Hay que tratar de la calidad de los tejidos para comprender lo difícil que les resultaba a los artesanos nacionales competir con las fábricas inglesas. Hacia 1880, un cónsul británico comparó una tela nacional con una ordinaria importada y halló que la última tenía 18 × 18 hilos en cada cuarto de pulgada cuadrada, era de mayor calidad y resistencia, y más ancha (medía 27,5 pulgadas: 68,8 centímetros), mientras que la nacional apenas contenía 6 × 6 hilos en cada cuarto de pulgada cuadrada, se deshilachaba con facilidad por ser menos densa y era más angosta (22,5 pulgadas: 56,3 centímetros). 17Las telas nacionales se fabricaban en telares artesanales, que poco habían cambiado desde la época colonial, y su tejido resultaba del cruce perpendicular entre los hilos, lo que se denomina tejido plano. El tratamiento técnico del algodón para estas telas fue artesanal y limitado, de manera que el desmotado solía dejar las fibras sucias y con restos de semillas. A veces, estos tejidos burdos se teñían con añil o palo de Brasil, pero por lo común se dejaban crudos o con bordados de colores. Los cronistas de la época aducían que, con estos tejidos tan rústicos, sastres y modistas se enfrentaban a una labor titánica cuando, por encargo de sus parroquianos clientes, se trataba de imitar los sofisticados diseños de los figurines extranjeros. Sin embargo, parece que los productos de Cundinamarca y Boyacá no eran tan precarios, pues “ellos producen las acreditadas mantas y buenas telas de lana”.
Venta de fibras de fique. Ernst Rothlisberger. El dorado: reise- und kulturbilder aus dem sudamerikanischen Columbien . Stuttgart, Strecker und Schroder, 1929. Sala de Patrimonio Documental, Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas, Universidad EAFIT
Las telas y ropas importadas fueron tan apetecidas por la gente acomodada de Medellín que, en medio de la escasez generada por la Guerra de los Mil Días (1899-1902), había en la ciudad todo un mercado de las pulgas manejado por dos distinguidas negociantes de la élite local, Concha y Altagracia. Cuenta Sofía Ospina de Navarro, esposa de uno de los socios de Fabricato, Salvador Navarro Misas, que las apetecidas prendas extranjeras eran trocadas por estas damas a cambio de lujosas antigüedades, de modo que “la pirámide de ropas [de sus clientas] iba creciendo por momentos, rodeada de zapatos, carteras, cuadros y terracotas”; un caballero local se llevó la sorpresa de que, al buscar su traje de etiqueta para una suntuosa cena, “descubrió que su smoking había sido entregado por su esposa al botín de Concha y Altagracia”. 18
Aun desde mediados del siglo XIX, los textiles importados ocuparon un importante margen del mercado nacional, lo que supuso el paulatino declive de los productores nacionales, sobre todo los de la región de Santander. En Antioquia, los productores constituían talleres de producción doméstica y familiar, y pequeños locales semifabriles, que no merecían llamarse “fábricas” debido a su incipiente mecanización y división técnica del trabajo. Como desde la época colonial la región orientó su economía hacia la minería y el comercio, sus recursos laborales se concentraron en estos sectores, lo que imposibilitó el desarrollo de un sector artesanal y sobre todo textil. La ausencia de una industria textil en Antioquia durante el siglo XIX explica que la provincia fuera exportadora de oro e importadora del 80% de los géneros de algodón que consumía, provenientes de Inglaterra, fundamentalmente. 19
Fundadores de Fabricato: Carlos Mejía Restrepo, Antonio Navarro Misas y Alberto Echavarría Echavarría Gloria , Nos. 13-14, Medellín, 8 de mayo de 1948
Hacia 1860, se calcula que entre el 30% y el 40% de los textiles consumidos en el país procedían de las manufacturas nacionales, margen que se redujo al 20% a finales del siglo. 20Coherente con esta tendencia, para la época en que se fundaron Fabricato y las restantes principales empresas del sector, cerca del 80% del consumo textil nacional lo cubrían las importaciones de géneros de algodón. 21
No obstante la superior calidad de los productos importados y las mejoras en los sistemas de transporte férreo y fluvial que facilitaban su introducción al país, había factores que jugaban en contra de los géneros extranjeros y a favor de la creación de una industria nacional. Entre ellos, uno de vieja data: la quebrada geografía colombiana, que siempre se tradujo en altos fletes. A esto se sumaban las políticas proteccionistas de 1903, 1913 y 1931 promovidas por los gobiernos nacionales de la época, que apoyaban la industrialización del país y, al tiempo, buscaban mejorar los ingresos del fisco.
La política de fletes diferenciales implicaba que la importación de maquinaria, telares, hilos y algodón en bruto gozaba de bajos o nulos aranceles, mientras que productos manufacturados, como los textiles, tenían impuestos de aduana de más del 20%. A principios del siglo, un oficial inglés indicaba al respecto: “Todavía, se traen desde Manchester telas de baja calidad y algunas de mejor calidad; el resto se produce en Medellín [pues ya se habían fundado varias empresas] y como el producto nacional está fuertemente protegido por los impuestos sobre las importaciones y los altos costos del transporte al interior, les resulta fácil a las compañías nacionales competir con los productos importados”. 22A la substitución de las manufacturas importadas por las nativas contribuyó el bloqueo al comercio internacional causado por la Primera Guerra Mundial (1914-1918), coyuntura favorable que aprovecharon los Mejía, los Navarro y los Echavarría para fundar a Fabricato.
La conversión de comerciantes en industriales no solo se debió al surgimiento de nuevas oportunidades de negocio, sino también a que desde finales del siglo XIX se agotaban las que ofrecía el comercio, de modo que, para la posguerra (1920), las casas comerciales habían saturado el mercado de capitales y de mercancías de la región antioqueña y debían competir más en medio de una fuerte disminución de los márgenes de ganancias y de aumento de los riesgos. Ello se debía a que el importador tenía que despachar los productos a lomo de mula por riesgosos caminos y montañas hacia lejanos pueblos y conceder largos plazos a los minoristas, que exigían dilatados créditos con bajos intereses.
Acta de la primera reunión de la Junta Directiva de la Fábrica de Hilados y Tejidos del Hato, Medellín, 1 de mayo de 1920
Archivo Fabricato
Los importadores locales estaban sujetos a las casas comisionistas inglesas, que concedían hasta nueve meses de plazo, mientras que las norteamericanas solo otorgaban tres o cuatro meses. Por ejemplo, hacia 1907, una tela de Nueva York podía pagar altos fletes aduaneros (hasta del 37% del costo del producto) y estaba sujeta a la depreciación del peso y a altos costos del transporte (de hasta el 27%). El empresario, ingeniero e intelectual Alejandro López indicaba que, en estas condiciones de feroz competencia, el comercio se había convertido en un inestable “juego de suerte y azar”. Por ello, los comerciantes buscaron invertir sus capitales en actividades más seguras y lucrativas, como la especulación inmobiliaria, pero, sobre todo, la creación de industrias, cuyo mercado estaba en expansión y podría ser protegido por gobiernos sobre los que tenían injerencia y capacidad de presión, pues eran sus coterráneos y familiares. 23
Читать дальше