Francisco Ledesma - Historia de Dios en una esquina
Здесь есть возможность читать онлайн «Francisco Ledesma - Historia de Dios en una esquina» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Historia de Dios en una esquina
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Historia de Dios en una esquina: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Historia de Dios en una esquina»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Historia de Dios en una esquina — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Historia de Dios en una esquina», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– ¿Y pagaron?
– No, claro que no. Eso nunca. -Y Méndez añadió rencorosamente-: En cuanto les eche el ojo encima sí que los detengo, a esos cabrones.
Pero ya estaban entrando en el despacho del, por lo visto, importante señor Besteiro. Una de las secretarias, la que debía de llevar la ropa interior más fina -Méndez sospechaba bajo la falda un liguero suntuoso y unas bragas solemnes, difíciles de quitar, con un águila imperial bordada en la parte anterior-, acababa de abrir la puerta. Besteiro resultó ser un hombre bajo, grueso y de expresión entre inteligente y astuta, según la imagen del banquero del Desarrollo que Alfonso Escámez y Pablo Garnica lanzaron a la historia. Tendió la mano a Méndez, en un gesto temerario para su salud, y le invitó a sentarse.
– ¿Fuma?
– Sólo farias gallegas y filipinos pata de elefante. -Lo siento. No tengo, señor Méndez. -No me atrevía a pedirle un Montecristo.
– Pues esos son precisamente los que tengo. Tome. El Estado paga.
Méndez encendió el cigarro, sintiéndose progresivamente mejor y más centrado. Aspiró el humo y entonces vio entre las volutas los ojos entre astutos e inteligentes de Besteiro -más astutos que inteligentes- que le miraban con fijeza. Bajó el Montecristo y musitó:
– ¿Qué?
– A usted lo han traído en comisión de servicio a Madrid para que haga unas investigaciones previas en el Hotel Palace. Confieso que, después de haber leído su expediente, siento una gran sorpresa ante esa elección.
– Yo también, señor Besteiro. Con franqueza, querían que durante un tiempo no estuviese rodando por Barcelona.
– ¿Algún muerto?
– Sí.
Besteiro no manifestó la menor sorpresa. Todo lo que hizo fue cambiar la mirada de sitio.
– Pediré aclaraciones sobre eso, Méndez, aunque a efectos puramente informativos, sin que se altere su misión. Y si a efectos informativos quiere saber algo más sobre mí, entérese de que tengo un alto cargo en el Banco de Crédito Industrial, pero en realidad no soy más que un policía. Eso sí, un policía de altura, acostumbrado a comer en Zalacaín o en La Trainera y a alojarse si hace falta en el Hotel Villamagna. Mi trabajo se centra en delitos económicos de altura, para lo cual necesito este cargo y esta posición.
Méndez se encogió de hombros.
– ¿Y por qué no, si el Estado paga?
– Paga.
– Bien. ¿Qué quiere de mí?
– En primer lugar, conocerle personalmente. El resultado de este conocimiento es, digamos, desconcertante. Tiene usted una habitación amueblada en la calle Nueva, de Barcelona, limpia y decente, dice el informe. Sin chinches, pienso yo, porque allí las chinches morirían de una blenorragia. Lo más curioso es que todo eso se nota mirándole, perdone, de modo que no le acabo de situar a usted en el Hotel Palace. Pero, en fin, si le han enviado es porque deben pensar que sirve usted para la misión. Ya le han informado, sin duda, de que tratan de matar a un hombre.
– Sí, al señor Gandaria.
– ¿Lo ha visto llegar?
– Hace poco.
– ¿Cree que está bien protegido?
– Sí.
– ¿Algún cliente le ha parecido sospechoso?
– No.
Besteiro suspiró con un cansancio de buen tono, es decir ese cansancio que uno empieza ya a sentir, ante la estupidez de los demás, hacia las once de la mañana.
Expulsó una bocanada de humo y explicó:
– Usted ya sabe que Gandaria es un rico industrial. Sus orígenes están en el norte, en Bilbao, en el barrio de Neguri. Come en Arzak, en Josetxu o en La Nicolasa. Muchas veces se desplaza de ciudad sólo para eso. Únicamente bebe Cune Imperial, aunque confieso que a mí el Cune Imperial no me gusta, y si me dan a elegir prefiero un Vega Sicilia, desde luego, o hasta un Viña Ardanza de buena cosecha, que los hay como para remediar males de obispo. En fin, que Gandaria es un hombre muy rico y que no hace nada por ocultar su riqueza. En plan de orgía informativa le diré también, Méndez, que es aficionado a las coristas, pero éstas de poca añada.
– Difícil empresa -aseguró Méndez-. Las coristas de hoy día suelen pertenecer al Siglo de Oro español.
– Bien, con todo ello comprenderá que ETA le haya pedido el impuesto revolucionario.
– También lo hace Hacienda -dijo Méndez-, pero cambiando el nombre.
– No es lo mismo.
– Ya.
– Gandaria no ha pagado nunca -dijo Besteiro acariciando en el aire una voluta de humo-, y además hace alarde de ello, por lo cual está amenazado de muerte, y yo creo que se ha convertido en un objetivo preferente de ETA. Naturalmente, por la importancia social de Gandaria y por su gallardía, hemos de procurar que no le ocurra nada. Que ETA no pueda con él. Gandaria se ha convertido en un símbolo de la resistencia al terrorismo, y no conviene que los símbolos caigan. Son lo único que puede hacer grandes a las gentes pequeñas. Por eso, ¿sabe?, la patria está llena de pedestales. Sólo falta poner las estatuas.
– Es usted un cínico -dijo Méndez.
– ¿Qué le hace pensar eso?
– Su forma de hablar.
– Sí. Soy un cínico.
– Como yo -dijo Méndez.
– Lo daba por descontado.
– Le felicito.
– Ser cínico me ha ayudado a llegar lejos -musitó Besteiro, con un cierto tono de nostalgia en la voz-. Eso y cumplir siempre con mi deber, crea o no crea en él. Y es lo que estoy haciendo en el caso Gandaria.
– ¿Cree que podrían matarlo en Madrid?
– ¡Qué cosas tiene! ¡Claro que sí!
– ¿Piensa que lo han seguido?
– No sólo eso, sino que tenemos indicios de que un profesional ha sido contratado para hacer el trabajo aunque sea en el mismísimo Hotel Palace. Ya sabe usted que ahora ETA, ante la falta de idealistas que además no sean detectables para nuestros hombres, contrata, paga y da armas a una inmensa, a una baja, a una repelente chorizada. Algunos trabajos los han hecho chicos de diecinueve años a los que daban un millón y una pipa, o chicas de COU a las que han dado una metralleta, un condón y un támpax. Pero en el caso de Gandaria tenemos noticias de que no han seguido ese método. El contratado es un auténtico, un verdadero y valioso profesional.
– ¿No saben nada más?
– Si supiéramos algo más no haría falta montar tanta vigilancia, Méndez.
– Entonces a Gandaria pueden matarle en cualquier momento…
– ¿Usted qué coño creía?
– ¿Y por qué no le han pedido que evite venir a Madrid?
– Pues porque él necesita venir a Madrid para sus negocios. Y bien mirado, porque aquí corre menos peligro que en el País Vasco. En el País Vasco no necesitan ni contratar a un especialista. Podría matarlo la portera. Y hay todavía una última razón: no le vengas a Gandaria con consejos porque te envía a la mierda.
Méndez sonrió débilmente.
– Me gusta ese tío -dijo.
– Bueno, yo tampoco tengo nada contra él.
– De todos modos, pienso que podían haberle aconsejado que se hospedase en un hotel menos llamativo.
– Todos los hoteles de lujo de Madrid son llamativos, Méndez. O es llamativo Gandaria, lo mismo da. Cámbielo usted de alojamiento y lo localizarán en diez minutos, de modo que en ese sentido poco importa lo que se haga.
– Entiendo.
– Pues si entiende, empápese de su misión. Debe captar cualquier anormalidad, debe descubrir a ese profesional antes de que sea demasiado tarde. Para eso lo han traído a Madrid, donde supongo que se encuentra a gusto.
Méndez carraspeó.
– Todo lo contrario. En el restaurante del hotel sólo me sirven vinos de consagrar y aguas embotelladas por San Luis Gonzaga. No he tenido éxito en mis peticiones de vinos comarcales y aguas procedentes de los lavaderos públicos, que son las que forjan, como usted sabe, un pueblo sufrido y fiel hasta la muerte. A las horas de las comidas me traen aves que tienen en el pico un piramidón, para demostrar su santidad y su limpieza, y soufflés hechos con extracto de hipofosfitos Salud. El aire de mi habitación está acondicionado, lo cuidan, lo santifican y lo mezclan con suspiros de monja. Cambian las toallas cada vez que me rasco un dedo. Este ambiente artificial acabará conmigo. No sobreviviré.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Historia de Dios en una esquina»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Historia de Dios en una esquina» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Historia de Dios en una esquina» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.