1 ...7 8 9 11 12 13 ...16 Su obra sobre morfología e historia se relaciona con Occhiacci di legno. Nove riflessioni sulla distanza (Ojazos de madera. Nueve reflexiones sobre la distancia), libro publicado en Milán, en 1998, y compuesto de nueve ensayos (1998a). Este interesante libro trata sobre las implicancias de la distancia temporal, espacial, moral y cultural; aspectos que generalmente aparecen entrecruzados. En él, el autor reflexiona sobre las potencialidades cognitivas y morales, destructivas y constructivas, de la distancia, del mirar de cerca o de lejos, del extrañamiento o del distanciamiento —no solo como método literario, sino para lograr una aproximación al conocimiento de la realidad—. Aquí ya está delineada la idea del develamiento de las mentiras de la sociedad. A este respecto, es indispensable señalar que en la historiografía en general existe un fuerte eurocentrismo o centrismo estadounidense, lo que no veo reflejado en este autor, pues constantemente pone en tela de juicio su perspectiva y, al mismo tiempo, aborda temas que van más allá de la cultura occidental.
Otro aspecto de la escritura de Ginzburg que se manifiesta en los libros que comentamos es el uso del ensayo. A este respecto, el autor afirma sobre parte de su obra que «se trata, en efecto, de libros constituidos por ensayos históricos, un género que he cultivado mucho en los últimos diez años. El ensayo, a diferencia de la monografía, no pretende ser exhaustivo. Quizás (y este es el parecer de un antiguo estudiante mío, Daniele Pianesani) la forma ensayística permite vivir sin ansiedad la provisionalidad de la investigación. Finalmente, y sobre todo, como mostró espléndidamente su inventor, Montaigne, «el ensayo consiente una gran libertad de movimientos» (Serna & Pons, 2002). Y, precisamente, Ginzburg despliega en sus ensayos esa libertad de movimiento que nos lleva de un argumento a otro, de un autor a otro, de una época a otra, de una disciplina a otra; todo lo cual implica poseer un gran conocimiento y fina erudición.
Y ensayos son también los que componen el libro History, Rhetoric, and Proof. «The Menachem Stern Jerusalem Lectures» (publicado inicialmente en 1999 por University Press of New England), traducido al japonés y cuya versión ampliada en italiano se publicó bajo el título Rapporti di forza. Storia, retorica, prova (Relaciones de fuerza. Historia, retórica, prueba) (2000b)15. Es significativo que este libro fuese dedicado nada menos que a Italo Calvino y a Arnaldo Momigliano, un gran literato y un inmenso historiador. En él, Ginzburg reflexiona sobre el método histórico a través del estudio de un escrito inédito juvenil del filósofo Nietzsche; la retórica de Aristóteles transmitida a Quintiliano y a Lorenzo Valla; la denuncia del colonialismo atribuida por un jesuita a un líder indígena en una revuelta de las Islas Marianas en el siglo XVIII; un espacio en blanco en La educación sentimental, de Gustave Flaubert; o el análisis del cuadro de las Demoiselles d’Avignon, de Pablo Picasso. Cabe decir que estos libros de Ginzburg que comentamos están compuestos por capítulos aparentemente inconexos por la diversidad de temas, épocas, personajes y métodos que abordan. Sin embargo, en realidad se trata de formas diferentes de aproximarse a una misma problemática. Esta es una característica de la historiografía contemporánea: muchos libros están construidos por fragmentos que, unidos, dan potencia a la reflexión sobre un problema16.
El tema de la prueba vuelve en una de sus obras de gran relevancia, Il filo e le tracce. Vero falso finto (El hilo y las huellas. Lo verdadero, lo falso, lo ficticio), publicada en Milán, en 2006 y traducida a siete lenguas. Como en los anteriores casos, las traducciones reflejan el alcance mundial de este historiador. En esta obra, el autor explora la compleja naturaleza de la prueba y sus posibilidades para combatir el escepticismo posmoderno, el cual tiende a difuminar la distinción entre las narraciones de ficción y las históricas, entre las narraciones falsas y las verdaderas. Para ello, recurre al estudio de la conversión de los judíos de Menorca en 417 y 418, de los caníbales en Brasil, de los chamanes redescubiertos por los europeos o de las brujas de la época moderna. También observa cómo Auerbach lee a Voltaire, el desafío de Stendhal a los historiadores y una nueva lectura de un viejo best-seller. Asimismo, estudia la prehistoria de los protocolos franceses y un libro de Siegfried Kracauer, entre muchos otros temas que muestran las tensiones, los préstamos, las falsificaciones y las hibridaciones que el historiador debe desentrañar para distinguir lo verdadero, lo falso y lo ficticio, parafraseando el título del libro.
En este sentido, es importante señalar cómo su oficio de historiador ha dirigido a Ginzburg a temas relacionados no solo con la búsqueda de la justicia, como vimos en el caso Sofri, sino también con la defensa de los derechos humanos a partir de sus reflexiones sobre la persecución y exterminio de los judíos, y el principio de realidad (2010d)17. Incluso, en enero de 2007, firmó una petición contra un proyecto de ley presentado por el ministro de Justicia, Clemente Mastella, contra el negacionismo. Junto con él firmaron otros destacados historiadores italianos como Paul Ginsborg, Marcello Flores, Sergio Luzzato, Claudio Pavone y Enzo Traverso; ellos argumentaban que la legislación italiana era suficiente para enfrentarse con los actos de negación del Holocausto. Esto llevó a enmendar la ley. Asimismo, Ginzburg ha reflexionado sobre nuestra incapacidad de ponernos en el lugar del otro y nuestra falta de «imaginación moral», a partir de una discusión de la Ilustración sobre si era legítimo matar a un mandarín chino por una fuerte suma de dinero (1998b). Estos son solo dos de sus trabajos directamente vinculados a este tema, que refiero como ejemplos. Sin embargo, esta es una vertiente que recorre gran parte de su obra —desde su estudio de las brujas, los campesinos o los indígenas de la época moderna hasta llegar a los judíos y perseguidos del mundo contemporáneo—.
Pasando al terreno del análisis iconográfico, es interesante la genealogía de una obra que se publicó primero bajo el título de Paura, reverenza, terrore. Rileggere Hobbes oggi, en Parma, en 2008, y que fue traducida al inglés, el alemán, el francés, el catalán y el georgiano. Más adelante, en 2013, apareció en París como Peur révérence terreur. Quatre essais d’iconographie politique, y fue traducida también al portugués. Posteriormente, una traducción al español que incluyó un nuevo ensayo se editó en México, en 2014, como Miedo, reverencia, terror. Cinco ensayos de iconografía política (2014a). La versión italiana —Paura, reverenza, terrore. Cinque saggi di iconografia politica— apareció en Milán, en 2015, y la versión en inglés —Fear, Reverence, Terror. Five Essays in Political Iconography— es de 2017. Utilizando las fórmulas de pathos y de «inversión energética» del historiador del arte Aby Warburg, el autor analiza cinco casos de iconografía política: el diseño de la portada del Leviatán, del filósofo inglés Thomas Hobbes; un detalle del célebre cuadro Guernica, del artista español Pablo Picasso; una copa de plata dorada con escenas del Nuevo Mundo confeccionada alrededor de 1530; el famoso cuadro Marat, del pintor Jean Louis David; y el manifiesto de Lord Kitchener. Ginzburg estudia cómo estas representaciones reflejan el uso político de las imágenes, que oscila en el péndulo entre la reverencia y el miedo o el terror.
La literatura es otro de los mares que navega Carlo Ginzburg y uno de los libros en el que esta característica de su obra queda muy bien representada es No Island is an Island. Four Glances at English Literature in a World Perspective, aparecido en Nueva York, en el año 2000, y traducido a cinco lenguas. En un diálogo que sostuvo con Justo Serna y Anaclet Pons, Ginzburg comentó lo siguiente:
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