FIGURA 6.3. Hotel Nutibara
FIGURA 6.4. Hotel Nutibara, coctel con Roberto Soto, 1958
FIGURA 6.5. Hotel Nutibara
FIGURA 6.6. Esperanza Gallón y el brigadier general Gabriel París
FIGURA 6.7. “Una escena chocoanísima”
FIGURA 6.8. Doris Gil y Luz Marina Zuluaga, noviembre de 1957
FIGURA 6.9. “Llamamiento de la mujer colombiana al plebiscito”
FIGURA 6.10. Luz Marina Zuluaga, Miss Universo, 1958
FIGURA 7.1. Stella Márquez en un moderno vestido estadounidense, 1959
FIGURA 7.2. Stella Márquez como princesa indígena, 1959
FIGURA 7.3. “Cali, solo para mayores de 21 años”
FIGURA 7.4. “Un sedante para la violencia”
FIGURA 7.5. “El jurado no puede ocultar su admiración”
FIGURA 7.6. María Victoria Uribe, la “antirreina”, 1968
FIGURA 8.1. “María Arango, la vida burguesa”
FIGURA 8.2. “María Arango captando votos para los candidatos de su partido comunista”
FIGURA 9.1. Susana Caldas, 1983
FIGURA 10.1. “Paula Andrea Betancourt y Carolina Gómez”, 1993
FIGURA 10.2. “Nuestra Reina”, Vanessa Mendoza
TABLAS
TABLA 2.1. Clasificación social colombiana, 1825-1912
TABLA 2.2. Población colombiana, 1825-1912
TABLA 7.1. Folclor, reinados y el Frente Nacional: 1959-1961
AGRADECIMIENTOS
Este libro surgió de un impulso creativo que requirió la asistencia y el apoyo de profesionales comprometidos y amigos que aprecio tanto en Colombia como en Estados Unidos. En Bogotá, mis amigos y colegas Augusto Gómez y Angelina Araújo compartieron amablemente su tiempo, experiencia y conocimientos personales sobre la belleza y Colombia. Mis exalumnos María José Perry, Santiago Perry y Sonia Durán me alentaron a lo largo de los años a continuar con este trabajo, sin importar las dificultades en Colombia o las complejidades de vivir en los Estados Unidos. Como siempre, mi familia colombiana adoptiva, Alberto, Leonor, Jenny, doña Carmen, Gloria, Mercedes, Wilson, Sebastián y Jonathan (QEPD) me recibieron en sus hogares y compartieron conmigo la calidez personal que hace que Colombia sea tan acogedora. En la concurrida e interesante Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA), Ángela Torres Pérez, Luz Caridad Peña Carvajal y Alberto García F. atendieron pacientemente mis múltiples solicitudes; otro tanto hizo Magdalena Santamaría en la Biblioteca Nacional. Mario Bohórquez Martínez y Hugo Alonso Albarracín Barriga, del Banco de la República, colaboraron amablemente en la reproducción de algunas imágenes de la BLAA.
En la encantadora Cartagena, el personal del Archivo Histórico, Archivo General del Distrito, me facilitó el acceso a sus colecciones de periódicos. Esperanza del Valle me permitió conocer la sede y las actividades del Concurso Nacional de Belleza, mientras que el ingenio de Jacklin Rojas Camargo me permitió usar varias imágenes del Concurso Nacional de Belleza de Colombia. En la igualmente cálida Cali, Amanda Henao J., del Banco de la República, me compartió sus conocimientos de las colecciones a su cargo, así como el personal de apoyo del Archivo Histórico, la Biblioteca Departamental y los bibliotecarios de la Universidad del Valle.
Las magníficas colecciones de archivos en Medellín solo son equiparables a su personal diligente y dispuesto. Adriana Yaneth Álvarez C., Ángela María Cardona Gómez y Carolina María Gil S., de la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales (FAES), merecen más crédito que estas líneas. Aunque la FAES ya no existe como organización independiente, sus colecciones se encuentran en la actualidad en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina (BPP), donde Jackeline García Chaverra me auxilió diligentemente para usar imágenes de la FAES que ahora se encuentran en la BPP. Hilda María Hincapié Gil, Lucía Vásquez Molina, Jorge Humberto Yépez y Mariela Ríos Madrid me abrieron las puertas del Archivo Histórico de Antioquia y de su excelente Archivo de la Memoria Visual, una colección fascinante para este proyecto. En la Biblioteca General de la Universidad de Antioquia, Rosa Delia Álvarez, Celina Alzate M. y Myriam Medina Muñoz hicieron que este “pobre gringo perdido en la selva colombiana” se sintiera como en casa mientras trabajaba con esa colección.
En los Estados Unidos, tanto la investigación como las conferencias públicas en el Davies Forum de la Universidad de San Francisco a cargo de Beverly Stoeltje, Amelia Simpson, Ellen Zetzel Lambert, Lois Banner y Randy Thornhill me ayudaron a enmarcar los principales temas de este libro. Mis mentores y amigos Thomas M. Davies Jr., Brian Loveman y Linda B. Hall apoyaron la investigación y compartieron conmigo sus puntos de vista. El Fondo de Investigación de la Facultad de la University of San Francisco (USF) cubrió la mayor parte de los costos de la investigación mientras trabajaba feliz en Colombia. Mis colegas en los departamentos de Historia y Estudios Latinoamericanos de la USF me oyeron hablar sobre este proyecto demasiado tiempo, pero continuaron apoyándome con obstinación. Patrick Steacy, del Centro de Instrucción y Tecnología de la USF; Santiago Perry; Marissa Litman y Jeanine Hoy me ayudaron en la selección y reproducción de muchas de las ilustraciones que se incluyen en este libro. Mi querida amiga y colega Cheryl Czekala, mi exalumna Liz Jones y, en mi familia, Susan Stanfield y Marilyn y Dave Searing editaron y mejoraron los borradores de los capítulos. Theresa May, editora en jefe de la University of Texas Press, convirtió la preparación del manuscrito en un ejercicio sin angustia gracias a su puntualidad, profesionalismo y humanidad. La colaboración de Kaila Wyllys con las ilustraciones, Victoria Davis con la producción y la perspicaz edición de Teri Sperry hicieron de la publicación con la University of Texas Press un verdadero gozo. Agradezco mucho a Jane Rausch y Frank Safford sus comentarios comprometidos y perspicaces sobre el manuscrito. La revisión de pares por parte de mis colegas del grupo de los Latin American Historians of Northern California (LAHNOCA), organizada y coordinada por Myrna Santiago y Theresa Alfaro-Velcamp, me instó a obtener mejores análisis comparativos e interpretativos durante una charla de investigación en una de nuestras primeras reuniones.
En Bogotá, la Editorial de la Pontificia Universidad Javeriana hizo realidad mi sueño de llevar este trabajo a los lectores hispanos de Colombia y todo el mundo, gracias a la visión, paciencia y habilidad de su director Nicolás Morales Thomas y al profesionalismo de su equipo editorial (Félix, Jhon, Marcel y Mateo). Agradezco profundamente que Mateo Cardona Vallejo haya traído su profunda voz colombiana a esta traducción.
Finalmente, me gustaría agradecer a mis hijos, Lincoln, Payton y Sophia, por concederle a su padre sus “momentos de quietud” para terminar este trabajo.
INTRODUCCIÓN
Este libro registra la importancia social, cultural y política de la belleza femenina en Colombia 1desde 1845 hasta 1985. A lo largo de su historia, los colombianos han valorado la belleza en las mujeres, al igual que los pueblos de todo el mundo por miles de años. La belleza, además, es un poderoso espejo cultural a través del cual los historiadores pueden observar la evolución de las sociedades y las naciones. El análisis serio de la belleza revela mucho acerca de nuestra humanidad compartida, ya que pone al descubierto el poder y los escollos de una obsesión humana que es crucial para la imagen y el estatus de las naciones y pueblos de todos los colores, mezclas, etnias, géneros y edades.
Cuestiones importantes y controvertidas condimentarán esta obra. ¿Por qué ha sido tan importante la belleza para los seres humanos? ¿Qué es la belleza, cómo se la define, valora, impugna, mide, muestra, expresa y comercializa? ¿Quién es bello y por qué, y qué nos dice esto sobre el género, el color, la clase, la moralidad, la evolución social y el desarrollo político? ¿Cómo y por qué la belleza ha reforzado las nociones de desarrollo, modernidad y una pigmentocracia blanca heredada del colonialismo europeo durante el último medio milenio en las modernas repúblicas americanas?
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