Juan Gossaín - Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Gossaín - Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Compilación de crónicas sobre el idioma de Juan Gossain, un amante y apasionado investigador del idioma, escritor y cronista de primera línea. Escritas durante los últimos diez años, algunas han sido ya publicadas en el periódico El Tiempo, otras las escribió especialmente para este libro. Historias de antiguas palabras que han sobrevivido al tiempo, de palabras bellas, exóticas, extrañas así como casos insólitos del uso del lenguaje que aborda con fino humor.

Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Lo hicieron con el noble propósito de evitar la cacofonía, cuyo nombre merecido debería ser cacafonía . Lo que buscaban era que la a final de una palabra no se juntara viciosamente con la a inicial de otra, creando dificultades en su pronunciación, como hubiera sucedido con la alma, por ejemplo.

Como Quevedo decía que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno, lo único que lograron aquellos pioneros entusiastas fue enredar la pita más de lo que ya estaba. Por su culpa resulta que ahora hay mucha gente que, con toda la razón, no sabe si ‘arma’ es masculino, femenino, neutro o todo lo contrario. Eso es sumamente grave en un país como Colombia, en donde todo el mundo anda armado y toda la munda anda armada. Los pobres sicarios se quedaron sin saber si la suya es una pistola, un armo, una revólvera o un escopeto.

Lo que pido, en consecuencia, y hasta ahora en vano, es que hagamos un acto de justicia histórico y sencillo: devolvamos las cosas a su sitio. Reparemos el daño hecho porque el remedio resultó peor que la enfermedad: que la agua sea el agua sin más disparates.

Rufino José Cuervo, el hombre que escribió su propio diccionario, dijo alguna vez que “la lengua es la patria ”. La frase está escrita, por fortuna, en cada sillón de la Academia Colombiana, en el edificio guardado por la estatua severa de Miguel Antonio Caro, en el centro de Bogotá.

Siempre he creído, por el valor que se le daba en sus tiempos a la palabra patria , que si Don Rufino estuviera vivo podría haber escrito en nuestra época que la lengua es el pueblo.

Al pueblo me remito. Y a la puebla. Quiero decir, sin más bromas, que los invoco a ambos: a las mujeres para que dediquen sus energías a defender –con ese entusiasmo apasionado que ya quisieran los hombres– aquello que realmente merezca tanta dedicación y semejante tenacidad.

Y a los varones, mis congéneres, para que convenzan de ello a sus congéneras de la casa, y hagamos juntos un acto de justicia semántica, devolviéndole cada palabra a su dueño. De estética, también, porque el único bolero horrible de este mundo es aquel que comienza así:

El ansia de besarte me enloquece...

Sabemos a ciencia cierta que los hombres descubren América pero son las mujeres las que barren el patio. Que Cristo creó un vínculo entre el hombre y Dios, nada menos, pero que fue su madre la única persona que se atrevió a reclamar el cadáver del hijo al pie de la cruz. Lo que estoy tratando de decir, mientras desvarío una vez más, es que las mujeres mantienen agarrado el mundo.

No es posible que esa garra de acero, de cinco letras, que sostiene con idéntica firmeza a la pequeña chalupa y al más imponente acorazado, contra la que no pueden el turbión de la ola ni el tsunami, se llame el ancla . Se llama la ancla , duélale a quien le duela, y aunque este bendito computador me la subraye cien veces, haciéndome creer que estoy en un error.

Hagamos pronto esa rectificación. Aunque sea para no tener que aguantarnos más regaños de Thomas Florence. ¿O es al revés?

Del tubérculo tropical a la consorte del gallo

Hace algún tiempo Daniel Samper Pizano escribió en la última página de la revista Carrusel una crónica deliciosa en la cual, burla burlando, se ocupaba de esa nueva costumbre que está haciendo estragos en los restaurantes colombianos, desde los más encopetados hasta los más humildes: el afán petulante de ponerles nombres distinguidos a los platos típicos de la cocina nacional.

Son los riesgos que se corren con lo que ahora llaman “la globalización”, que viene siendo una especie de “apertura gastroeconómica”, para usar el lenguaje apropiado a las nuevas tecnologías y a los nuevos vientos que soplan sobre el mundo.

Uno de los ejemplos más aparatosos que conozco es el de una fonda especializada en culinaria costeña que funciona en Cartagena de Indias, cerca del Centro de Convenciones, por la zona donde antiguamente llegaban al mercado público las goletas cargadas de plátanos. Muerto de ganas de volver a probar las inolvidables vituallas de mi tierra cordobesa, un sábado al mediodía ocupé mesa y pedí la carta.

Imagínense ustedes el tamaño de mi asombro cuando empiezo a buscar en la lista de platos aquel caldo espeso que María Nalga nos hacía de almuerzo en San Bernardo del Viento, tan apetitoso como la ambrosía que les daban a los dioses en los montes griegos, y lo que encuentro es esta joya de definición: “Suflé de tubérculo tropical con islas flotantes de gruyère de Montería”. Lo único que entendí fue “islas”. Llamé al mesero, un muchacho antioqueño de apellido Buelvas, aficionado al aguardiente, un flaco amable al que le pedí que me explicara en qué diablos consistía semejante potaje.

–Se trata –dijo él, con una sonrisa indulgente ante mi ignorancia– de una deliciosa crema característica de las regiones campesinas, donde la gente se alimenta con los productos de la tierra.

Quedé viendo un chispero.

–Perdóneme usted –le dije–, pero sigo sin entender ni jota.

Cerró el menú, se secó las manos en el delantal marcado con la propaganda de un vino francés, meneó la cabeza con impaciencia y por fin me contestó:

–Ay, señor: es lo mismo que los corronchos de antes llamaban “mote de ñame con queso”.

Sentí ganas de echarme a llorar sobre la mesa. Ya veo que falta poco tiempo para que el incomparable ajiaco sabanero, la mejor idea que se la ha ocurrido a Bogotá como aporte a la culinaria nacional, se transforme en “olla podrida del altiplano con patatas picadas y legumbre de la familia de las compuestas”. Las tales compuestas vienen siendo las mismas humildes hojitas de guasca, que antaño, cuando se llamaban así, no eran tan pretenciosas sino sabrosas, y crecían silvestres en las colinas de Boyacá.

Lo que pasa es que el esnobismo está haciendo estragos a nombre de la apertura internacional, con un refinamiento falso y más bien cómico. No quiero ni pensar lo que ocurrirá el día en que a uno le ofrezcan de postre, en el mismo restaurante de la familia de las compuestas, una “sobremesa sápida de la sustancia espesa, untuosa, blanca o un poco amarillenta que sobrenada en la leche que se deja reposar”. En mis tiempos uno iba al Palacio del Colesterol, frente al estadio de fútbol, en Bogotá, y pedía un postre de natas. Le servían lo mismo que la sustancia esa, pero sin tantas arandelas. Recuerdo que los primeros narcotraficantes, hablando entre ellos una jerigonza, para que las autoridades no los entendieran, llamaban a la cocaína “postre de ñatas”. Miserables.

Cada día que pasa me siento más preocupado por el futuro que nos espera en esas materias. Me cuentan mis compañeros de la época de RCN que “Donde el Sucio”, aquella modesta cafetería bogotana en que solíamos tomar un desayuno frugal después del noticiero, la misma en la que atendía Sofi, una campesina risueña que era exacta a la monja del cuadro de Botero, ha caído también en las garras de esas tentaciones. Ayer estaban estrenando carta, hecha en una imprenta callejera, con errores de ortografía incluidos, y apareció un plato nuevo, deslumbrante y misterioso: Parrot eggs . Tulande dice que, hasta donde se lo permiten sus rudimentarios conocimientos del inglés, tiene suficientes motivos para sospechar que se trata de los mismos huevos pericos de toda la vida, pero ahora con un aire presumido. Ya no queda nada de qué alarmarse: el establecimiento mismo, con sus taburetes desfondados y su piso de aserrín, se llama ahora “Sucio´s Inn”.

Hay que someterse al imperio de las novedades aunque sean tan estrambóticas. El otro día paré la oreja para oír, en una playa de Santa Marta, la conversación entre un turista, colorado por el sol como un camarón, y la fritanguera que lo atendía mientras soplaba la candela del caldero.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje»

Обсуждение, отзывы о книге «Las palabras más bellas y otros relatos sobre el lenguaje» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x