PRÓLOGO
La estructura del libro
Agradecimientos
PRIMERA PARTE Las reformas universitarias en el Ecuador: De la «formación de la nación» al «desarrollo» (Para una crítica de la idea de universidad en la ideología desarrollista)
I EL CONTEXTO DEL DEBATE: EL DESARROLLO
La modernización de América Latina: entre el desarrollismo y la utopía nacionalista
II MODERNIZACIÓN UNIVERSITARIA EN AMÉRICA LATINA
El debate entre «modernización» (o «integración») y «reforma universitaria»
Darcy Ribeiro: la «contrapolitización» necesaria de las universidades latinoamericanas
Universidad crítica para el desarrollo de la nación
Ignacio Ellacuría: universidad y política en un contexto de guerra civil
III LA SEGUNDA REFORMA UNIVERSITARIA EN EL ECUADOR
La «modernización» de las universidades ecuatorianas
Aguirre y Malo, teóricos universitarios
IV AGUIRRE: ENTRE LA REFORMA UNIVERSITARIA Y LA REVOLUCIÓN SOCIAL
V HERNÁN MALO: LA UNIVERSIDAD Y LA CRISIS DE LA RAZÓN
La universidad, sede de la razón
¿Cómo «salvar» a la razón?
La universidad humanística
VI LA UNIVERSIDAD Y LA CRÍTICA
Crítica de la razón instrumental
Crítica de la noción de desarrollo
La crítica y la renovación de las ciencias sociales en los años 70
VII LA «TERCERA REFORMA» UNIVERSITARIA
La segunda reforma universitaria «realmente existente»
La «masificación» y el «deterioro académico»
La crítica de la segunda reforma «realmente existente»
La investigación
La «tercera reforma» universitaria
Los límites de la racionalización: el horizonte de la crisisde la institución universitaria contemporánea
SEGUNDA PARTE ¿Hay todavía lugar en la universidad para las humanidades?
I UNIVERSIDAD Y CONOCIMIENTO
La universidad y los saberes. «Sociedad del conocimiento»
Conocimiento científico y universidad en Ecuador
La universidad, ¿sede de la razón?
La universidad del desastre
II LAS NUEVAS HUMANIDADES Y LA UNIVERSIDAD
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III ACERCA DEL DESTINO DEL POEMA Y DE LA CRÍTICA
Campos de batalla
Técnica y mutación
Legados
Bibliografía
PRÓLOGO
Este libro surgió como respuesta al malestar que ensombreció el final de mi actividad académica. Para muchos profesores universitarios, los cinco últimos años han sido especialmente sombríos debido al permanente acoso de que han sido víctimas bajo pretexto de la «calidad académica»1; acoso que se ejerce a través de un bombardeo de formularios que se suceden unos tras otros y que deben ser cumplimentados sin discusión, de supuestas evaluaciones, de amenazas, de imposiciones y de un clima inhóspito generado por las reiteradas ofensas a los universitarios ecuatorianos que provienen del discurso gubernamental. Se ha producido así una situación en extremo hostil al trabajo académico, que provocó el alejamiento de las universidades de muchos profesores que estaban en la plenitud de su vida intelectual, en el momento de madurez en que podían haber entregado lo mejor de sus enseñanzas e investigaciones, pero que prefirieron anticipar sus jubilaciones afectados por la embestida contra su dignidad. Con las acciones que sistemáticamente llevan a cabo los organismos creados por la Ley de Educación Superior de 2010 se intenta, en efecto, vulnerar la dignidad de los universitarios. No parecen tener otro propósito que instaurar el autoritarismo en el ámbito universitario y el sometimiento a la arbitrariedad burocrática. En tal circunstancia, me pareció que la manera más adecuada para responder al malestar, la que correspondía a la actividad académica a la que me había dedicado durante décadas, era la de emprender una reflexión crítica sobre la situación universitaria en el Ecuador, sobre las modificaciones que se han producido en torno a la idea de universidad o, en otras palabras, en torno a lo que se considera su misión y sus funciones sociales.
Una tesis atraviesa este libro: la reforma universitaria que ha impuesto el régimen de la llamada «revolución ciudadana» a partir de la Ley de Educación Superior de 2010 responde a una concepción de la universidad y del conocimiento que se inscribe en la ideología neoliberal, desarrollista y tecnocrática. Esta es una concepción que prospera a partir del cumplimiento y la conclusión histórica de las ideas de universidad surgidas en el siglo XIX; ante todo, la de Humboldt, que asociaba la autonomía universitaria con la formación de la nación soberana. Frente a ellas, se adopta «ingenuamente», como supuesto modelo a seguir, el de las universidades corporativas de investigación, esto es, cierto tipo de universidades, especialmente de Estados Unidos, a la vez que se trata de reproducir el sistema de evaluación y acreditación universitario de ese país, aunque modificándolo para introducir el autoritarismo. No deja de ser sintomática la adopción de tales modelos estadounidenses por parte de un régimen que supuestamente reivindica la «soberanía nacional»; tanto más sintomática cuanto que ni esas universidades ni los organismos de evaluación y acreditación estadounidenses tienen como propósito constituirse en modelos replicables. Los efectos de las idealizaciones ajenas a la realidad pueden llegar a ser catastróficos; la ilusión de tener una versión criolla del MIT o de Harvard desemboca en el despilfarro y en uno de los elefantes blancos que dejará en herencia este régimen: Yachay (cf. Villavicencio, 2016)2. Mientras tanto, se dejó de lado la posibilidad de introducir cambios que hubiesen potenciado a las universidades ecuatorianas, sobre todo a aquellas que han tenido una trayectoria académica que hacía posible tal impulso. La «ciudad del conocimiento», más que imitar el proceso de desarrollo de Corea del Sur, como se pretende, es una copia de la «Ciudad del Saber» que el gobierno de Panamá intenta crear, desde hace una década y media, en las instalaciones que dejó el Ejército de los Estados Unidos en el Canal de Panamá. Igualmente, el satélite «Pegaso», ese artefacto trivial desde el punto de vista tecnológico, que duró apenas unos instantes en el espacio, indica la frivolidad con que se ha enfrentado la cuestión científica y tecnológica. Tales son los símbolos que este régimen deja en el ámbito de la educación superior, de la ciencia y la tecnología.
Pero este es solo un aspecto de la reforma en curso. El otro aspecto fundamental es el político, el cual tiene que ver con el autoritarismo. El sometimiento se genera a través de la inhibición que produce el miedo, a través de las respuestas automáticas que se dan frente a las amenazas; más, si estas provienen de algún lugar situado en las alturas del poder, si llegan desde alguno de los tribunales inquisitoriales en que se han convertido los organismos encargados de la dirección de la educación superior. No basta, sin embargo, esta inhibición o este automatismo, sino que la sumisión requiere de la introyección del miedo, de la asimilación cotidiana del sometimiento, de la conducta ajena al cuestionamiento y a la crítica. En las universidades, en consecuencia, se tramitan de manera acrítica las exigencias burocráticas que copan buena parte del calendario de trabajo y consumen la energía de los profesores e investigadores en el cumplimiento de tareas absurdas.
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