El término en francés es ravage , y en principio estrago es una buena traducción. Si uno busca sus acepciones en un diccionario se refiere a una acción de destrucción extensa, intencional o no, porque puede ser producida o por un movimiento de saqueo y de guerra, o también por fenómenos meteorológicos. En francés se puede decir que una granizada ha causado un ravage en una cosecha, pero nosotros también tenemos ese empleo del término estrago, y el granizo puede haber causado un estrago –espero que no– en Mendoza, en la producción vitivinícola.
Nos va a servir como tema buscar un poco más en la etimología del término ravage . Es algo que ha hecho muy recientemente Jacques-Alain Miller en el anteúltimo de sus cursos, que se llama justamente El partenaire síntoma, (5) que fue un curso dedicado a seguir la idea de qué quiere decir que para un hombre su compañera, su partenaire, es su sinthome . Eso lo llevó seguramente al comentario de este mismo párrafo que les he dicho, en el que la cosa no es simétrica, y repasa que acá hay un término evidentemente elegido por Lacan, elegido para indicar algo diferente, y su origen latino que es el término rapire, y de ahí se transforma en francés y da lugar por un lado a ravage , al que traducimos por estrago, y por otro también evoluciona hacia la palabra rapto, que es originalmente capturar algo con violencia. Esa captura violenta, el rapto, era también una expresión para indicar una suerte de éxtasis o de estado subjetivo muy especial. Un místico podría tener un rapto, algo lo capturaba como violentamente, pero para llevarlo –como dice Miller en el comentario– a un paraíso, a los cielos. Y un hombre puede causarle a una mujer un rapto.
Entonces la oscilación de las dos acepciones es importante, porque esto puede ir en la dirección en la cual hay algo ahí que puede ser un rapto –en el sentido descriptivo de un goce muy especial, extático, un deslumbramiento, una captura, enamorada, que no se sabe qué le pasó–, y eso mismo es por otro lado un estrago.
La otra traducción posible que se está generalizando ahora, a partir de este comentario de Miller, es el término devastación. Por supuesto devastación tampoco nos da la equivocidad de lo que quiere decir también del lado ravage hacia el rapto, la captura como les decía, el transporte, el ser repentinamente ella transportada.
La ventaja del término devastación es que incluye cierta lógica, más allá de los distintos sentidos de las palabras. Hay que entender por estrago, por esa acción de devastación, algo que no tiene límites.
Si se pierde ese matiz de sentido se pierde el porqué Lacan buscó este término para referirse a dos problemas de la mujer: con la madre, con los hombres.
Digamos que, si ustedes tienen un territorio bien definido, no importa la extensión que tenga, pero saben la frontera que tiene, y se dedican a una acción de destrucción de todo lo que hay en ese sector, pero sabemos que no se pasa de la frontera, no sería estrictamente el sentido de devastación o de estrago que le interesa a Lacan. En cambio, si no se sabe si eso se puede extender, y extender, y extender, entonces tendríamos el sentido fuerte de una devastación. El punto clave es la ausencia de límites.
Por eso Lacan dice bien cuando piensa qué puede llegar a ser un hombre para una mujer, que él no puede ser un
sinthome , porque sinthome es algo bien acotado. Si dice un sufrimiento –su peor es nada, si lo tomamos en esos términos–, o estrago, quiere decir que es un sufrimiento que no tiene límites. Es en eso que se inicia esa acción devastadora.
La característica es la ausencia de límites en una u otra dirección, independientemente de que se subjetiviza positivamente como un goce muy especial, o que eso mismo sea vivido en un sufrimiento muy especial.
Volveremos a comentar este matiz que es simplemente una articulación de la doctrina de Lacan sobre la feminidad. Lo que está detrás de esa palabra ravage o estrago es una manera de articular algo que no tiene nombre, porque cuando las cosas tienen un nombre ya tienen un límite, que lo ubicamos hipotéticamente en psicoanálisis como la cuestión del goce femenino, que en una ocasión así la mejor manera de presentarlo es al modo en que lo presenta Lacan en el Seminario Aún (6), que es justamente de una manera hipotética. No sabemos si eso existe, pero si existiese sería una cosa diferente a los goces pulsionales, a los goces fálicos que el psicoanálisis estudia. Su diferencia crucial es que todo el goce que el psicoanálisis puede estudiar, encontrar su lógica, y ver su papel en el síntoma, es un goce para el que existe límite. Y si es que hay otra cosa que se ubica con el nombre de feminidad, de goce femenino, tiene que ver con la ausencia de límites, con la lógica del no-todo.
Entonces distingamos eso que no está en el término estrago y en su uso coloquial, ni tampoco exactamente en devastación. Si ella tiene un límite, no está en juego su feminidad, y dice: “Realmente este tipo me ha hecho un estrago porque me vendió el departamento que le puse, me dejó sin un centavo, se llevó todos los muebles, se llevó los niños, y además habló mal de mí y he perdido el trabajo. Me ha devastado”. Pero si eso está limitado de todos modos, bien, “¿que más me puede hacer? Ya me las hizo todas”, así que se traza un límite, “más no me puede hacer”. No es un caso de estrago en el sentido de Lacan, sí en un sentido de diccionario.
La devastación es tremenda porque es que ella sabe que, a pesar de todo eso, es más, y más, y más lo que le puede seguir haciendo, porque no tiene límites. Y es un problema en análisis, y para los familiares, para las amigas, donde todos le pueden decir: “Ponete un límite, basta”. Ella dice: “Sí, sí, sí”, y lo ve en la esquina, y la devastación continúa. Es decir que no hay palabra que logre detener ese estado amoroso que la transporta, que la rapta, que la rapta de sí misma, porque en el sí misma desde el punto de vista de sus ideales, de la parte de cordura, etcétera, si uno la sugestiona un poco reconoce todo a nivel de los límites, puede reconocer que mucho antes ella tendría que haberle puesto un límite. Bueno, todo eso muy bien, y ella lo cree, se lo aprende de memoria, lo repite y dice: “Voy a hacer así”. De pronto, otra vez sucede el rapto, la captura que la transporta. Otra vez comienza ese campo en el cual la característica es lo que no va a tener límite, lo ilimitado, lo que nunca es definible con una frontera como un todo, como un conjunto cerrado.
Otra manera lógica de decirlo es que es algo a ubicar siempre en un conjunto abierto. En un conjunto abierto la devastación no tiene límites.
He empezado por la segunda frase para indicar que no debe ser entendida desde el punto de vista del sujeto histérico. Es una frase de Lacan que indica el sentido fuerte del enigma de una mujer en cuanto a su feminidad. Así que escapa a todo lo que podemos situar a partir de Freud y Lacan en la mujer, de lo que en ella entra en la medida fálica, en el Edipo, en la castración, en sus rivalidades de tener o no tener, en su posición de representar la mascarada fálica. Todo eso tiene una problemática perfectamente ubicable en análisis, con sus síntomas. Desde ese punto de vista sí se podría decir que también un hombre puede ser síntoma para ella, pero en la parte que ubicamos freudianamente, como ella en tanto sujeto de deseo, coordinada al significante fundamental del deseo que es el falo.
Les advierto esto porque, si no, se confunde la frase. Esta es una frase donde Lacan lleva al máximo la oposición entre la posición masculina y la femenina propiamente dicha. No lo que ella tiene también y exactamente igual que los hombres en cuanto a su deseo fálico. Sólo en ese extremo tiene sentido decir que en la condición lógica masculina no hay nunca conjunto abierto e ilimitado, la condición de su goce tiene otras características perfectamente localizadas.
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