Este libro es apenas un tramo del camino que representa el estudio de la vida, la obra y las ideas de Carlos Correa. Se espera que contribuya al conocimiento y la valoración del legado del artista y sirva para futuras indagaciones, que en últimas logran enriquecer el campo de la historia del arte regional y colombiano.
1La carretera de la circunvalación (1964), Acueducto de Cali (1964), El circo (1965), Las inundaciones del Cauca (1967), Hermana de la anunciación (1968) y Espantapájaros (1968).
2El artista escribió a mano un diario, Diario del pintor, que da cuenta del proceso de ejecución de algunas de sus pinturas, además de las tres series de grabados. Carlos Correa, Diario del pintor (1951-1984) [inédito], Archivo Carlos Correa, catálogo 0360, Sala Antioquia, Biblioteca Pública Piloto, Medellín.
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Contexto sociopolítico y artístico
en la época de formación y consolidación de Carlos Correa
El presente capítulo trata de manera general los hechos y las circunstancias de la sociedad, la política, la economía y el arte nacional de la primera mitad del siglo xx, que sirven de contexto a la comprensión del proceso de formación y consolidación del artista. Se aproxima a la definición de conceptos clave como realismo y modernidad, que, como se verá en el desarrollo del libro, son rasgos ineludibles de la obra de Carlos Correa. Los años de formación artística y consolidación de su trayectoria corresponden al periodo que inicia con los estudios en el Instituto de Bellas Artes de Medellín y termina con la afirmación de su realismo expresionista, evidente sobre todo desde la primera serie de grabados.
La sociedad, la política y la economía de la primera mitad del siglo xx
Carlos Correa (1912-1985) vivió y realizó su obra en una época en la que el Estado se regía por la Constitución Política de 1886. Esta era de profunda raíz conservadora y estipulaba la centralización radical del poder en torno al presidente de la República. Además, declaraba el catolicismo como la religión oficial y consagraba la jerarquía eclesiástica como la mano derecha del poder central, así como el instrumento clave para mantener el orden social.1 Rafael Núñez, responsable de la proclamación de la carta magna, era la figura que personificaba el modelo ideal de político colombiano, hasta los años de la República Liberal que inició en 1930. En ese momento hubo en el país una hegemonía del conservatismo, la Iglesia era la responsable exclusiva de la educación y la cultura, y su visto bueno prácticamente era requisito para que los ciudadanos llevaran a cabo la mayoría de las cosas. A lo largo de la primera mitad de siglo los liberales eran considerados ateos, diabólicos, masones, comunistas, personas extrañas y no gratas.2
Hacia 1920 Colombia se convirtió en el segundo productor de café del mundo, detrás de Brasil. Las exportaciones del grano permitieron acumular capital propio que hizo posible la fundación de diversas empresas que son íconos de la industria nacional: Fabricato, Coltejer, Postobón, Bavaria, Noel, Tropical Oil Co. (esta última disuelta y liquidada en 1951).3 En 1922 Estados Unidos otorgó a Colombia una indemnización de veinticinco millones de dólares por la pérdida de Panamá, un hecho ocurrido en 1903 luego de la Guerra de los Mil Días. Este dinero permitió la ejecución de obras públicas como carreteras y ferrocarriles. También entraron grandes inversiones de norteamericanos, especialmente para el sector petrolero. Así ingresaba el país a la era del capitalismo.4 En este contexto se desarrollaron ideologías estimuladas por la Revolución de Octubre. El socialismo y el anarquismo convocaban a los estudiantes, trabajadores, intelectuales y políticos;5 se formaron organizaciones de proletariado que contaban con el apoyo y la vocería de sindicalistas e intelectuales marxistas como María Cano e Ignacio Torres Giraldo.6 No solo se trataba de acoger la causa de los obreros (un grupo social poco numeroso, apenas naciente en el país), también la de los artesanos y los campesinos, cuyo número era importante7 (estos últimos luchaban contra los grandes propietarios de tierras), y la de los indígenas, representados por líderes reconocidos como Quintín Lame.8
A finales de la década ocurrieron dos eventos que representaron fracasos imperdonables de la hegemonía conservadora, y motivaron las luchas obreras y estudiantiles de la década siguiente: debido a las huelgas de los ciudadanos y a las medidas represivas del gobierno de Miguel Abadía Méndez, en diciembre de 1928 tuvo lugar la Masacre de las Bananeras de Ciénaga, Magdalena, en las instalaciones de la empresa estadounidense United Fruit Company. Soldados liderados por el general Carlos Cortés Vargas dispararon a los trabajadores que reclamaban mejores condiciones laborales. El otro evento sucedió en junio de 1929: en las marchas estudiantiles en Bogotá el abogado en formación Gonzalo Bravo Pérez fue asesinado por la policía.9 Con respecto al primer evento, el joven parlamentario Jorge Eliécer Gaitán dio a conocer todos los detalles en sus intervenciones ante el Congreso, a principios de 1929.10 El artista Pedro Nel Gómez, profesor y amigo de Correa, inmortalizó los dos sucesos en el mural al fresco La República (1937), conservado en el actual Museo de Antioquia, antiguo Palacio Municipal de Medellín.
Entre 1930 y 1946 gobernó la República Liberal. Durante ese tiempo los dirigentes liberales, especialmente los que rodeaban a Alfonso López Pumarejo, pusieron en marcha diversas reformas que buscaban conciliar las relaciones entre los trabajadores y los patronos, atendiendo a las demandas más sentidas de los primeros. Las demandas ya no eran consideradas problemas de orden público, como pasaba antes de 1930, sino acciones sociales legítimas.11 Entre las reformas iniciadas por los presidentes Olaya Herrera y López Pumarejo contaban las que reconocieron el derecho a la huelga, propusieron la jornada laboral de ocho horas y el domingo como día de descanso, el pago de las horas extras y diversas prestaciones sociales.12 Se propuso transformar la mentalidad religiosa, apostando por una educación laica y por la libertad de culto. Se combatió el analfabetismo con la implementación de la educación primaria obligatoria y gratuita. Se posibilitaron los espacios para difundir nuevas corrientes filosóficas y científicas y se instituyó la libertad de cátedra universitaria.13
No obstante, la República Liberal no fue un periodo libre de problemáticas sociales, económicas y políticas. Por ejemplo, a causa de la crisis mundial de 1929 se suspendieron numerosas obras públicas en el país, lo que ocasionó desempleo y malestar social. A esta situación se sumaban los ecos de la represión ejercida por el último gobierno conservador.14 Entre 1933 y 1934 hubo una disminución de salarios en todo el país; a raíz de esto, en la ciudad de Medellín se redujo casi un tercio el número de obreros. Se organizaron huelgas en el sector de transporte, como fue el caso de los ferroviarios de Antioquia, que se manifestaron en junio de 1934.15 En 1936 hubo huelgas de trabajadores de Coltejer y Rosellón.16
En la primera mitad de la década los obreros y campesinos tuvieron el apoyo político del Partido Comunista17 y de la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (unir).18 Esta última fue fundada por Jorge Eliecer Gaitán en 1933, y disuelta en 1935. Ambas fuerzas políticas y el Partido Liberal se disputaban la representación de los sectores populares. El Partido Comunista apoyaba y buscaba el respaldo especial de los panaderos de Bogotá y los zapateros de Medellín, y en el periodo 1930-1932 convocó marchas contra el desempleo y el hambre.19 Sin embargo, hacia 1935 el partido perdió influencia entre los trabajadores, cuando los sindicatos se multiplicaron al lograr la protección oficial del gobierno de López Pumarejo. Muchos comunistas no aceptaron el acuerdo porque según ellos implicaba que el control del sindicalismo lo tendrían los patronos.20 Entre los dirigentes del Partido Comunista estuvo Luis Vidales,21 intelectual que comentó la obra de Correa a comienzos de los años cuarenta.
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