Ginzburg, Carlo (2018). Nondimanco. Machiavelli, Pascal. Milán: Adelphi.
Ginzburg, Carlo & Adriano Prosperi (1975). Giochi di pazienza. Un seminario sul «Beneficio di Cristo». Turín: Einaudi.
Goya, Francisco de (ca. 1799). Los caprichos [album] (1a ed.). Madrid: s.e. Recurso disponible en la Biblioteca Nacional de España: http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000051045
Jolles, André (1972). Formes simples. París: du Seuil.
Lefebvre, George (1932). La grande peur de 1789. París: Armand Colin.
Morelli, Giovanni (1890). Kunstkritische Studien über italienische Malerei (Band 1): Die Galerien Borghese und Doria Panfili in Rom. Leipzig: F. A. Brockhaus.
Orlando, Francesco (1995). Darwin, Freud, l’individuo e il caso. La Rivista dei Libri, 5, 19-21.
Pomata, Gianna (2014). The Medical Case Narrative: Distant Reading of an Epistemic Genre. Literature and Medicine, 32(1), 1-23.
Proust, Marcel (1959). Le côté des Guermantes. En À la recherche du temps perdu. Volumen 2. París: Gallimard.
Purry, John (1718). Mémoire sur le païs des Cafres, et de la Terre de Nuyts: par raport à l’utilité que la Compagnie des Indes Orientales en pourroit retirer pour son commerce. Ámsterdam: Pierre Humbert [Traducción al inglés: A Method for Determining the Best Climate of the Earth: on a Principle to which All Geographers and Historians have been hitherto Strangers. Londres: M. Cooper].
Schmitt, Carl (2006). Political Theology. Four Chapters on the Concept of Sovereignty. Traducción de G. Schwab. Chicago: University of Chicago Press.
Voltaire (1961). Traité de métaphysique. En Mélanges. Edición de J. Van den Heuvel. Prefacio de E. Berl. París: Gallimard.
Wind, Edgar (1963). Critique of Conoisseurship. En Art and Anarchy (pp. 32-51). Londres: Faber and Faber.
1Traducción del italiano de Franklin Ibáñez.
2Debí haber mencionado que Forrester, 2017, argumenta que el concepto más importante de Kuhn es el «ejemplo».
3De mi padre, Leone Ginzburg, escribió su amigo de juventud Norberto Bobbio: «No podría definir mejor el carácter de la moralidad de nuestro amigo-maestro sino llamándola kantiana: ciertamente, las leyes que observó se presentaron en forma de imperativos categóricos o de leyes que deben obedecerse incondicionalmente, sin ninguna consideración de las circunstancias en las cuales la ley necesariamente se aplica» (2004 [1964], p. LIII).
4Véase la introducción a Ginzburg, 1976. He insistido muchas veces sobre este punto antes de darme cuenta (gracias a Henrique Espada Lima) de que, sin saberlo, hacía eco de Schmitt, 2006, p. 15, quien se refería a un «teólogo protestante» (Kierkegaard).
5Ha sido publicado en los siguientes idiomas: inglés, francés, turco, holandés, ruso, hebreo, catalán, portugués, polaco, georgiano, español, chino y japonés.
El hilo y las huellas de la historia. Laudatio de Carlo Ginzburg6
Claudia Rosas Lauro
Pontificia Universidad Católica del Perú
Es un gran honor presentar al destacado historiador italiano Carlo Ginzburg, quien nos visita por primera vez. Hijo de la novelista italiana Natalia Ginzburg y del intelectual Leone Ginzburg, nació en Turín, en 1939, y se educó entre libros de diversa procedencia y naturaleza, como aquellos que cita profusamente en sus escritos: los Quaderni del carcere, de Antonio Gramsci; Cristo si è fermato a Eboli, de Carlo Levi; Il mondo magico, de Ernesto de Martino; hasta Pinocchio, de Collodi, entre muchos otros libros; y autores como el historiador francés Marc Bloch, el escritor Italo Calvino, el clasicista italiano Arnaldo Momigliano, el historiador Delio Cantimori, el teórico del arte Ernst Gombrich, el filólogo Sebastiano Timpanaro, el historiador del arte alemán Aby Warburg y otros autores que citaremos más adelante.
Estudió en la prestigiosa Scuola Normale Superiore di Pisa entre 1957 y 1961, año en que se graduó. Luego, enseñó en universidades italianas como la Universidad de Roma y la Universidad de Bolonia en su especialidad, la historia moderna. Entre los años 1988 y 2006, se trasladó a la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), donde obtuvo la cátedra Franklin D. Murphy Professor of Italian Renaissance Studies. Más adelante, de 2006 hasta 2010, fue profesor de Historia de las Culturas Europeas en la Scuola Normale Superiore di Pisa.
Durante este tiempo, ha gozado de numerosos fellowships prestigiosos, de los cuales solo nombraré algunos: Harvard Center for Italian Renaissance Studies, Florencia (1965-1966); The Warburg Institute, Londres (1967-1968); The Institute for Advanced Study, Princeton (1975 y 1986); en diversas oportunidades, entre 1970 y 1990, como Directeur d’Études Associé en el Centre de Recherches Historiques (CRH), de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS), París; Whitney Humanities Center, Yale (1983); Center for Renaissance Studies, The Newberry Library, Chicago (1985); The Getty Center for the History of Art and the Humanities, Santa Mónica; Wissenschaftskolleg zu Berlin (1996-1997); Italian Academy for Advanced Study on America at Columbia University (1998); o Lauro De Bosis Professor, Harvard (2008), entre otros. Hasta el momento, ha recibido diecinueve importantes premios7 y diversos reconocimientos de instituciones académicas internacionales de prestigio8. Asimismo, ha recibido Doctorados Honoris Causa en diferentes países como Italia, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Israel, México, Argentina, Chile, entre otros. Más allá de estos reconocimientos a un historiador de talla mundial como Ginzburg, quisiera profundizar en su importante aporte historiográfico a través de su obra, que es muy prolífica, original e interesante.
Sus primeros estudios se concentraron en el tema de la brujería —tema que, inicialmente, cuando él lo estudió, no estaba de moda, como sí lo estaría tiempo después—. El resultado fue su elogiada obra I benandanti. Stregoneria e culti agrari tra Cinquecento e Seicento (Los «benandanti». Brujería y cultos agrarios en los siglos XVI y XVII), publicada por primera vez en la editorial italiana Einaudi, en Turín, en 1966, y traducida a doce idiomas. En ella se manifiesta la presencia del gran especialista italiano en herejías Delio Cantimori, el historiador de carne y hueso que más influyó en su formación, como lo reconoce el propio Ginzburg (véase Cantimori, 1939). Él señala que fue el encuentro con lo inesperado lo que lo emocionó y esa es una característica de su trabajo: partir de lo extraño, lo anómalo, lo sorprendente. Este rasgo no solo está presente en la historiografía contemporánea, sino en las ciencias sociales en general y, en particular, en la antropología. Basta pensar en Clifford Geertz y su obra La interpretación de las culturas, en la que, en su célebre capítulo sobre la pelea de gallos en Bali, realiza una «descripción densa» de esta generalizada costumbre para desentrañar el «juego profundo» que subyace en ella (Geertz, 1973).
Y lo inesperado para Ginzburg fue encontrar que los benandanti narraban que habían nacido con una camisa (envueltos en el amnios) y que, por ello, estaban obligados a salir en espíritu tres, o más de cuatro veces al año, durante las temporadas, a combatir de noche, armados de ramas de hinojo, contra brujas y brujos que, a su vez, se encontraban armados de sorgo. Cuando vencían los benandanti, las cosechas eran abundantes; en caso contrario, había escasez. Ante esto, los inquisidores que llevaron adelante la pesquisa contra ellos buscaban inducirlos a que aceptasen ser brujos, pero solo después de cincuenta años los benandanti admitieron que las batallas nocturnas por la fertilidad eran, en realidad, aquelarres diabólicos.
Mediante estas narraciones acerca de sus combates nocturnos, «en espíritu», por la fertilidad de los campos contra brujas y brujos, vemos aflorar un estrato profundo de cultura campesina, sobre el que se había superpuesto un estrato cristiano más superficial. Se trataba de una interpretación, en gran parte nueva, del problema sobre los orígenes populares de la brujería, en la que Ginzburg había reparado enfocándose más en los perseguidos que en los persecutores, aunque luego escribiría el iluminador ensayo «El inquisidor como antropólogo» (2010a), en el que se concentraría en la figura del inquisidor. A este respecto, Edoardo Grendi —uno de los fundadores de la microhistoria— había definido lo «excepcional normal» como un testimonio excepcional desde el punto de vista documental que se refiere a fenómenos difundidos, o incluso «normales»9.
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