56. William P. Alston, “Substance and the Trinity,” in The Trinity: An Interdisciplinary Symposium on the Trinity, ed. Stephen T. Davis, Daniel Kendall, SJ, y Gerald O’Collins, SJ (Oxford: Oxford University Press, 1999), p. 201.
57. William Wood, “Analytic Theology as a Way of Life,” Journal of Analytic Theology (2014): 44.
58. Peter van Inwagen, “And Yet They Are Not Three Gods but One God,” en McCall y Rea, Philosophical and Theological Essays on the Trinity, pp. 241, 246.
59. Wood, “Analytic Theology as a Way of Life,” p. 44. Ver también, Marilyn McCord Adams, “What’s Wrong with the Ontotheological Error?” Journal of Analytic Theology (2014): 1-12.
60. Wood, “Analytic Theology as a Way of Life,” p. 46.
61. Ver las llamadas de atención que hace Merold Westphal, Suspicion and Faith: The Religious Uses of Modern Atheism (New York: Fordham University Press, 1998).
62. Wood, “Analytic Theology as a Way of Life,” p. 47.
63. Ibíd ., p. 55.
64. Ibíd ., p.56.
65. Ibíd .
66. Ibíd ., p. 58.
67. Ibíd ., p. 50. Ver también Marilyn McCord Adams, “Praying the Proslogion,” en The Rationality of Belief and the Plurality of Faith , ed. Thomas Senor (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1995), pp. 13-39; y Adams, “Elegant Necessity, Prayerful Disputation: Method in Cur Deus Homo ,” en Studia Anselmiana: Cur Deus Homo (Roma: 1999), pp. 367-9.
Capítulo 2
LA TEOLOGÍA ANALÍTICA Y LAS ESCRITURAS CRISTIANAS
Oíd, pues, mi último consejo que os doy: ¡exégesis, exégesis, y más exégesis! Sed fieles a la Palabra, a las Escrituras que nos han sido entregadas.
KARL BARTH 68
¿Qué tiene que ver Atenas con Jerusalén? ¿Qué tiene que ver el análisis modal con la exégesis bíblica? ¿Qué tiene que ver la Biblia con la teología filosófica? En este capítulo trato de aclarar más la relación entre la teología analítica y el estudio de la Biblia como Escritura cristiana. En primer lugar, me ocuparé del papel y la función del análisis teológico como respuesta a la revelación. Tras señalar lo que parece ser un gran abismo entre la teología analítica y los estudios bíblicos, aclararé algunos conceptos erróneos sobre la “teología natural” y la “teología del ser perfecto”. En segundo lugar, hablaremos de la relación que existe entre la teología analítica y las reivindicaciones de “autoridad” de la teología bíblica. En tercer lugar, a través de un interesante estudio casuístico, demostraré cómo la teología bíblica y la teología analítica pueden ser no solo complementarias sino también mutuamente enriquecedoras. A lo largo de todo el capítulo avanzaremos convencidos de que la teología analítica, como teología cristiana que es, puede ser fiel a las Escrituras y estar comprometida con la erudición bíblica.
I. LA TEOLOGÍA ANALÍTICA Y LA RESPUESTA A LA REVELACIÓN
Análisis filosófico y exégesis bíblica: la distancia inicial. A la teología analítica se la considera a veces como el exponente máximo de “teología de salón”. Algunos teólogos albergan profundas sospechas de que son solo palabras de un discurso elevado e impenetrable sobre Dios y el mundo que ha sido simplemente bien construido. Es decir, les inquieta que los teólogos pasen por alto, e ignoren de hecho, la propia revelación de Dios hecha real de modo definitivo en la encarnación de su santo Hijo y de manera confiable en la Biblia en tanto que Sagrada Escritura. Cambiando el glorioso regalo de la revelación divina por la confusión de sus propias reflexiones teológicas apriorísticas, lo mejor que pueden hacer es enredarse en sus propias dudas y devaneos. Llegan a cometer idolatría conceptual.
A veces las sospechas están bien fundadas. Consideremos la declaración de J.L. Tomkinson al ser contradicho con objeciones bíblicas a su visión de Dios y el tiempo: lo que la Biblia dice es simplemente “irrelevante en lo referente a cuestiones filosóficas”. 69Continúa insistiendo en que, en caso de conflicto entre las conclusiones de la teología filosófica y las afirmaciones de la revelación, “el problema [...] siempre debe, en lo que se refiere a la teología filosófica, residir en quienes defienden la revelación en cuestión”. Porque si la teología filosófica “conduce a una conclusión que parece chocar con la revelación, la primera puede reclamar ser conforme a la razón” y la teología revelada no. 70Por tanto, en caso de conflicto entre las afirmaciones de la teología filosófica y lo producido por la teología revelada, la realidad es que no hay competencia: a la “razón” se la presume victoriosa sobre la “revelación”. Se puede hablar mucho sobre el punto de vista de Tomkinson, pero si no está nada claro que tenga razón hay buenas razones para pensar que está equivocado. Como argumenta Thomas F. Torrance, la marca de racionalidad genuina en cualquier tipo de investigación científica válida es permitir que nuestra manera de abordar cualquier tema sea moldeada una y otra vez por la realidad misma. 71Si Torrance está en lo cierto, entonces tenemos buenas razones para desconfiar de lo que dice Tomkinson. 72Porque si tenemos buenas razones para pensar que Dios se ha revelado a sí mismo (para el cristiano, sobre todo, al encarnarse el Hijo como Jesucristo, y de modo fiable, en las Sagradas Escrituras), entonces tenemos muy buenas razones para dejar que esa revelación corrija nuestras ideas a priori del ser y las acciones de Dios.
Afortunadamente, sin embargo, la opinión de Tomkinson no representa en absoluto a la gran mayoría de los teólogos analíticos cristianos. De hecho, parece seguro y es importante señalar, su opinión es lo suficientemente rara como para que sirva más de caricatura que de descripción precisa de la teología analítica cristiana. Con todo, sin embargo, hay importantes diferencias disciplinarias entre las obras realizadas por los eruditos bíblicos y las obras de los teólogos filosóficos. Y más allá de las diferencias subsisten cuestiones acerca de la relación de la teología analítica con los estudios bíblicos histórico-críticos y la teología bíblica.
¿Teología natural o teología revelada? ¿Es la teología analítica solo una forma de lo que se llama “teología natural”? Y si es así, ¿no es entonces intrínseca y diametralmente lo contrario de la teología revelada? ¿Y qué es la teología natural?
La oposición teológica a la teología natural es general y bien conocida. Como Plantinga indica en su discusión sobre la objeción reformada a la teología natural, mientras que “algunos pensadores reformados [...] respaldan las pruebas teístas”, mayoritariamente “la actitud reformada ha variado entre el respaldo tibio, la indiferencia, la desconfianza, la hostilidad y la acusación directa de blasfemia”. 73El ¡Nein! de Karl Barth! en el debate con Emil Brunner es famoso, y sus ecos han seguido resonando bien en el siglo siguiente. Si bien muchos teólogos actuales (incluidos algunos revisionistas, también protestantes tradicionales, y muchos eruditos católicos y ortodoxos) no comparten los compromisos “barthianos” con el método teológico o simplemente rechazan cualquier actividad teológica considerada contraria a los condicionamientos de Barth, muchos de ellos simpatizan con los puntos de vista de Barth y comparten sus inquietudes respecto de la teología natural. Entonces, ¿está la teología analítica comprometida con la teología natural y, por tanto, fuera del alcance de los teólogos seguidores de Barth?
Pero entonces, ¿de qué hablamos, más precisamente, cuando hablamos de “teología natural”? Supongamos que consideramos que la teología natural es simplemente lo que James F. Sennett y Douglas Groothuis describen como “el intento de dar una justificación racional al teísmo utilizando solo las fuentes de información disponibles para cualquier investigador, es decir, los datos de la experiencia empírica y los dictados de la razón humana, [...] una defensa del teísmo sin recurrir a la supuesta revelación especial”. 74En este sentido, la teología natural es lo que Plantinga llama “el intento de probar o demostrar la existencia de Dios”. 75Visto así, “la teología natural” es en realidad un proyecto filosófico; como dicen Sennett y Groothuis, “el término ‘teología natural’ es en realidad una designación incorrecta. La actividad, así concebida, es un ejercicio de investigación filosófica, no teológica”. 76
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