Joanne Harris - Chocolat

Здесь есть возможность читать онлайн «Joanne Harris - Chocolat» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Chocolat: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Chocolat»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El chocolate es algo más que un placer para los sentidos. Por eso para el párroco la llegada al pueblo de Vianne Rocher, una singular mujer que decide montar una chocolatería, no puede ser sino el primer paso para caer en la tentación y en el pecado. Y frente a él, la joven Vianne solo puede apelar a la alegría de vivir de las gentes.

Chocolat — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Chocolat», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Sonrió, presuntuoso.

– Es posible. El riesgo de incendio es terrible en algunas de esas casas viejas.

– ¡Oiga! -de pronto me ha aterrado la idea de que pudiera tomar mi silencio de aquella noche por complicidad-. Si pienso… si sospecho incluso… fuera del confesionario que usted está metido en una cosa así… como le ocurra algo a esa tienda…

Lo agarré por el hombro; los dedos se me hundieron en su carne pulposa. Muscat parecía apesadumbrado.

– Pero père… si ha sido usted quien ha dicho…

– ¡Yo no he dicho nada! -oí mi voz retumbar en la plaza, ¡pap, pap, pap!, por lo que he bajado el tono en seguida-. Nunca tuve intención de empujarle a usted a… -de pronto he notado que tenía la garganta agarrotada y he tenido que aclarármela-. No estamos en la Edad Media, Muscat -le dije, crispado-. Nosotros no somos quién para… interpretar… la ley de Dios a nuestra manera. Ni tampoco las leyes de nuestro país -añadí con severidad y mirándolo a los ojos. Tenía las córneas del mismo amarillo que los dientes-. ¿Está claro?

– Sí, mon père-dijo con resentimiento.

– Porque como ocurra algo, Muscat, lo que sea… una ventana rota, un pequeño incendio… lo que sea…

Le sobrepaso la cabeza en altura, soy más joven que él y estoy en mejor forma que él. Responde instintivamente a la amenaza física. Le doy un pequeño empujón que lo proyecta contra el muro de piedra que tiene a su espalda. Apenas consigo refrenar la rabia. ¡Mira que atreverse! ¡Mira que osar hacer el papel que me corresponde a mí, père! ¡Que tenga que ser ese miserable borrachín! ¡Que tenga que ser él quien me coloca en esta situación y hasta me obliga a proteger oficialmente a la mujer que es mi enemiga! Me freno a costa de hacer un gran esfuerzo.

– No se acerque a la tienda, Muscat. Si hay que hacer algo, lo haré yo. ¿Me ha entendido?

Ahora más humilde, aplacada su bravuconada, continúa:

– Sí, père.

– Deje el asunto enteramente en mis manos.

Faltan tres semanas para el festival. No me quedan más que tres semanas para encontrar la forma de contener la influencia de esa mujer. Ya prediqué contra ella en la iglesia y no sirvió para otra cosa que para cubrirme de ridículo. Tuve que oír cómo decían que el chocolate no es una cuestión moral. Hasta los mismos Clairmont ven mi obstinación como algo ligeramente anormal, ella se mofa de mí diciendo que hago excesivos aspavientos, mientras que él se ríe abiertamente en mis barbas. Vianne Rocher no me hace el menor caso. Lejos de enmendarse, hace gala de su condición de forastera, me saluda gritando y con actitud impertinente desde el otro lado de la plaza, alienta las bufonadas de personas como Armande y está siempre rodeada de niños, cuyo creciente salvajismo ella no hace más que espolear. Incluso en medio de una multitud se la puede distinguir al momento. Allí donde otros van caminando tranquilamente por la calle, ella corre. Por no hablar, además, de cómo lleva los cabellos y de sus vestidos, siempre agitados por el viento, siempre de colores llamativos, los colores de las flores silvestres, esos anaranjados y amarillos, esos topos, esos estampados florales… En la naturaleza, si entre los gorriones se mezclara un periquito aquellos no tardarían en ahuyentarlo por su plumaje llamativo. Aquí, en cambio, aceptan a esta mujer con simpatía, incluso con curiosidad. Lo que en otro sitio haría fruncir el ceño aquí, en cambio, se tolera sólo porque se trata de Vianne. Ni el mismo Clairmont es impermeable a sus encantos y en cuanto al desagrado que Vianne Rocher provoca en su mujer, se trata de una reacción que no tiene nada que ver con cuestiones de superioridad moral y sí, por contra, con una cierta envidia que favorece en muy poco a Caro. Por lo menos Vianne Rocher no es hipócrita ni se sirve de las palabras divinas para elevar su nivel social. Pero esa consideración, que indica una simpatía a la que un hombre de mi cargo no puede condescender, encierra otro peligro. Yo no puedo tener simpatías. Tan inapropiada es la simpatía como la antipatía, teniendo en cuenta mi condición. Yo estoy obligado a ser imparcial, tanto por la comunidad como por la Iglesia. Me debo a ambas por encima de todo.

26

Miércoles, 12 de marzo

Hace días que no hablamos con Muscat. He logrado convencer a Joséphine, que al principio no quería salir de La Praline, de que vaya hasta la panadería o de que cruce la plaza para acercarse a la floristería sin que yo tenga necesidad de acompañarla. Como se niega a volver al Café de la République, he tenido que prestarle algunos vestidos míos. Hoy lleva un jersey azul y un sarong a flores y tiene un aire más joven, está guapa. Es curioso el cambio que se ha operado en ella en tan pocos días, ha desaparecido de su persona aquel aire de hostilidad absurda, aquellos gestos que delataban una actitud defensiva. Parece más alta, más esbelta, ya no va permanentemente encorvada como antes ni lleva encima todas aquellas prendas superpuestas que infundían pesadez a su figura. Se encarga de la tienda mientras yo trabajo en la cocina y de momento ya le he enseñado a amasar y fundir los diferentes tipos de chocolate, así como a confeccionar los tipos más sencillos de praliné. Tiene buenas manos y es rápida. Le recuerdo, entre risas, esa habilidad que tiene con las manos, digna de un pistolero, según me demostró en ocasión de su primera visita y ella se sonroja.

– ¡Yo no te quité nada! -su indignación me conmueve por su acento de sinceridad-. Vianne, no irás a figurarte que yo…

– ¡Ni hablar, mujer!

– Tú sabes que yo…

– ¡Claro, claro!

Aunque ella y Armande apenas se conocían, han hecho muy buenas migas. La anciana viene ahora todos los días, a veces sólo para hablar, a veces para comprarse un cucurucho de trufas al albaricoque, sus favoritas. A veces viene con Guillaume, que también se ha convertido en cliente habitual. Parece que el hombre se anima con su compañía, ya que desde que murió Charly se ha vuelto más apático e indiferente con todo. Hoy también ha venido Luc y se han sentado los tres en el rincón con su tazón de chocolate y unos éclairs. Del grupito se levantaban risas y exclamaciones ocasionales.

Poco antes de cerrar ha entrado Roux. Tenía un aspecto desconfiado y cauteloso. Es la primera vez que lo he visto de cerca desde el día del incendio y me han sorprendido los cambios que se han operado en él. Está más delgado y lleva los cabellos apelmazados y echados para atrás y tiene una expresión ausente, taciturna. Lleva un vendaje sucio en una mano. En un lado de la cara todavía tiene unas marcas impresionantes que parecen quemaduras de sol.

Se ha quedado muy sorprendido al ver a Joséphine.

– ¡Perdone, creía que encontraría a Vianne! -y se da la vuelta dispuesto a irse.

– ¡No, no! Espere, por favor. Está dentro.

Joséphine se mueve con más naturalidad desde que trabaja en la tienda, pero esta vez ha hablado con torpeza, como si el aspecto del hombre la intimidara.

Roux titubea.

– Usted es la del bar -dice por fin-. Usted es…

– Joséphine Bonnet -lo corta ella-. Ahora vivo aquí.

– ¡Ah!

Al salir de la cocina he visto que Roux la observaba con unos ojos llenos de curiosidad, aunque no ha insistido con más preguntas, por lo que Joséphine ha optado por retirarse a la cocina.

– ¡Qué alegría volver a verle, Roux! -le digo con toda franqueza-. Precisamente quería pedirle un favor.

– ¿Ah, sí?

Es un hombre capaz de dar sentido a simples monosílabos. Su manera de hablar refleja una cortés desconfianza, una especie de incredulidad. Parece un gato nervioso y pronto a atacar.

– Necesito hacer unas reparaciones en la casa y no sé si usted podría…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Chocolat»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Chocolat» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Joanne Harris - Blackberry Wine
Joanne Harris
Joanne Harris - W Tańcu
Joanne Harris
Joanne Harris - Runas
Joanne Harris
Joanne Harris - Zapatos de caramelo
Joanne Harris
Joanne Harris - Jeżynowe Wino
Joanne Harris
Joanne Harris - Czekolada
Joanne Harris
Joanne Harris - Runemarks
Joanne Harris
Joanne Harris - Holy Fools
Joanne Harris
Joanne Harris - Sleep, Pale Sister
Joanne Harris
Joanne Sefton - Joanne Sefton Book 2
Joanne Sefton
Отзывы о книге «Chocolat»

Обсуждение, отзывы о книге «Chocolat» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x