Cuando descubrí tu cuenta en Instagram me di cuenta de que puedo comer todo lo que yo quiera, y más las cosas que me gustan, pero en las cantidades necesarias para mí.
Desmitificar los “productos milagro”
Siempre se vendieron pastillas, batidos e infusiones para bajar de peso, pero con la velocidad con que se difunden los mensajes hoy, el peligro aumenta. Lo que no se dice, y debería enseñarse incluso en la escuela, es que muchos de estos productos traen consecuencias muy graves para la salud: deshidratación, problemas en hígado o riñones, trastornos gastrointestinales, arritmias, enlentecimiento del metabolismo; algunos pueden ser fatales.
Hay que pensar en algo: si estos productos funcionaran, no habría problemas de obesidad ni de sobrepeso. Es ilógico pensar que un té o una pastilla quite el sobrepeso en una persona, cuando las causas del mismo sobrepeso son varias: genética, hambre emocional, desorden de horarios, de cantidades de comida, falta de ejercicio y problemas hormonales. Con tantos factores en juego, ¿cómo podemos creer que un producto mágico va a solucionar tan variadas cuestiones?
En la actualidad, muchas actrices, periodistas y modelos vienen publicitando un polvo para bloquear la absorción de hidratos de carbono. Se muestran felices con un plato de comida abundante y rico en hidratos de carbono… y el producto al lado. Algunos hacen videos mostrando cómo le colocan el polvo a los alimentos, haciéndole creer a la gente que puede comer todo eso sin engordar, cuando lo que realmente pasa es que se genera una gran diarrea por el exceso de hidratos de carbono.
“Si estos productos funcionaran, no habría problemas de obesidad”
Ese producto contiene inhibidores de amilasa, una sustancia que hace que se digiera el almidón, y que genera más distensión y diarreas, justamente porque ese almidón no se digirió. Lo que menos vemos con el uso de este producto es un descenso de peso en masa grasa; al contrario, al perder tanto líquido en diarreas, se pierde agua, por lo que se genera un desequilibrio de electrolitos (sodio, potasio y cloro), que puede generar descompensaciones graves.
“El que vende el producto no busca el bienestar de la persona que lo compra”
Si podemos comer tranquilamente una o dos porciones de pizza sin ese polvito, ¿para qué comer ocho? La clave está en medirse; de esa manera jamás subiremos de peso.
Este tipo de productos también los venden los médicos; en general, siempre es la misma persona, en el mismo canal y a la misma hora. Esta desesperación por “vender” ¿no te hace ver que es algo poco creíble? El que vende el producto no busca el bienestar de la persona que lo compra, sino que su objetivo es comercial; por eso tratan de venderlos con publicidades de celebridades, con el cuerpo que exige la sociedad, para que la gente crea que con eso va a llegar a pertenecer y tener la figura que “se debe alcanzar”.
También se venden productos con “antes y después” de personas que han bajado de peso, con frases atractivas como “baja kilos con este producto natural y no los recuperarás”.
Sé que es difícil hacer oídos sordos y no tentarse con estas publicidades, porque la realidad es que lo venden como si fuese magia, pero cada vez que estés a punto de comprarlo, acuérdate de todo esto, y estarás haciendo un bien para tu propia salud y tu bolsillo.
En primera persona: Magalí, 23 años 
Cuando tenía trece años, en el colegio me dijeron que estaba más gordita, pero no me afectó en nada hasta que llegué a casa y pasaron una publicidad en la tele sobre unos chicles de hierbas que contenían café o cafeína. Al día siguiente fui a la farmacia a comprarlos, me pesé y comí uno; supuestamente disminuían el apetito. Así fue, pero no porque fueran “mágicos”, ¡sino porque eran feos! A los cinco minutos me agarró un dolor terrible de cabeza y me empecé a marear en plena calle. Eso no fue lo peor: después vino el tormento. Ya no comía un chicle, sino tres al día sin importarme nada. Yo lo único que quería era estar flaca porque si estaba así iba a ser “feliz”, pero en cambio comenzó mi película de terror. Ya no comía, vivía a base de agua, chicle y una manzana, así en ese orden por un mes. ¡Llegué a pesar 38 kilos, de los 53 que tenía al empezar a tomar esas cosas! Como era de esperar tuve anorexia, después bulimia y fue un círculo vicioso que hasta el día de hoy sigo combatiendo, lucho día a día por quererme un poco más. Un día me desperté con un dolor de estómago que no le deseo a nadie. Me llevaron a un sanatorio y me operaron de urgencia. Se me había hecho una peritonitis a causa de ese chicle. Los médicos les dijeron a mis papás que ya no tenía esperanzas y que estaba en manos de Dios. Estuve dos semanas en terapia intensiva con oxígeno, sonda y drenaje. A las dos semanas de la primera operación me hicieron otra. Estuve en sala dos semanas más. ¡Un mes internada por un chicle, por querer encajar en esta sociedad tan superficial!
Aceptar que el cuerpo de uno
no es igual al del otro
“Qué diferentes serían los ideales de belleza, si los ojos en vez de cuerpos miraran almas”.
@bellamentearg
¿Cuántas veces anhelaste tener el cuerpo de alguna celebridad? ¿Cuántas veces trataste de hacer la dieta de alguna actriz o modelo, pensando que así ibas a ser igual a ellas?
La realidad es que uno es uno mismo. No podemos parecernos al otro por más dieta sin harina que hagamos, porque la genética es otra, porque tenemos un cuerpo diferente, diferente contextura, diferente metabolismo y lo más importante: porque somos únicos . Los medios de comunicación intentan engañarnos, para que creamos que siguiendo la dieta de esa persona famosa, vamos a tener el mismo cuerpo, y de esa manera se venden más revistas o hay más rating.
“Se aprovechan de la desesperación de la gente por tener ese cuerpo “soñado” ”
Prestemos atención a qué tipo de cuerpo se muestra cada vez que se quiere vender una dieta o un “producto milagro”. En general son modelos, o ponen imágenes de panzas chatas o cuerpos musculosos. Esto lo hacen, porque se sabe que las personas aspiran a tener “el cuerpo de”, porque se aprovechan de la desesperación de la gente por tener ese cuerpo “soñado” que se muestra en revistas, redes sociales y televisión.
También suelo leer comentarios en las redes sociales de algunas famosas, donde muchísimas chicas les dicen que quisieran ser como ellas para ser felices, o preguntándoles qué dieta hacen. ¿Por qué creemos que tener el cuerpo de otra persona va a hacernos felices? La felicidad pasa por otro lado, no por tener más o menos curvas, o la panza chata de tu actriz favorita. Tampoco sabemos si la persona que tiene ese cuerpo es realmente feliz o no, porque en la vida pasan muchas cosas: problemas de pareja, problemas de salud, pérdida de algún ser querido…
“¿Por qué creemos que tener el cuerpo de otra persona va a hacernos felices?”
Un cuerpo “perfecto” no hace que la persona sea feliz. Sí es real que a una persona con exceso de peso le mejora la calidad de vida cuando adelgaza, porque está en juego su salud, pero tener el tipo de cuerpo que la sociedad impone actualmente no nos garantiza la felicidad. De hecho, las personas que hacen hasta lo imposible para tenerlo, no son felices, porque se frustran y ven que no pueden, justamente porque somos únicos y no podemos pretender ser igual a otra persona.
Читать дальше