Gerardo López Laguna - Dios en Sarajevo

Здесь есть возможность читать онлайн «Gerardo López Laguna - Dios en Sarajevo» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dios en Sarajevo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dios en Sarajevo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En diciembre de 1992, Gerardo López Laguna participó en una marcha de 500 personas desarmadas, que atravesaron el cerco de la ciudad sitiada de Sarajevo para llevar un mensaje de paz a las víctimas de la guerra.Unos meses después (verano del 93), Gerardo y algunos compañeros volvieron a entrar en Sarajevo para preparar la entrada de otra marcha más numerosa, que nunca llegó porque quedó retenida en Mostar. El grupo permaneció en Sarajevo conviviendo con la población de la ciudad sitiada.En medio de los disparos de mortero, los francotiradores y los bombardeos, sus armas eran la entrega, la solidaridad en el sufrimiento y el afán de servicio a los demás. Llegando incluso, como le ocurrió a Grabrielle Moreno, a dejarse la vida en su tarea.

Dios en Sarajevo — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dios en Sarajevo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los responsables de la marcha se dirigieron con los pliegos firmados hasta el puesto de control serbio. Transcurrieron más horas y no volvían. Un cierto desánimo empezó a cundir, y se organizó una nueva reunión: qué hacer si por fin se negaban a dejarnos pasar. Alguno propuso una simbólica cadena de paz que avanzara hasta ese puesto de control. Otros replicaron que la luz comenzaría pronto a declinar y que los soldados podían reaccionar violentamente ante la presencia de centenares de personas que se les acercaran por la carretera. En medio de las discusiones, llegó la noticia de que nos autorizaban a traspasar el control. Inmediatamente se pusieron en movimiento los autobuses y poco después estábamos parados en el check-point de las milicias serbias donde los vehículos fueron invadidos por soldados con kalashnikov que nos pedían el pasaporte. No era aquel un momento para reflexiones, pues había tensión, malos modos por parte de algunos militares, los autobuses rodeados de gente armada, alguno apuntando con su fusil, y, en nuestro autobús, un casi-incidente porque un muchacho navarro que se había unido a la marcha en Makarska (un marinero que se dedicaba a transportar ayuda humanitaria en su propio barco a zonas de conflicto) no tenía pasaporte, sólo un carné de identidad, lo que provocó el enfado de un soldado que hacía gestos con el documento, como si lo rompiera, indicando así que no valía nada. Al final se lo devolvió de mala manera y se dio la vuelta. Decía que en ese momento no daba tiempo para reflexionar sobre lo que veíamos allí. Más tarde, rememorando la escena, me daba cuenta de la complejidad humana manifestada en estas situaciones que parecen no tener salida: fuera del autobús veía a milicianos serbios de muchas edades, desde extremadamente jóvenes hasta verdaderos ancianos; uno de los que subió a nuestro autobús era un hombre vestido de civil con un sombrero y con un fusil colgado (¿una especie de responsable político?); los milicianos llevaban cintas en el pelo, grandes cruces bizantinas en el pecho, calaveras... una uniformidad irregular. Veía, no a soldados profesionales, sino a pueblos, como tales, en guerra cruel entre sí. Donde el otro se convierte en absolutamente otro, aunque sea un niño o una anciana. Algo que se repite en la historia y en toda la geografía del planeta. Y entonces, otra vez, la convicción de que las clasificaciones maniqueas habituales son deficientes y estrechas, que el mal es más profundo, y que. por tanto, la respuesta es algo inalcanzable a las solas fuerzas del hombre: allí veía la necesidad de la gracia, enamorante, provocativa, fuerte en la debilidad, como única respuesta no sólo para no dejarse llevar por esos dinamismos lógicos que arrastran a la muerte a pueblos enteros, sino como alternativa para luchar... Algo en lo que no parece creer casi nadie, comenzando por muchos cristianos, aquellos a quienes se les ha mostrado (incluso ontológicamente por el bautismo) cual es el camino para defender la verdad en la historia.

El autobús en el que íbamos los españoles fue el primero en que se revisaron los documentos. A partir de ese momento encabezamos la comitiva. Comenzó a anochecer y ya no había apenas luz cuando llegamos al límite que controlaba militarmente la milicia serbia. Los autobuses pararon y, conforme a las indicaciones que habíamos recibido en las reuniones, procedimos a tapar las ventanillas del vehículo con mochilas y sacos de dormir; luego nos tumbamos en el suelo y el conductor abrió las puertas para facilitar la salida en caso de ataque; los faros de los autobuses se apagaron y así, con cierta lentitud y con el sonido de algunas ráfagas y disparos aislados atravesamos tres kilómetros de tierra de nadie hasta llegar a la zona de la ciudad ya controlada por sus defensores. Los que se jugaron la vida de verdad en aquella circunstancia fueron los conductores de los autobuses... Paradojas de la condición humana y de los juegos de las emociones: mientras estábamos así, tumbados y avanzando por aquella zona de guerra, afloraban los chistes entre nosotros. Quizá mecanismos inconscientes para rebajar la tensión.

Nada más entrar en la ciudad, ya de noche, nos dirigimos al edificio de la presidencia del gobierno bosnio. Nuestro autobús era el primero y se produjo una confusión un tanto cómica: las autoridades bosnias creían que en él estaban los responsables de la marcha así como los dos obispos que nos acompañaban y unos parlamentarios italianos. Así pues subieron al autobús un ministro del gobierno bosnio, el jefe de policía de la ciudad y el presidente de una organización de Sarajevo llamada Centro Internacional para la Paz, y nos saludaron ceremonialmente. Luego se dieron cuenta de que el autobús al que querían subir no era el nuestro. Pero lo hecho, hecho estaba.

Fuimos alojados en el antiguo gimnasio central de Sarajevo, pues la idea de que fuéramos recibidos en casas particulares fue rechazada por las autoridades de la ciudad por motivos de seguridad, para evitar la dispersión y la pérdida de tiempo. Pasamos allí la noche con la advertencia de extremar el silencio y minimizar al máximo el uso de velas. Se oían algunas explosiones y disparos. Al día siguiente, como siempre muy temprano, nos levantamos y los integrantes de la marcha se dividieron en cuatro grupos, cada uno de los cuales tenía como misión el reunirse con las cuatro grandes confesiones religiosas de la ciudad: musulmanes, católicos, ortodoxos y judíos. Los cuatro grupos recibieron, cada uno de ellos, un nombre distintivo del encuentro. Respectivamente: «Omar», «María», «Sofía» y «David». En este último grupo fuimos integrados los españoles: debíamos ir a la sinagoga de la ciudad para orar junto a la comunidad judía (de origen sefardí) por la paz.

A la salida del gimnasio nos encontramos con varios corresponsales de prensa españoles y con las cámaras de Televisión Española. Más tarde esto fue motivo para otra reflexión personal: el tipo de preguntas de los periodistas, el claro y descarado escepticismo de alguno, mostraba que este tipo de iniciativas sólo puede desarrollarse en una atmósfera de caridad sobrenatural. Esa semilla de la que antes hablábamos, que puede crecer pero que, evidentemente, puede ahogarse, puede caer en piedras, puede desviarse y ensoberbecerse. Aquellos periodistas trataban el asunto como una simple curiosidad que podía llamar la atención, de un modo absolutamente transitorio, de algún lector o telespectador. Para ellos, confesado explícitamente, la guerra sólo podía ser frenada por medio de la guerra: historia vieja que tiene miles de años. Ciertamente, lo tangible, lo constatable de la iniciativa, era absolutamente inútil respecto a la marcha de la guerra; quizá algún responsable político bosnio o la gente de ese Centro Internacional para la Paz pensaban que esto podía llamar la atención —imagino que en definitiva atención militar— de la llamada comunidad internacional. Pero tal comunidad se mueve en otros parámetros. Muchos de los mismos integrantes de la marcha estaban inconscientemente atrapados en esos parámetros: pensaban que habría algún tipo de resultado palpable y casi inmediato, hablaban de esa comunidad internacional como si ahora, precisamente ahora, fuera a reaccionar, cuando eran y son ya décadas de contemplación de horrores a través de los medios de comunicación sin que las reacciones habituales se aparten del egoísmo y los cálculos despersonalizantes. Como si tal comunidad no necesitara un previo y radical cambio de principios fundamentales. La inmersión en esos parámetros también se manifestaba en ese espontáneo eurocentrismo, occidentalcentrismo, blancocentrismo o como queramos llamarlo, por el que se contemplaba esta guerra como única, y se decían cosas tales como que era un horror que la humanidad creía haber enterrado para siempre, y otras por el estilo... En aquel momento, muchos pueblos de la tierra sufrían, como ahora, el azote de la guerra y las limpiezas étnicas ante la más cruel indiferencia; y concretamente, en aquel tiempo, una gran ciudad de Angola sufría un asedio más cruel que el de Sarajevo en medio del más ofensivo y pecaminoso silencio universal...

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dios en Sarajevo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dios en Sarajevo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


María Ángeles López Romero - Mamá, ¿Dios es verde?
María Ángeles López Romero
José Gerardo Sánchez Lozano - Introducción a la Comunicación NoViolenta
José Gerardo Sánchez Lozano
Jesús María López-Davalillo y López de Torre - María, la Innovadora. La innovación aplicada a la empresa
Jesús María López-Davalillo y López de Torre
Gerardo López Laguna - Entre el barro y el fuego
Gerardo López Laguna
Víctor Gerardo Rivas López - ApareSER
Víctor Gerardo Rivas López
Manuel López Michelone - Jugando a ser Dios
Manuel López Michelone
Pura López Colomé - Pura López Colomé
Pura López Colomé
Gerardo López Laguna - Los libertadores
Gerardo López Laguna
Отзывы о книге «Dios en Sarajevo»

Обсуждение, отзывы о книге «Dios en Sarajevo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x