Una de las formas más comunes de violencia contra la mujer es la infligida por su marido o pareja masculina. Esto contrasta sobremanera con la situación de los hombres, mucho más expuestos a sufrir agresiones de extraños o de conocidos que de personas de su círculo íntimo. El hecho de que las mujeres a menudo tengan vínculos afectivos con el hombre que las maltrata y dependan económicamente de él, ejerce gran influencia sobre la dinámica del maltrato y las estrategias para hacerle frente.
La violencia en la pareja se produce en todos los países, independientemente del grupo social, económico, religioso o cultural. Aunque las mujeres pueden agredir a sus parejas masculinas, y la violencia también se da a veces en las parejas del mismo sexo, la violencia en la pareja es soportada en proporción abrumadora por las mujeres e infligida por los hombres. Por este motivo, en el presente capítulo se abordará el tema de la violencia infligida por los hombres a sus parejas.
Desde hace mucho tiempo, las organizaciones de mujeres en todo el mundo han venido denunciando la violencia contra la mujer, en particular la infligida por su pareja. Gracias a sus esfuerzos, la violencia contra la mujer en la relación de pareja se ha convertido en un motivo de preocupación internacional. Considerada inicialmente como un tema sobre todo de derechos humanos, la violencia masculina en la pareja se ve cada vez más como un problema importante de salud pública.10
Tipos de maltrato
De acuerdo al tipo de fuerza que se emplee, la violencia puede ser:
física;
emocional o psicológica;
sexual;
patrimonial o financiera;
simbólica.
Independientemente de la intencionalidad consciente del agresor, siempre que hay maltrato se produce un daño a la persona agredida. Por lo general, la relación abusiva incluye distintos tipos de maltrato, los que se superponen, refuerzan o complementan. El maltrato puede ser físico, psicológico o patrimonial, pero el daño común a todas las formas de maltrato es el emocional, el que deja en la víctima huellas a largo plazo, muchas veces invisibles pero no por eso menos reales.
Por lo común, la violencia comienza ya desde el noviazgo11, y se perpetúa y agrava en el matrimonio o en la convivencia.
Incluimos a continuación una lista descriptiva de variadas expresiones de maltrato, a fin de identificar con claridad los comportamientos violentos. De todos modos, la lista no agota todas las posibilidades de maltrato que encontramos frecuentemente al trabajar con personas que padecen violencia conyugal:
Violencia física: darle a la víctima golpes, pellizcos, cachetadas, empujones; producirle quemaduras con combustible o con objetos calientes; intentar estrangularla; tironearla o arrastrarla del pelo; escupir o ensuciar el cuerpo de la mujer; hacerle comer o tragar por la fuerza la comida u otros elementos; provocarle cortes y heridas con objetos útiles a tal fin; arrojarle objetos o pegarle con ellos; aprisionarla contra la pared o los muebles; encerrarla en el baño o en el dormitorio; mantenerla a oscuras; perseguirla por toda la casa; arrojarla del auto; abandonarla en lugares desconocidos o peligrosos; patearle el vientre durante el embarazo; despertarla a cada rato para no permitirle descansar; atormentarla físicamente con todo tipo de torturas; matarla.
Violencia emocional, psicológica y verbal: insultar y usar adjetivos degradantes; proferir amenazas (de muerte, de llevarse los chicos, de echarla); criticarla por todo cuanto ella dice o hace; gritarle y darle órdenes (frente a los hijos, y a veces frente a otros); humillarla, burlarse de ella y hacerle bromas que la hieren; culparla por todo lo que sucede en el hogar; no tomar en cuenta sus gustos, sus opiniones y sentimientos; mostrarse cínico, prepotente o insolente con ella; acusarla de traidora o desleal si ella cuenta lo que sucede a otros; manifestarle desprecio por ser mujer; humillarla y denigrarla de múltiples maneras; compararla con otras mujeres; confundirla con argumentos contradictorios y doble mensajes; hacerle creer que es ella la que está loca o trastornada; ignorar su presencia; no hablarle; mirarla con desprecio; reírse de ella; agraviarla al sospechar de ella continuamente; acusarla de infidelidad; querer tener la última palabra en todo; no admitir ser contrariado en nada; no permitir explicaciones ni reproches; ser negligente con respecto a las necesidades de ella; amenazarla con suicidarse o con matarla; mentirle; no cumplir las promesas o acuerdos matrimoniales; no responsabilizarse de sus errores; tomar a los hijos como aliados frente a la madre; desautorizarla frente a ellos; elogiarla y humillarla alternativamente, confundiéndola; exigirle sometimiento y obediencia; hacer que tema el futuro si no está con él; intimidarla de múltiples maneras (con amenazas, rompiendo objetos de valor para ella, etc.); criticar a su familia y demás relaciones todo el tiempo; expresar una moralidad religiosa rígida, perfeccionista, haciéndole sentir culpa y estar en falta; etc.
Violencia sexual (incluye todo tipo de contactos sexuales en contra de la voluntad del cónyuge, con o sin penetración): exponerla involuntariamente a pornografía; nunca aceptar un «no» como respuesta, tratarla de manera grosera e insultante durante el coito; burlarse de ella y descalificarla por su rendimiento sexual; obligarla a tener relaciones sexuales delante de los hijos o de otras personas; violarla cuando está dormida; pedirle que realice gestos o actitudes que la humillan o incomodan; acusarla de frígida; obligarla a hacer el amor cuando está deprimida, cansada o enferma, o incluso luego de golpearla; no mostrarse cariñoso con ella ni respetar su tiempo diferente; obligarla a tener relaciones sexuales amenazándola con armas; compararla con otras mujeres o hablarle de otras mujeres con las que se acuesta; etc.
Violencia financiera o económica: no proveer para las necesidades de la familia; no darle dinero o hacerlo bajo mucho control; acusarla de gastar mucho; tomar decisiones unilaterales con respecto al dinero; poner en riesgo el patrimonio de la familia; apropiarse fraudulentamente de los bienes del otro; destruir objetos valiosos para ella (diplomas, agendas, etc.); quitarle las alhajas; revisarle la billetera y cartera con frecuencia; jugar el dinero de la familia; ocultar el patrimonio familiar; dejar que ella se haga cargo de los gastos mientras él guarda lo que gana; tener cuentas en los bancos a su nombre; obligarla a vender bienes de ella y a entregar el dinero; no permitirle gastar en recreación ni regalos para la familia; apropiarse de la herencia que le corresponde a ella; no cumplir con la cuota alimentaria en caso de divorcio; etc.
A causa del abuso financiero muchas mujeres, al separarse o divorciarse, quedan desprotegidas junto con sus niños, y esto porque se vacían empresas, se traspasan los bienes a nombre de otras personas, y se realizan otras tantas maniobras fraudulentas tendientes a dejar desprovista de recursos materiales a la víctima. Este tipo de abuso complementa las otras formas de maltrato.
Violencia social: impedir que la mujer acompañe a su esposo a actividades sociales; prohibirle salidas laborales o amistosas; sabotear los cumpleaños y los encuentros familiares; impedirle trabajar o estudiar; abrirle su correspondencia postal o electrónica; controlar sus llamadas; revisar sus pertenencias; no hacerse responsable de los hijos; controlar todas sus salidas; impedirle tener contacto con otras personas (familia, iglesia, etc.); impedirle practicar su religión; decidir sin consultarla cuándo irse, o no, de los encuentros sociales de los que participan juntos; prohibirle hablar de ciertos temas; hablar mal de ella a otros y buscar aliados en su contra; secuestrar a los hijos; llamarla por teléfono continuamente; vigilarla; hostigarla; hacerse pasar como la víctima en público; criticarla frente a otros o, por el contrario, mostrarse solícito y amoroso con ella, dando una imagen pública que no corresponde con la privada; etc.
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