Joanne Harris - Chocolat
Здесь есть возможность читать онлайн «Joanne Harris - Chocolat» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Chocolat
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Chocolat: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Chocolat»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Chocolat — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Chocolat», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Georges interpone una débil protesta:
– ¿No crees que deberíamos abstenernos, Caro? Me refiero a que tendríamos que dejarlo en manos del doctor, ¿sabes?
Joline, con su tono altanero y frío, también mete cucharada:
– Me gustaría saber qué hacía él en su casa, dicho sea de paso…
Y Reynaud, con voz apenas audible:
– Hubiera debido avisarme a mí…
Observo que Roux se pone tenso antes de que entraran en la habitación y que echa una mirada rápida a su alrededor, como si buscara una salida. Pero, aunque la hubiera habido, ya era tarde. Las que han entrado primero han sido Caroline y Joline, con sus inmaculados chignons, sus conjuntos y sus pañuelos Hermès y, pisándoles los talones, Clairmont -traje oscuro y corbata, vestimenta insólita para moverse en el almacén, ¿o quizá su mujer lo ha obligado a cambiarse para la ocasión?-, el médico y el cura, como en una escena de melodrama, todos inmóviles en la puerta y con rostros que reflejaban una mezcla de sobresalto, frialdad, culpabilidad, desdén, indignación… Roux los contempla a todos con su mirada de insolencia, una mano vendada, el cabello húmedo caído sobre los ojos, en tanto que yo me quedo junto a la puerta, con mi falda de color naranja salpicada de barro tras la carrera a través de Les Marauds y Armande, pálida pero centrada, se mece tranquilamente en su vieja mecedora y lo observa todo con un brillo de malicia en los ojos, mostrando un dedo retorcido en un gesto muy de bruja…
– ¡Vaya, ya han llegado los buitres! -su voz suena peligrosamente afable-. No han tardado mucho, la verdad sea dicha -dirige una mirada severa a Reynaud, de pie detrás del grupo-. Te figurabas que por fin te saldrías con la tuya, ¿no es eso? -continúa con voz áspera-. ¿Que me soltarías un par de bendiciones rápidas aprovechando que yo no estaba compos mentis? -suelta una risita ahogada-. Lo siento, Francis, pero todavía no estoy en condiciones de recibir los últimos auxilios.
Reynaud puso cara de pocos amigos.
– Eso parece -dice, lanzando una rápida mirada en dirección a mí-. Ha sido una suerte que mademoiselle Rocher fuera tan… competente… en el uso de las jeringuillas.
Es evidente el desdén que dejan traslucir sus palabras.
Caroline estaba muy tiesa y su cara era como una máscara sonriente con la que quisiera esconder el dolor.
– Maman, chérie, ya ves lo que pasa cuando dejamos que te arregles tú sola. Entonces vas y nos pegas estos sustos.
Armande la mira con cara de fastidio.
– Hacernos perder el tiempo de esta manera, sacar a la gente de sus casas… -Lariflete ha saltado sobre sus rodillas mientras Caro soltaba el discurso y Armande se ha puesto a acariciar al gato con aire ausente-. Supongo que ahora comprenderás por qué…
– ¿Por qué estaría mejor en Le Mortoir? -Armande remata la frase con voz monocorde-. De veras, Caro, ¡siempre estás con la misma canción! No te cansas. Eres clavadita a tu padre, te lo aseguro. Estúpida, pero persistente. Era una de sus características más cautivadoras.
Caro adopta un aire petulante.
– No es Le Mortoir sino Les Mimosas y si te dignaras ir a hacer una visita…
– Entonces vería que pueden darme el alimento a través de un tubo, que podrían acompañarme al retrete para que no me cayera por el camino…
– No digas cosas absurdas.
Armande se echa a reír.
– Querida hija, a mi edad tengo derecho a hacer lo que me plazca. Hasta a hacer locuras si se tercia. Soy lo bastante vieja para arrumbar con todo.
– Te comportas como una niña pequeña -la voz de Caro suena con acento malhumorado-. Les Mimosas es una residencia estupenda y para gente muy selecta. Tendrías oportunidad de hablar con gente de tu edad, de hacer excursiones, de que te lo resolvieran todo…
– Sí, una maravilla -prosigue Armande mientras continúa meciéndose perezosamente.
Caro se vuelve hacia el médico, que sigue de pie a su lado, cohibido y sin saber qué hacer. Es un hombre delgado y nervioso y no se encuentra precisamente a sus anchas en esta casa, parece un hombre tímido en una orgía.
– Simon, ¡díselo!
– Bueno, la verdad es que no creo ser la persona apropiada para…
– Simon está de acuerdo conmigo -corta Caro empeñada en remachar el clavo-. Dadas las circunstancias y la edad que tienes, es un hecho que no puedes continuar viviendo de esta manera. En el momento más impensado podrías…
– Sí, madame Voizin -la voz de Joline rebosa afecto y sentido común-. Tendría que pensar un poco en lo que le aconseja Caro… comprendo que, como es natural, usted no quiera perder su independencia, pero es por su bien.
La mirada de Armande ha sido rápida, centelleante y abrasiva. Se ha quedado mirando fijamente a Joline unos minutos en silencio mientras ésta se refrenaba, seguidamente volvía los ojos para el otro lado y finalmente se quedaba como un pimiento.
– Quiero que os vayáis ahora mismo -dice Armande, aunque sin levantar la voz-. Y me estoy refiriendo a todos.
– Pero maman…
– Todos -repite Armande con voz tajante-. Pienso conceder dos minutos en privado al matasanos aquí presente… parece que tengo que refrescarle el juramento hipocrático que hizo un día, monsieur Cussonnet. Y cuando haya terminado con él, espero que los buitres restantes hayáis ahuecado el ala.
Trata de ponerse de pie apoyándose en la silla y se incorpora con dificultad. La cojo del brazo para sostenerla y me dirige una sonrisa burlona y malévola.
– Gracias, Vianne -me dice con voz amable-. Y también a usted… -se lo dice a Roux, que sigue de pie en el otro extremo de la habitación, taciturno e indiferente-. Cuando haya terminado con el médico quiero hablar con usted. No se vaya.
– ¿Conmigo? -Roux parece inquieto y Caro lo ha observado con mal disimulado desprecio.
– Creo que en un momento como éste tiene que ser tu familia, maman, la que…
– Si te necesito, sé dónde encontrarte -le espeta Armande, desabrida-. De momento tengo que tomar ciertas medidas.
Caro mira a Roux.
– ¿Sí? -la contrariedad ha hecho que la sílaba sonase sibilante-. ¿Medidas? -mira a Roux de pies a cabeza, lo que hace que éste vacile ligeramente.
Ha sido un reflejo parecido al de Joséphine, un envaramiento y un ligero encogimiento de hombros, al tiempo que hundía las manos en los bolsillos como tratando de encogerse. Por algo es un escrutinio que pone de relieve todos sus defectos. Por espacio de un segundo se ha visto tal como lo ve ella: un hombre sucio y tosco. Con gesto malévolo, Roux ha empezado a actual tal como ella lo juzga y le ha soltado:
– ¿Se puede saber por qué coño me mira de esa manera?
Caro ha tenido un sobresalto y retrocede unos pasos ante la sonrisa de Armande.
– Ya nos veremos -dijo la anciana-. Y muchas gracias.
Caro me sigue con visible contrariedad. Aprisionada entre la curiosidad y la resistencia a hablarme, ha optado por mostrarse animada y condescendiente. Le expuse los hechos escuetos sin añadir ni quitar nada. Reynaud me escuchó, inexpresivo como una de las efigies de su iglesia. Georges optó por la diplomacia, me ha sonreído sumiso y ha soltado unas cuantas trivialidades.
No se ofrecieron a llevarme en coche a casa.
28
Sábado, 15 de marzo
Esta mañana he visitado de nuevo a Armande Voizin. Pero, una vez más, se ha negado a recibirme. Me ha abierto la puerta el pelirrojo que le hace de perro guardián, que ha gruñido unas palabras en su tosco patois con el hombro apoyado en la jamba de la puerta a modo de trinchera para impedirme la entrada. Me informó de que Armande se encuentra muy bien y de que, así que haya descansado un poco, estará totalmente recuperada. También me ha dicho que su nieto estaba con ella y que sus amigos la visitan todos los días. Ha pronunciado la frase con un sarcasmo que me ha obligado a morderme la lengua. No quiere que la molesten. Me irrita tener que discutir con este hombre, père, pero sé cuál es mi deber. Cualesquiera que sean las malas compañías en cuyas manos haya podido caer Armande y por muchas que sean las pullas que este hombre me dirija, tengo muy claro qué me corresponde hacer. Debo consolarla aunque rechace mi consuelo, debo guiarla. Pero ¿cómo voy a hablar del alma con este hombre? Me mira con ojos tan ausentes e indiferentes como los de un animal. Intento explicarme. Armande es una mujer mayor, le digo, una anciana testaruda. Disponemos de poco tiempo. ¿Acaso no se da cuenta? ¿Va a dejar que ponga en peligro su vida por culpa de su negligencia y de su arrogancia?
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Chocolat»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Chocolat» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Chocolat» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.