4 En una serie de experimentos en la década de 1980 se descubrió que los bebés de tan solo tres meses de edad preferían las caras que los adultos consideraban “atractivas” a otras consideradas “no atractivas”. Véase Linda A. Jackson, Physical Appearance and Gender: Sociobiological and Sociocultural Perspectives (Albany: State University of New York Press, 1992), 75-77.
5 Miss Puerto Rico ha ganado el concurso de Miss Universo cinco veces (1970, 1985, 1993, 2001, 2006), lo que la ubica en un grupo privilegiado, solo detrás de Venezuela (siete títulos) y Estados Unidos (ocho coronas). Simultáneamente latina en su cultura y estadounidense en lo nacional —el Estado Libre Asociado de Puerto Rico es territorio de los Estados Unidos—, la elección de miss Puerto Rico en 1993 podía considerarse la de una candidata sintética que representaba a la vez a Latinoamérica y a Estados Unidos en un momento de mayor hegemonía económica, lo que provocó preocupaciones nacionalistas por la soberanía protectora. La investigación sobre la belleza y la identidad en Puerto Rico sería fascinante.
6 Un análisis regional, nacional e internacional del impacto de la bonanza cauchera en el noroccidente de la Amazonía: Red Rubber, Bleeding Trees: Violence, Slavery, and Empire in Northwest Amazonia, 1850–1933 (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1998).
7 Se me ocurre que un estudio sobre la noción de belleza entre los ciegos tiene que ser apasionante. Encontré Ways of Seeing de John Berger (Londres: Penguin Books, 1972), un útil manual sobre cómo analizar textos visuales.
8 Véase Eccehomo Cetina, Jaque a la reina: mafia y corrupción en Cartagena (Bogotá: Planeta, 1994) y Pedro Claver Téllez, El lado oscuro de las reinas: sus amores, sus pasiones, sus intimidades (Bogotá: Intermedio, 1994).
9 Las mujeres en la historia de Colombia, vol. 1, Mujeres, historia y política; vol. 2, Mujeres y sociedad; vol. 3, Mujeres y cultura (Bogotá: Norma, 1995). Véase especialmente los volúmenes 4, 5 y 6 de la Nueva historia de Colombia (Bogotá: Planeta Colombiana, 1989).
10 Véase Suzy Bermúdez Q., Hijas, esposas y amantes: género, clase, etnia y edad en la historia de América Latina (Bogotá: Ediciones Uniandes, 1992); Catalina Reyes Cárdenas, La vida cotidiana en Medellín, 1890-1930 (Bogotá: Colcultura, 1996) y Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez, “Vida diaria en las ciudades colombianas”, en Nueva historia de Colombia, ed. por Álvaro Mejía Tirado, vol. 4 (Bogotá: Planeta Colombiana, 1989), 313-399.
11 Lois W. Banner, American Beauty (Chicago: University of Chicago Press, 1983), 3. (N. del T.). Salvo en los casos donde se indique lo contrario, Mateo Cardona Vallejo tradujo las citas textuales en inglés.
12 Ibíd., 3-5.
13 Amelia Simpson, Xuxa: The Mega-Marketing of Gender, Race, and Modernity (Filadelfia: Temple University Press, 1993).
14 Ellen Zetzel Lambert, The Face of Love: Feminism and the Beauty Question (Boston: Beacon Press, 1995); Naomi Wolf, The Beauty Myth: How Images of Beauty Are Used against Women (Nueva York: Doubleday, 1991).
15 Colleen Ballerino Cohen, Richard Wilk y Beverly Stoeltje, eds., Beauty Queens on the Global Stage: Gender, Contests, and Power (Nueva York: Routledge, 1996).
16 Linda A. Jackson, Physical Appearance and Gender: Sociological and Sociocultural Perspectives (Albany, Nueva York: SUNY Press, 1992).
1. ESCENARIO
Colombia es un país extraño y hermoso. Sus costas sobre el mar Caribe y el océano Pacífico —ventaja única en América del Sur— le brindan acceso favorable al mundo y al comercio, pero las ciudades portuarias colombianas son remotas e inaccesibles para la gran población del interior. Tres verdes cordilleras resaltan el carácter andino de la nación y albergan al 90 % de la población, mientras que las vastas llanuras tropicales y selvas del oriente están escasamente pobladas. Dos importantes ríos encajonados entre las cordilleras andinas —el Cauca y el Magdalena—, así como las tierras bajas costeras, los llanos y las enormes selvas amazónicas, subrayan la latitud tropical de Colombia. Sus recursos naturales (fértiles y bien regadas tierras agrícolas y de pastoreo, oro, esmeraldas, petróleo, carbón) representan un abundante potencial de riqueza y desarrollo, pero la mayoría de los colombianos son pobres. Colombia, aproximadamente del tamaño de Francia, España y Portugal combinados, es más fértil, rica y físicamente cautivadora que sus vecinas latinoamericanas, pero pocos la envidian, ya que es una nación profundamente dividida y atribulada. 1
Su geografía ha fomentado un fuerte regionalismo que refuerza las actitudes provinciales y tradicionales, pues frustra la integración nacional y el desarrollo liberal moderno. La conservadora Iglesia católica ha fortalecido las actitudes tradicionales al tiempo que desempeña un papel activo en la vida diaria e institucional. La Iglesia se ha entrometido activamente en la política partidista, apoyando a los conservadores más que a los liberales, partidos creados y enmarcados ambos por el siglo XIX y de lenta adaptación a los desarrollos del siglo XX. El Estado es débil en los niveles local, departamental y nacional, mientras que la economía, por lo general, ha sido fuerte. La violencia acosa a muchas regiones y a sus habitantes que ladrones, bandidos, guerrillas, escuadrones paramilitares y fuerzas gubernamentales intimidan. Los colombianos no pueden contar con las instituciones (políticas, económicas, judiciales) para que protejan ni sus intereses ni sus vidas. En un ambiente tan tenso e inestable, los individuos confían más en la familia y los amigos como pilares de apoyo, confiriendo a las relaciones primarias la calidez de la que a menudo carecen en los eficientes Estados Unidos. En resumen, Colombia es un país hermoso y rico, pero que también puede ser bastante violento y estar lleno de inseguridad. 2
Un reciente libro sobre la cultura y las costumbres de Colombia señala la importancia del regionalismo, el tradicionalismo y la Iglesia católica en la sociedad colombiana, al comentar la enorme popularidad del Concurso Nacional de Belleza Señorita Colombia. Los autores afirman que “la belleza femenina es muy apreciada en Colombia, quizás de manera más visible que en cualquier otra nación occidental”. 3Aunque diversos pueblos de las Américas y algunos de Europa podrían refutar esta afirmación, una mirada atenta a cómo la geografía y la historia colombianas han configurado la cultura regional revela en parte por qué la belleza ha sido tan importante para la identidad colombiana.
El terreno tropical y montañoso de Colombia divide en lugar de unir a la población. En el periodo colonial, las tierras bajas tropicales eran malsanas e inhóspitas, lo que dificultaba el asentamiento. Vastas, escarpadas y abruptas, las cordilleras andinas tendían a atraer a la gente a los focos de tierra templada y arable en su interior. Gran parte de las elevaciones medias y bajas de las cordilleras andinas poseen tierras fértiles y bien irrigadas que promovieron la fundación de pueblitos y ciudades autosuficientes. Las tierras disponibles en las laderas superiores e inferiores les permitían a los agricultores cultivar prácticamente todo cuanto sus aldeas necesitaban, lo que hacía innecesario el comercio a larga distancia y frenó el desarrollo del comercio nacional.
La geografía hacía el comercio difícil y costoso; mulas de carga y seres humanos bregaban por caminos escarpados y transportaban gran parte de los bienes en el área andina, mientras que en el río Magdalena, la arteria principal que une al centro de Colombia con los puertos del Caribe, había que lidiar con las aguas poco profundas y serpenteantes, los zancudos y las intermitencias de la navegación fluvial. 4La combinación de esta geografía rota y diversa y el asentamiento humano en pueblos pequeños y autosuficientes, particularmente en las salubres elevaciones medias de la región andina, tendió a reforzar las costumbres y lealtades locales, en vez de promover una orientación más nacional o internacional. Sin embargo, en cada una de las cuatro principales regiones de Colombia —la costa Caribe, la costa Pacífica, la región andina y las tierras bajas del oriente—, las tradiciones populares se mantuvieron en el tiempo, protegiendo así las actitudes autóctonas, como la definición de belleza, de la fácil suplantación por parte de las modas importadas.
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