Carmen Gaite - Los parentescos

Здесь есть возможность читать онлайн «Carmen Gaite - Los parentescos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los parentescos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los parentescos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Baltasar, un niño que atravesará varias edades a lo largo de la novela, trata de hacerse un hueco, su propio hueco en la casa familiar, allí donde conviven su madre, sus tres medio hermanos, su padre cuando aparece, la criada Fuencisla que busca con desesperación una vida propia y, en el piso de arriba adonde se llega a través de una puerta disimulada por un tapiz, los abuelos de sus hermanos. Baltasar, Baltita, guardará silencio hasta los cuatro años.

Los parentescos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los parentescos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

XVII. EL TRIUNFO DE MISTER HYDE

Hay frases -y eso pasa igual en el cine- que se quedan sobresaliendo como montañitas coronadas de luna. Y cuando vuelves la cabeza, intentando recuperar la ruta de un viaje que fue complicado, son las primeras que vienen a tu encuentro, breves pero totales.

Y tirando de ellas sale todo lo otro: lo que vino antes y lo que faltaba por venir. Se ordena, lo entiendes. Pues yo, cuando repaso -queriendo o sin querer- las etapas de aquel trece de mayo, no es mi despertar con aleteo lo que se sobrepone, ni el retrato de Enrique IV ni mi encuentro con Nieves. He llegado, por donde sea, da igual, a un despacho con mirador y vigilo inquieto a mi amigo Isidoro, que se ha tapado la cara con un brazo. Y de pronto se inclina hacia mí y me dice, a cara descubierta, con voz reconcentrada:

– Es que eran dos, ¿entiendes?

Y yo me sobrecogí, lo mismo que ahora al recordarlo, porque inmediatamente supe que lo entendía.

Y es porque se me vino a la cabeza, como un rayo, aquel cuento que me contó Fuencisla de la señora que hilaba tiempo en un cuarto escondido en casa de mi abuela Baltasara, y que a ratos se convertía en ella y se parecían. Lo había escuchado como un cuento, como algo que no puede ser verdad. Pero ahora me daba más miedo. Si el padre de Isidoro eran dos, también podía existir, metida en un cuarto secreto, la señora que hilaba tiempo.

De todos los libros que nos rodean pueden saltarnos a la cara historias que se nos pegan a la piel capaces de convertirse en verdad. Para mí el padre duplicado de Isidoro era más bien personaje de libro, pero como aquél fue su despacho, igual estaba escondido detrás de algún mueble oyéndonos, escuchando su propia historia. Porque la muerte pudo llevarse sólo a uno de los dos. ¿Y cuál de los dos habría quedado? A mí el malo me daba más pena.

– ¿Se parecían? -pregunté.

– Al principio sí. Luego cada vez menos. ¿Ves esa trampilla en el suelo?

Miré. Cerca de la chimenea, siguiendo la indicación de su dedo, había efectivamente una trampilla en el parquet con una argolla y un pasador.

– Pues cuando se convertía en el otro -continuó Isidoro- subía por una escalera vertical, corría el pasador de la trampilla y atrancaba la puerta del despacho. Le daba la ventolera de un instante a otro; podía dejar a un cliente con la palabra en la boca, sin decirle siquiera «Ahora vuelvo»; era cuando le entraban «las ganas de vomitar», que es como llamaba él a la inspiración. Lo he leído en sus cuadernos. Se ponía a beber y a empezar novelas, una detrás de otra, de ninguna han quedado más de dos o tres folios. Hay varias situadas en países polares o en la estepa. Horas y horas aquí metido, sin comer ni lavarse. Hasta noches enteras. Una vez mi madre se puso a aporrear la puerta llamándolo, porque le dan ataques histéricos. «¡Sal, Jacinto, sal o me muero!» Y él salió con un abrecartas muy afilado y se lo clavó en la cara. Cuando se ponía así, había que quitarse de en medio, su aliado era el vodka. Pero mamá nunca reconoció que él le había hecho esa cicatriz en la cara, ni cosas más graves reconoce. Y ahora todavía tiene peor arreglo, lo de mi madre, digo, porque se empeña en que sólo existió el otro, el que entró a trabajar con veinte años en la librería del tío Luis. Ella le sacaba diez años. Se volvió loca por él, nada más verlo, pero loca de libro. Y eso que ya entonces, según dicen, era un rato raro.

– Yo creí que en la vida real eso de ser dos en uno no pasaba.

Isidoro sonrió con tristeza.

– Ya. Creías que sólo pasaba en la novela de Stevenson. Veo que ya la has leído. Pues un diez, porque es la tira de difícil. Yo sólo le he metido el diente después de morir papá. Me la tenía prohibida. Y ahora lo entiendo, claro.

Le miré con sorpresa.

– No sé de qué me estás hablando. ¿Quién es Stevenson?

Isidoro se levantó y se acercó a la fila de retratos que había detrás de la mesa. Yo le seguí. Me señaló uno.

– Ése, el del bigote. Ése es Stevenson. Bueno, era, porque ya no vive.

Lo miré atentamente. Estaba reclinado en un sofá.

– Se parece a tu padre -dije.

– Sí. Él también lo decía con mucho orgullo. ¿Pero es que tú a mi padre lo has conocido?

– No. Pero supongo que será ese de la foto de boda. Antes estuve fisgando la mesa.

Isidoro tomó la fotografía entre sus manos y la contempló como si nunca la hubiera visto. Suspiró, la metió en un cajón y fue a sentarse al escalón del mirador con los brazos apoyados sobre las rodillas. Yo seguí mirando uno por uno a los compañeros de Stevenson. A algunos como Baudelaire, Oscar Wilde o Kafka los he reconocido en otros libros, pasados los años.

– Es un timo la vida -dijo Isidoro-. Yo no me pienso casar. ¿Tú?

– No lo he pensado.

– ¿Tus padres qué tal se llevan?

– Unas veces mejor que otras. Yo no los entiendo. Pero, por lo menos, no se pegan… Oye, ¿todas estas fotos son de escritores?

– Sí, para él eran sus hermanos, decía que la mayor parte no habían sido comprendidos por la sociedad que los rodeaba, o por su familia. Creo que hay también algún músico.

– ¿Y la mujer?

– Virginia Woolf. Mi padre la tiene ahí porque se suicidó, y eso a él le parecía el no va más. Se tiró al río, creo.

Se le notaba cansado y yo sabía que tenía que irme. Pero me quedaba una pregunta fundamental.

– Oye, ¿el libro de Stevenson es aquel que me dijiste la última vez que te vi?

– Sí. El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, se llama.

– ¿Por qué no me lo quisiste contar?

– Era muy largo y además pensé que te iba a asustar. Tenía demasiado reciente lo de mi padre, me había prohibido leerlo y le desobedecí enseguida, en cuanto lo enterramos. Es todo tan horrible, Balti.

Me acerqué a él y me senté a su lado en el escalón del mirador.

– No quiero ponerte triste, pero, por favor, hazme un resumen, aunque sea por encima. No vuelvas a decirme que «otro día». No podría dormir, no me hagas esa faena.

Isidoro se quedó pensativo.

– Por encima resulta difícil, porque la primera parte la cuentan un abogado y un médico amigos de Jekyll, la confesión de él no viene hasta la última parte. Y te haces un poco de lío.

– ¿Pero de qué trata? ¿Jekyll quién era?

– Era un médico muy conocido y respetable a tope, aunque raro, un poco brujo. Su especialidad eran bebedizos para aliviar el dolor de la gente. Tenía un laboratorio con todas las ventanas cerradas y muchas probetas, le gustaba poco que la gente entrara allí. Se comunicaba por un patio con su casa en plan lujo, mayordomo y eso; recibía visitas allí, les daba jerez, y todos «Jekyll, mi estimado amigo», o «¡Qué alegría verte, Henry», porque se llamaba Henry. El laboratorio, en cambio, era refugio secreto, y en él nació Hyde, como cuando una mujer tiene un hijo clandestino.

– Clandestino no sé lo que es.

– Pues a escondidas, que no quieres que nadie se entere. Por eso se llama Hyde, que en inglés significa esconder. Y nace porque un día le entra a Jekyll la tentación de probar él una de las pócimas que hace, por cosa de la ciencia, para experimentar. Pero lo malo es que se aficiona. Ve cocer y hacer burbujas el líquido en la probeta, mira el humo que despide. Y tiene miedo. Conoce el riesgo. Pero lo bebe. Y al principio, lo típico, náuseas, mareo, le duelen los huesos, ve doble, un poco como pasa con el primer pitillo, ¿sabes?

– No he fumado nunca. Pero sigue.

– Luego se siente ligero, con el alma joven y capaz de hacer cualquier cosa, de probar una vida nueva. Pero se asusta porque de repente nota que ha perdido tamaño. No tiene espejo en el laboratorio y atraviesa corriendo el patio, como escondiéndose, llega a su dormitorio y se mira. Y dice en la novela: «Fue la primera vez que me vi cara a cara con Edward Hyde.» O sea que le pone nombre nada más adivinarla a esa deformación de su ser por donde se asoman diablos ocultos. Y se da cuenta enseguida de que necesita esconder a ese otro que a veces puede nacerle por dentro, alguien a quien ninguno de sus amigos aceptaría. Depende de su voluntad. De momento se puede convertir en el de antes cuando quiere, basta con una contrapócima para que desaparezca mister Hyde. Pero la tentación de crearlo y asistir a la transformación se va haciendo mayor con el tiempo, y no puede o no quiere resistir a ella. Va a más, aumenta la dosis, el tal Hyde toma un aspecto cada vez más siniestro, tiene garras peludas, y no sabe cómo quitárselo de encima.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los parentescos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los parentescos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los parentescos»

Обсуждение, отзывы о книге «Los parentescos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x