La caña de maíz o maguey es un material prehispánico, desconocido en España y, por ende, en Europa, que se introdujo a partir del siglo XVI mediante el comercio con las Indias. El maíz era un material versátil que se usaba tanto como alimento como para la fabricación de deidades u objetos cotidianos. Como recurso plástico, la caña de maíz descortezada o en pasta se introdujo en el arte español mediante las imágenes de Cristos ligeros de origen novohispano. Estos materiales se caracterizan por su poco peso y la facilidad de su manipulación o tallado, ya que no presentan gran resistencia mecánica. Además, la mejora introducida por los españoles en las herramientas propició perfeccionar las técnicas de los indígenas que apenas “labraban sin hierro, con solo piedras”[58].
En su preparación, la caña de maíz, al igual que ocurre en el proceso de elaboración de la madera para la talla de escultura, se corta cuando aún está verde y se deja secar lentamente, tapándola para evitar que se ponga blanda. Una vez seca, se corta de forma longitudinal y rectangular. También se someten a un proceso de estabilización frente al ataque de microorganismos mediante el lavado en agua limpia repetidas veces y secado posterior al sol[59] o cociéndolas y añadiendo elementos fungicidas. Esto es conocido como el curado de la caña. La cañeja se obtiene seccionando el tallo de la caña por los nudos, posteriormente se pela, obteniendo trozos más o menos regulares, creando un volumen de entramado longitudinal bien ordenado. Las cañejas se aplicaban para crear el volumen interior y/o también para crear un volumen que fuera posteriormente tallado o a veces modelado por hundimiento.
La pasta de origen vegetal se mezclaba con un aglutinante para crear un material modelable que permitía, una vez seco, mantener la forma. Se han utilizado en imaginería ligera pastas vegetales obtenidas de fibras naturales sin transformar, como las de caña de maíz, y las transformadas, como el papel, el lino, el cáñamo, el algodón, etc.[60], también clasificadas en pasta mexicana de caña de maíz y pasta europea. Se han propuesto dos modelos[61] de pasta mexicana: una gruesa o triturada, que da como resultado creaciones más groseras, localizadas en la zona de Michoacán (México), y otra pasta más fina o molida, relacionada con el Taller de los Grandes Cristos o el Taller de Cortés, localizadas en España.
Con toda probabilidad, se puede afirmar que la introducción de la caña de maíz como elemento constructivo, es la aportación más singular y destacada de la plástica virreinal novohispana al campo de la escultura española, constituyendo el hallazgo de restos de dicho material en una obra casi una prueba irrefutable de su procedencia.
Otra de las técnicas características de imágenes ligeras son los paños encolados. Se desarrolla a partir de empapar un tejido o papel en cola diluida y, una vez que ha secado parcialmente, pero aún es fácilmente maleable, se modela dando la forma definitiva. Este método es utilizado en la manufactura de los sudarios de los Cristos ligeros novohispanos. Destaca la reutilización de códices tributarios en los sudarios y lazadas tanto del Cristo del Capítulo[62] como en el de Telde[63]. De telas encoladas son los sudarios de los Cristos cordobeses del Punto y las Mercedes[64]. Destaca el uso de telas de cáñamo, en el modelado de los pies del Cristo de Vera Cruz de Cádiz, y hecho con tela y pasta, el Crucificado de Fuente del Maestre[65].
La tela, como material constructivo, en la manufactura de escultura, se ha utilizado con diversas funciones. Además de lo ya referido en el modelado de las formas de Cristos ligeros, comúnmente se utiliza como refuerzo de los ensambles o uniones de piezas de madera u hormas, para evitar que se abran con los movimientos estructurales, y traspasen a los estucos, agrietándolos. También, se han utilizado en esculturas articuladas, permitiendo el movimiento de las articulaciones, concretamente los hombros, permitiendo al Cristo mantener una doble función: crucificados o difuntos.
Como material y procedimiento técnico expresivo, el uso de las telas encoladas ha estado muy vinculado a la imitación de paños y tejidos que envuelven a las figuras. La recreación de mantos, túnicas, sudarios, o cualquier otro elemento indumentario con esta técnica está acompañada de una mayor expresividad y movimiento, adquiriendo grandes dosis de volumen, obteniendo un resultado matérico muy realista, aunque no siempre acompañado del mismo efecto en la distribución de los pliegues. La técnica de paños encolados se ha considerado como un proceso relativamente sencillo, frente a la dificultad de crear imitaciones textiles talladas en madera, considerándose a veces como de segundo orden. Las ventajas que presenta frente a otros procedimientos como la talla, además de su facilidad de manipulación, se traduce en la inmediatez a la hora de obtener resultados eficaces a corto plazo, propiciando la fecundidad del taller. Se utilizó frecuentemente esta técnica en las imágenes procesionales de finales del siglo XV y XVI, hasta que se fueron paulatinamente sustituyendo por las talladas en madera y vestidas con tejidos históricos.
La madera es un material orgánico ampliamente trabajado en la tecnología constructiva de esculturas. Usado con fines más rudimentarios, tomando forma de pequeñas espigas, pernos o cajas que se embuten, refuerzan o sustentan las articulaciones o uniones de piezas del soporte de una obra. Muestra de ello son los pernos, colocados para insertar la cabeza o las extremidades al tronco, a menudo, observados a través de los estudios radiográficos[66] de los Cristos crucificados novohispanos, cuya función principal es ser elemento estructural o de soporte de manos y pies, en donde recae un gran peso. O bien, como estructuras internas en primeras imágenes ligeras de papelón de influencia nórdica. En la imaginería procesional articulada, se han utilizado frecuentemente piezas de madera con formas de bola o de galleta para articular los hombros, antebrazos o piernas.
La técnica de la talla en madera, especialmente cuando es policromada, es uno de los procesos escultóricos más representativos del arte español. Basada en un sistema sustractivo, que parte de una masa sólida, a la que se le va sustrayendo parcialmente su materia, para ir buscando la forma concreta. En las obras novohispanas, la talla se reduce a las manos y pies, utilizando maderas blandas o semiblandas de fácil tallado, como de colorín, balsa o pino. Estas piezas se colocan una vez realizado el volumen general de la escultura, adosándose al final del proceso constructivo del soporte. La presencia de elementos en madera de colorín, como los pernos estructurales fabricados en dicho material y hallados en los brazos mediante tomografía computerizada[67], en el Cristo de la Misericordia de Garachico (Tenerife). Han llevado a confirmar su procedencia novohispana, a pesar de no haber encontrado evidencias de la utilización de caña de maíz en ningún elemento significativo. Esta obra, datada en el siglo XVI, está realizada en papelón mediante moldes en su ejecución, a excepción de las manos y pies en madera.
A.A. V.V. Guía artística de Cádiz y su provincia. Sevilla: Fundación José Manuel Lara; Cádiz: Diputación Provincial, 2005.
ARIAS MARTÍNEZ, Manuel. Museo Nacional de Escultura. Madrid Ministerio de Cultura, 1995.
AROCA LARA, Ángel. El crucificado en la imaginería andaluza del siglo XVII. Córdoba: Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1987.
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