Yasmina Khadra - La parte del muerto

Здесь есть возможность читать онлайн «Yasmina Khadra - La parte del muerto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La parte del muerto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La parte del muerto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un peligroso asesino en serie es liberado por una negligencia de la Administración. Un joven policía disputa los amores de una mujer a un poderoso y temido miembro de la nomenklatura argelina. Cuando este último sufre un atentado, todas las pruebas apuntan a un crimen pasional fallido. Pero no siempre lo que resulta evidente tiene que ver con la realidad. Para rescatar de las mazmorras del régimen a su joven teniente, el comisario Llob emprende una investigación del caso con la oposición de sus superiores.

La parte del muerto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La parte del muerto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No me gusta nada el tono de tus palabras, Brahim. Espero que sólo se trate de una escapada.

– Es algo más que una deserción, pero ahora no estoy para contártelo. Tengo que saber dónde se ha metido estas noches pasadas. ¿No se te ocurre nada? A veces venía por aquí para echar unas copas.

– Sólo cuando estaba tieso. Ya no le queda crédito aquí. Desde que he empezado a darle la bulla por la pasta que me debe, ni aparece. Pero sé de un tugurio donde recala de cuando en cuando. Allí el vino está menos adulterado que el mío, y las fulanas son legales, no como aquí.

Serdj saca su cuadernillo para tomar nota.

– ¿Está lejos?

– A una decena de calles de aquí, frente a la antigua fábrica de gaseosa. Primero cogéis por la izquierda y, a la salida de la rotonda, seguís por la antigua avenida. Cuando lleguéis delante de la fábrica, tomad a la derecha. La calle se llama Hermanos Murad.

El callejón sin salida Hermanos Murad se parece a su historia, una auténtica pocilga. Tiene una calzada ancha, cubierta con adoquines seculares, unas aceras altas y las fachadas agrietadas. Sus casuchas datan de la era otomana, achaparradas y sombrías bajo unos tejados ruinosos. El bar se encuentra en un ángulo cerrado, escudado tras un cartel desvaído donde, con algún esfuerzo, se puede descifrar El gato negro. En tiempos del reinado del dey, era un hammam *donde los dignatarios turcos iban a soltar grasa. Tras la invasión de julio de 1830, los soldados franceses, envalentonados por su conquista, lo convirtieron en burdel de campaña. Tuvo una larga carrera como casa de citas, con sus grandes orgías, crímenes pasionales y buenos sifilazos antes de que el FLN lo cerrara a tiro limpio, durante la batalla de Argel. Así se mantuvo hasta el final de los años sesenta, cuando lo arrendó una vieja prostituta. Tras una serie de asesinatos, lo volvieron a cerrar. Hoy en día es un tugurio clandestino, tan siniestro como la pinta de su clientela, con un mostrador que más parece una trinchera y tenebrosos rincones.

Como cierra de día, espero la noche para darme una vuelta por allí. Serdj viene conmigo, por motivos de seguridad. Porque eso de meterse solo de noche en un callejón sin salida no puede sino dar a los borrachos contumaces un montón de ideas escabrosas.

El cachas que custodia la entrada tiene una cara de cabreo permanente. Al menor lapsus, seguro que se le dispara el puño. Mi placa de madero no le impresiona lo más mínimo. Se aparta con desgana para dejarnos pasar.

Serdj no puede disimular su malestar. El lugar le repugna profundamente. Una decena de individuos andan desperdigados por la sala, algunos en compañía de fulanas y otros dándole palique a sus propias alucinaciones. Un anciano vestido con mono de trabajo se ríe mientras juguetea con sus manos. Al vernos entrar, abre su boca desdentada y nos señala con el dedo. En la barra, un negro gigantesco inclinado sobre su vaso, con unos hombros como murallas.

El barman pasa el trapo a su alrededor, con un palote de regaliz entre los dientes.

– Aquí no se fía -dice al ver mi placa.

– Me viene bien, lo que quiero es enmendarme.

Serdj interviene para evitar que se arme antes de tiempo:

– Un colega nuestro, el teniente Lino, suele venir por aquí. Queremos saber si ha venido a copear estos últimos días.

El barman cuelga por ahí su trapo y, como si no existiésemos, se va a charlar con un cliente a la otra punta del mostrador. Serdj le sigue, tranquilo y cortés:

– Es grande, moreno, más bien guapo, y viste muy a la moda.

El barman sigue charlando con su cliente. Su descaro me subleva. Cuando regresa en busca de una botella, lo agarro por el cuello y lo atraigo hacia mí.

– Estamos hablando contigo, maricón.

Mi embestida no le inmuta; me mira fijamente con desprecio y dice:

– Tío, que apenas quedan planchas en el país.

– ¿Y qué?

– Que tus sucias manazas están arrugando el cuello de mi mejor camisa.

Comprendo por su mirada que no podré sacarle nada. Le empujo hacia sus estanterías. En ese momento, el negro gigantón menea su carcasa y se me enfrenta peligrosamente.

– ¿Tú de qué vas, idiota?

– Déjalo, Musa -le dice el barman-. Es un polizonte de mierda.

Pero Musa, cada vez más encima:

– ¿Un polizonte de mierda? ¿Pero dónde coño estoy, en comisaría?

– Estás en tu casa -le señala el viejo mellado-, en El gato negro. Es el polizonte de mierda el que no lo está.

Musa me domina desde sus hechuras de ogro. Su nauseabundo aliento se me viene encima hasta casi asfixiarme.

– ¡Aquí no pintas nada, tú, asqueroso madero! ¿Acaso estamos haciendo pintadas sobre nuestra hartura en los muros de la república? ¿Acaso nos estamos manifestando por las calles, o haciendo una huelga de hambre, o despotricando contra el sistema corrupto que nos gobierna?

– Sólo estamos tomándonos una copa -añade el viejo-. No molestamos a nadie.

– ¿Entonces por qué viene a darnos por culo este polizonte de mierda? ¿Por qué no nos deja tomar una copa en paz?

– Déjalo, Musa -dice el barman sin insistir demasiado.

Musa se tambalea. Tiende el brazo hacia la puerta:

– ¡Aire!

Me agarra con el otro brazo por el cuello de la chaqueta y se dispone a catapultarme por la sala. Entonces giro en seco, desequilibrándolo un poco, doy un paso atrás y le meto con todas mis ganas una patada en la entrepierna. Mi técnica pilla de sorpresa al coloso de ébano, cuyos ojos saltones se le desencajan al tiempo que se cubre las partes con las manos y cae de rodillas, con un dolor que le desfigura la cara:

– Este hijoputa me ha reventado los huevos -gime.

– Lo siento -contesto-, creí que los tenías de bronce.

Seguimos buscando por varios bares sin conseguir nada. Hacia la medianoche, Serdj se rinde.

– No damos pie con bola, comisario. Será mejor que busquemos por otra parte. Sin Lino no vamos a parar de dar vueltas en vano.

– ¿Qué propones?

– Tiene usted a alguien en el Observatorio. Podría echarnos una mano.

– ¿Te refieres al comisario Dine?

– ¿Por qué no?

El comisario Dine se ha quitado de en medio. Aún no ha regresado, me repite su secretaria con voz monocorde. Está en el trabajo, me dice su esposa. O sea, que intenta escaquearse. Pero yo no soy de los que sueltan la presa así como así. Conozco a mi hombre, tiene sus costumbres y por ahí es por donde lo pienso pillar. Dine le da a la botella. Por las noches, antes de volver a casa, se mete en el Lotus y se toma dos o tres cervezas. Le pillo en la barra lamiendo la espuma de su brebaje. No le hace gracia descubrirme detrás de su hombro.

– ¿Te persigue el diablo o qué?

– Así es el trabajo, Brahim. Mi secretaria me ha pasado tus mensajes.

– Podías haberme llamado.

– No me he atrevido.

Recoge su vaso y me lleva a un rincón discreto del fondo de la sala.

– ¿Por qué no te has atrevido?

– No nos andemos por las ramas. En estos momentos, nadie está localizable. Nadie quiere saber nada. Si quieres mi opinión, deja que las cosas sigan su curso. Sé hasta qué punto te importa Lino, pero en este caso no da la talla. Tampoco la dan los que pretenden demostrar lo contrario. Éste es un asunto muy chungo. El hecho de que no haya por donde cogerlo da a entender que, de una manera o de otra, se encontrará uno con un nido de víboras. Metes el dedo y pierdes el brazo. Somos viejos amigos, las hemos pasado moradas, hemos tocado fondo juntos y nos hemos llevado algunas satisfacciones. Esta vez no es lo mismo. Se trata de Hach Thobane, y eso no es moco de pavo.

– No es Dios.

– Dios es clemente y misericordioso, Brahim. Hach Thobane jamás perdona una.

Le miro directamente a los ojos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La parte del muerto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La parte del muerto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La parte del muerto»

Обсуждение, отзывы о книге «La parte del muerto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x