Justo Navarro - Finalmusik

Здесь есть возможность читать онлайн «Justo Navarro - Finalmusik» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Finalmusik: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Finalmusik»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Seguimos al narrador de esta espléndida novela durante su última semana en Italia antes de regresar a su Granada natal y reencontrarse con su padre. Se despide de algunos de los personajes que han configurado su experiencia italiana: la limpiadora Francesca, con quien el último mes ha mantenido una aventura; el marido de ésta, Fulvio, ex boxeador; monseñor Wolff-Wapowski, polaco-alemán, encargado de la casa papalina en la que el narrador se aloja; Stefania Rossi-Quarantotti, profesora boloñesa de semiótica y antigua maestra y amiga, traumatizada por la relación que mantiene su marido con una chiquilla romana; el marido de la profesora, Franco Mazotti, prestigioso e íntegro economista de un gobierno corrupto, temeroso de que salga a la luz esa relación; o Carlo Trenti, el exitoso escritor de la novela cuya traducción el narrador está a punto de terminar a la vez que su estancia en Roma. De momento el narrador deberá regresar a Granada y cortar por fin el cordón umbilical que le une a su padre viudo. La consagración definitiva de uno de los escritores españoles más imprescindibles.

Finalmusik — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Finalmusik», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ante la cancela, del mismo color que las persianas, pulso el timbre marcado con el apellido Galetti y el apellido se ilumina. Nadie responde. Pulso otra vez el timbre y oigo un ruido de persiana, efecto de mi imaginación y mi aprensión, porque miro hacia arriba y nadie parece vigilarme. No se puede abrir hoy la puerta a cualquiera. Preparaos para un Baño de Sangre, avisan las Brigadas Islámicas y los periódicos. Yo mismo he sido vigilado y protegido en el aeropuerto, entre otros muchos inocentes en peligro, como yo, inocentes y sospechosos, capaces de los mayores daños bajo las apariencias más inocuas, y he visto confiscar limas y tijeras de manicura y sacacorchos mientras perros antiterrorismo entrenados en Langley, Virginia, en el cuartel general de la CIA, olían suelas de zapato en busca de posible explosivo plástico. Entonces se abre la cancela del edificio de nueve plantas bajo el puente de Stalingrado, la casa del nuevo superventas millonario. Hay un silencio de gran villa, hojas secas y ramas secas frotándose entre sí y el motor de un coche lejano por una carretera lejana, sobre el puente de via Stalingrado, hacia el viale Berti-Pichat.

Crucé la verja y la puerta electrónica volvió a cerrarse, ya me veía escalando los barrotes para salir, sin nadie que me abriera a la salida, como nadie me abriría el apartamento de Trenti, o Galetti, Federico Galetti, porque Trenti es un nombre de guerra literario y Federico Galetti andaría por las playas del Adriático, en Ravenna, Rimini, Cattolica o Pesaro, o en Riccione, adonde Mussolini mandaba a su mujer y sus hijos todos los veraneos. Los domingos cogía el coche, iba a verlos y les llevaba pasteles. Allí estaría el gran escritor con su mujer. Trenti es un hombre familiar, humilde, de una humildad insultante, indiferente, altanera, y un metro noventa centímetros de estatura. Son distinguidas sus facciones, anglosajonas, rubiescas. Es una especie de Lord Jim, aquel que también tenía otro nombre, aunque su más ferviente deseo fuera que ese nombre nadie lo pronunciara jamás. No se parece Trenti al marino Jim, sino al actor que lo interpretó en el cine, Peter O'Toole de Italia, longilíneo, de aspecto vulnerable cuando se ensimisma, o así lo recuerdo en el ascensor que me lleva a su apartamento. Sólo lo he visto una vez en mi vida, en mayo de 2004, antes de la directa amenaza islámica de las Brigadas Abu Hafs al Masri. Entonces, la primera vez, Trenti fue un hombre acogedor, pero con prisa, impaciente. Miraba y miraba el reloj, aunque, muy educado, miraba mi reloj, no el suyo, el reloj de mi padre, para ser más preciso, regalo de mi padre, regalo de compromiso de mi madre a mi padre en 1968, fecha grabada en el dorso del reloj, fecha fija mientras el reloj se mueve automáticamente. Federico mira mi reloj para ver cuánto tiempo lleva el traductor haciendo preguntas absurdas. ¿Por qué Rusia es el escenario de su novela de crímenes? Podría decir que por emulación, Rusia y la guerra están en muchas novelas, los escritores son muy imitativos, evidentemente, plagiarios. Fíjese usted en dos escritores tan distintos como Maiakovski y Pavese, los dos se matan por una actriz que no los quiere en su cama, y Pavese copia en su mensaje final de suicida las últimas palabras de Maiakovski. Hasta esto se imita. La tradición es importante. Pero Rusia es mi escenario por Rusia, por la nieve, por la guerra, la nieve es una cosa simple, un misterio simple. Y en la guerra no hay ley. ¿Me entiende usted? Hay miedo, terror, la ley es abolida o no vale. Hay muertos en la guerra. Un giallo, un noir, vive de los muertos. ¿Dice usted que en una novela policiaca, de crímenes, la muerte es lo inesperado en un mundo que precisamente se vuelve interesante porque lo inesperado ocurre, el asesinato, lo excepcional, mientras que en una guerra la muerte es lo normal, lo más previsible? Bueno, ya hablaremos de ese asunto, la guerra. ¿Por qué los muertos? ¿Por qué Rusia? Esa es la clase de pregunta que no sé contestar, que no se contesta, la respuesta me parece evidente. Me han hecho preguntas que me han avergonzado de mi ignorancia. Haga usted su trabajo, traduzca la novela y hablaremos otra vez, dijo Trenti.

Tres meses después, traducidas 903 páginas, sin saber aún cómo traducir el título de la trilogía, Gialla Neve , tan fácil de traducir, Amarilla Nieve , sin saber exactamente si quería volver a ver a Trenti y deseando que nadie me recibiera en su apartamento, subí nueve plantas en un ascensor del que vi salir a una mujer de treinta años, alta, resplandeciente y vestida de lila, floral, hubiera dicho Carlo Trenti. Llamé a la puerta de Trenti. El escritor es un hombre preocupado por el reloj y por las puertas. Mira continuamente a la puerta, cerciorándose de que está bien cerrada o esperando que alguien se presente, como si estuviéramos reunidos en secreto, escondidos. Recuerdo la camisa muy blanca de Trenti, sin corbata, el tamaño de Trenti, los largos brazos y las largas manos y la manera de levantar las cejas, el pelo fino, claro, rizado, del agente de seguros, tres novelas, medio millón de libros vendidos en un año en Italia, traducido simultáneamente a catorce lenguas, gran lanzamiento mundial en la primavera de 2005, una película. Después de escribir la primera novela pensé que podía escribir otra, y la escribí, uno se mueve sin saber bien lo que pasa, qué va a pasar, es lo único claro, dijo Trenti.

Llamé al timbre en el edificio silencioso y sabía que Trenti no me iba a abrir. Pero la visita al escritor traducido da siempre cierta pátina a la obra del traductor, y yo había cumplido mi deber, dos veces, en mayo y agosto, al principio y al final, acercándome a la casa boloñesa del novelista, aunque en agosto no llegara a verlo. Lamentablemente Trenti no estaba, veraneaba con la familia en Riccione, como Mussolini, le diré al editor, y el editor se emocionará, me imaginará paseando por una playa adriática con Mussolini y con Trenti. Entonces la puerta se abrió, sin pisadas, de pronto, y vi a un hombre largo, con el torso desnudo, las piernas desnudas, pantalones cortos de color carne, de explorador, descalzos los pies inmensos. Fue como si viera a Trenti por primera vez en mi vida. Lo que recordaba de Trenti fue encajando en aquella especie de explorador de África, no un cronista de las heladas guerras rusas, sino un testigo presencial de la conquista de Etiopía por Italia en la Segunda Guerra Etiópica. La campaña en tierras áridas lo ha endurecido, y, enflaquecido y quemado por el sol, tiene un aspecto sediento, desnortado, y mira de arriba abajo al intruso que irrumpe en la batalla. ¿Quién es usted?, dice, aunque no dice una palabra. No reconoce el escritor a su traductor para España y América, el hombre que lo hace hablar en español, su boca española por decirlo así, no se reconoce a sí mismo. Tras extraordinarias experiencias nos miramos al espejo y nos vemos absolutamente extraños. Es lo natural después de salir de una experiencia extraordinaria, aunque sólo sea soñada, la voladura de la aduana de Shangai, siete minutos de sueño bastan para viajar a Shangai, volar la aduana y matar al gobernador. Trenti, a quien probablemente acabo de despertar, me mira con incredulidad absoluta: qué hace este individuo en Shangai. ¿Viene a detenerme por la voladura de la aduana?

No es esto lo que me pregunta. ¿No trae usted el televisor?, dice.

Bebemos agua con gas y hay un olor especial a casa deshabitada durante el largo veraneo, aunque parece durarme el olor a piscina de la mujer que salió del ascensor. El escritor está en su casa boloñesa por casualidad. Es verdaderamente fruto del azar que nos hayamos encontrado. Federico Galetti, Trenti, estaba citado a las cuatro de la tarde con el reparador de televisores, que debe devolverle un aparato averiado, no para esta casa, sino para la casa de Ferrara, parva sed mihi, dice el escritor, no un apartamento, una verdadera casa, poca casa, pero mía, nuestra. Somos de Ferrara, mi mujer y yo, a pocos kilómetros de Bolonia, en tren. Hemos pasado toda la vida lejos de casa, lo que no sé si es una ventaja o un inconveniente. Esto me han dado las novelas, una casa en Ferrara, es decir, la separación de mi mujer, que ahora vive allí. Se ha ido, y esta separación es un signo de felicidad y prosperidad, evidentemente. Perdóneme que no lo haya reconocido, estaba buscando en su cara la cara del reparador de televisores y no la encontraba, y me he desorientado, dice Trenti, como cuando uno vuelve a una calle y una casa que conocía y no encuentra la casa. Pero usted no ha cambiado mucho desde que lo conocí, y ya ha pasado tiempo, tres meses, el tiempo de encontrar y comprar una casa en Ferrara, donde no vivía desde hace treinta y cinco años. Mi mujer y yo vivimos en casas distintas por primera vez desde hace treinta y tres años, es decir, por primera vez desde que vivimos juntos, cosa que ya no hacemos, ahora que estamos más unidos que nunca y somos más felices que nunca, si esto se puede decir alguna vez.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Finalmusik»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Finalmusik» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Jessica Hart
Justo Navarro - F.
Justo Navarro
Justo Navarro - Hermana muerte
Justo Navarro
Mariano Navarro - Juan Genovés
Mariano Navarro
Justo Félix Olivari Tenreiro - Astrología genealógica
Justo Félix Olivari Tenreiro
Justo Gonzalez - Jesucristo es el Señor
Justo Gonzalez
Отзывы о книге «Finalmusik»

Обсуждение, отзывы о книге «Finalmusik» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x