue nunca más que nadie ni menos que el otro. Se consiguió un pueblo razonable, almacén de alcohol de los jereces, con su propia minerva y fatiga. Ni los ricos eran grandes, ni abundaban los pobres de solemnidad. Los nobles y órdenes militares que tenían predios y señoríos en su término, poco a poco fueron vendiendo picajos de tierra a los tercos tomelloseros, hasta que sus nombres y administradores desaparecieron de aquellos mapas.

Don Ignacio de la Cámara Martínez fue el último y tardío descendiente de los latifundistas fronteros que conservaron tierras e inmuebles en Tomelloso y su término. Sus antepasados, vascongados y con casa solar en Campo de Criptana, durante siglos señorearon en grandes extensiones de la Mancha oriental, que generación tras generación fueron enajenando. En los tiempos de la madre de don Ignacio – el padre murió muy joven – les quedaba en Tomelloso una casa grande en el centro, una bodega en las afueras y partidas de viña muy razonables, que antes fueron monte, en la provincia de Albacete, donde a principios de siglo alzaron la casa llamada "Miralagos".

La madre de don Ignacio alguno que otro año venía al pueblo en el tiempo de ferias y vendimias. Era una señora espigada y grave, de corte muy vasco, que vestía de oscuro y se apoyaba en un bastón negro. Solía acompañarla en aquellos viajes a "Miralagos" y a Tomelloso su hijo Ignacio. Eran gente tan distinta de lo común del pueblo, que en sus breves estancias tenían trato con muy pocas personas.

Don Ignacio – que de "don" le llamaban todos desde adolescente – era un verdadero señorito. Había estudiado largos años en Londres. Por su vestimenta, costumbres y buen físico se le miraba con especial respeto. Verdad es que él solía mostrarse muy corriente y campechano, pero en seguida se echaba de ver que pertenecía a otra clase y a otro mundo. Los señoritos del pueblo, sus amigos, se hacían lenguas de su conversación y modales. Junto a él se les notaba forzados y disminuidos. Sus trajes, automóviles, equipo para montar a caballo y sus alhajas; las bebidas que servían en su casa, los libros que leía y los periódicos que le llegaban de Inglaterra lo hacían un ser diferente.

Apenas concluida la vendimia, madre e hijo marchaban a Madrid o a Bilbao.

El año 1925 fue clave, trágicamente clave para la biografía de don Ignacio. Su madre murió en Bilbao en el mes de enero. Y él, a los pocos días, casó en Londres con Elizabeth, una chica inglesa que fue su novia desde sus tiempos de estudiante.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El reinado de witiza»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El reinado de witiza» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El reinado de witiza»

Обсуждение, отзывы о книге «El reinado de witiza» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x