Para Pérez, este tipo de congregaciones constituye lo que ha llamado “iglesias desterritorializadas”, donde los códigos de la cultura de masas se incorporan fácilmente en sus prácticas litúrgicas, rompiendo así con todos los patrones establecidos en lo que llamaríamos iglesias comunitarias (Pérez 1997: 21). Otros analistas, como el español Jesús Martin Barbero, corroboran este hecho y advierten que los medios en América Latina están contribuyendo a reencantar el mundo y dar sentido a la vida de la gente en su experiencia religiosa, “proponiendo nuevos modos mediáticos para que las personas se congreguen” 20. Sea como fuere, este tipo de culto televisivo pasó a constituirse en una amenaza para las iglesias tradicionales donde el culto convencional todavía seguía siendo el vehículo para adorar a Dios, a la vez que desencadenó la carrera descontrolada por la construcción de megaiglesias, fenómeno que vemos hasta el día de hoy.
Década 1990: El culto renovado
Muy pocos dudarían de que lo que estamos viviendo ahora en América Latina es el “boom” de la alabanza. Lo que empezó con el Simposio Internacional de Adoración y Alabanza, de David Fischer 21, con la música renovada del grupo Restauración de la iglesia Verbo de Vida de Guatemala, y los cantos de Marcos Witt 22, no sólo ha cambiado la himnología evangélica, sino también la manera de conducir los cultos. Hoy ya es una norma tener un conjunto vocal en la plataforma apoyando al director de canto, como lo es también el cantar de pie por períodos largos siguiendo la letra de los coros en un retroproyector. Ya no llama la atención que los cantos se acompañen con las palmas o levantando las manos, o que los himnos clásicos casi hayan desaparecido de nuestros programas. La gente, sin duda, prefiere este tipo de culto más vivo que se desarrolla en un espíritu de celebración, donde la alabanza es lo que prima antes que la exposición de la misma Palabra. Estamos, quizás, frente al fenómeno de renovación litúrgica más grande que la iglesia latinoamericana haya experimentado en el siglo pasado.
El culto renovado con toda su explosión musical, ha dado lugar a la amateurización de la música y de la liturgia en la iglesia. Los llamados “ministerios de alabanza y adoración” encargados del culto, son grupos conformados, mayormente, por jóvenes diestros en la ejecución de sus instrumentos, pero neófitos en la vida cristiana y carentes de formación teológica en lo referente al uso de la música en la iglesia. Los pastores, por lo regular, han dejado en manos de estos músicos toda la responsabilidad del culto, quienes, al no tener mayores referentes eclesiásticos, se han volcado a transferir, acríticamente, componentes de la cultura del entretenimiento a los servicios dominicales, creando así un nuevo tipo de culto, al que también se le llama “culto de celebración”, donde la reverencia y otros elementos del culto cristiano casi han desaparecido.
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11Ver el capítulo 5 del libro de David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? (http://www.nodulo.org/bib/stoll/alp05f.htm); The Evangelism-in-Depth Movement por Rubén Lores (http://www.wheaton.edu/bgc/archives/docs/Berlin66/lores.htm); y Los auténticos revolucionarios: la historia del evangelismo a fondo en América Latina, por W. Dayton Roberts.
12Ver http://www.hcjb.org/History/radio-station-hcjb.html; y La iglesia y los dioses modernos. Historia del protestantismo en el Ecuador, por Washington Padilla, pp. 355-359.
13José Grau habla de este estilo de música en la revista Pensamiento cristiano número 80.
14Ver Samuel Berberián. Dos décadas de renovación en Latinoamérica, 1960-1980.
15http://www.youtube.com/watch?v=FvgspvBVEUo&feature=related
16http://www.youtube.com/watch?v=0iZm9__sJL8
17Ver Hugo Assman. La iglesia electrónica y su impacto en América Latina. También Dennis Smith. “The Impact of Religious Programming in the Electronic Media on the Active Christian Population in Central America”. Latin American Pastoral Issues.
18En Lima, por ejemplo, esta tendencia comienza a principios de 1980 cuando la iglesia Casa de Dios, Puerta del Cielo adquiere el local de un cine situado en una de las arterias más importantes de La Victoria, distrito populoso de gente pobre y clase trabajadora. Poco más tarde, Jimmy Swaggart compraría el de un teatro, en Santa Beatriz, para las Asambleas de Dios. Y en los últimos años, las iglesias de corte carismático han venido usando locales cinematrogáficos en sectores de clase media de Miraflores, y Lince.
19Ver “La cultura de los medios en la ritualidad evangélica”, en la revista Signos de Vida (1996).
20Citado por Guillermo Mejía en La mediatización de la religión. (Consulta: 25 de setiembre de 2009). .
21Ver el trabajo de Moisés Chávez, El meneíto del rey David, 1995, donde hace un interesante estudio sobre este movimiento.
22Marcos Witt nació en San Antonio, Texas (1962), y creció en México, país en el cual sus padres eran misioneros. Estudió música en los Estados Unidos y luego regresó a México, donde comenzó su carrera como músico cristiano. Actualmente, reside con su esposa y cuatro hijos en Texas, lugar en el cual es pastor principal de la congregación hispana de la Iglesia de Lakewood. Algunos lo consideran el principal artífice de la renovación de la música evangélica en el continente. Ha grabado docenas de CD y publicado algunos libros, entre los cuales están Adoremos (1993) y ¿Qué hacemos con estos músicos? (1995).
Capítulo 4
Una mirada al culto renovado
El culto renovado o neopentecostal, donde abundan los coros de alabanza, tiene mucho parecido con la del pentecostalismo clásico, pero incorpora nuevos componentes a fin de conseguir más emocionalismo y dramatismo, que es buscado y apreciado por los creyentes.
Se cuenta que un un viejo granjero fue a la ciudad un domingo para asistir al culto de una iglesia grande. Cuando regresó a casa, su esposa le preguntó cómo le había ido.
—Bueno —contestó él—, estuvo bien; sin embargo, ellos hicieron algo diferente: cantaron coros de alabanza en lugar de himnos.
—Coros de alabanza —repitió su esposa—, ¿qué es eso?
—Oh, nada. Son una especie de himnos, sólo que algo diferente —dijo el granjero.
—Bueno, y ¿cuál es la diferencia? —preguntó la esposa.
El granjero dijo
—Por ejemplo, si te dijera “Marta, las vacas están en los maizales”, esto sería un himno. Si por el contrario, te dijera “Marta, Marta, Marta, oh, Marta, Maaarta, Maaarta, las vacas, esas robustas vacas, las vacas pardas, las vacas negras, las vacas blancas, las vacas blanco y negras, las vaaacas, vaaacas, esas vaaacas están en los maizales, en los maizales, están en los maizales”, bueno, esto sería un coro de alabanza.
Los que crecimos en la iglesia en los años setenta, o aun antes, vivimos el cambio drástico que la himnología evangélica experimentó en aquella época, y toda la contienda que ello levantó en las congregaciones. El culto renovado o neopentecostal, donde abundan los coros de alabanza, tiene mucho parecido con la del pentecostalismo clásico, pero incorpora nuevos componentes a fin de conseguir más emocionalismo y dramatismo, lo cual es buscado y apreciado por los creyentes. El cuadro que aparece más adelante, muestra las diferencias más comunes que existen entre el culto tradicional evangélico, el culto pentecostal clásico y el culto renovado. Las diferencias observadas aquí, mayormente obedecen a las diversas corrientes o “ministerios” ligados a los movimientos restauracionistas, los cuales podrían agruparse en cuatro: la Restauración de la Adoración y la Alabanza, las Señales y Prodigios, la Guerra Espiritual y el Evangelio de la Prosperidad. Vale aclarar que estos movimientos que empezaron dentro de círculos neopentecostales, ahora están presentes prácticamente en todas las denominaciones históricas, aun en la Iglesia Católico Romana.
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