Nicolás Castellanos Franco
Ser hoy persona humana y creyente
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ISBN: 9788428564069
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En memoria y gratitud a Carmela Mediavilla, «mujer nueva», excelente profesional, amiga de los pobres del Plan 3000.
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia
Prólogo
No estoy seguro de si este libro aporta algo significativo, si puede ayudar a alguien o si puede llegar a ser una pequeñísima lucecita en el camino. No lo sé. No quisiera hacer perder el tiempo a nadie.
Pero desde mi sentido de la amistad, con el que he recorrido la peripecia humana, por si te sirve, quería compartir contigo estos trozos de vida, de utopía, de experiencia martirial, pascual, liberadora. Y, si no te sirven, te pido disculpas y seguimos como amigos en la búsqueda del sentido, que siempre termina en el totalmente Otro y en una humanidad más integrada, coherente, sencilla, compartida, dignificada, abierta, humanizada y provocadora, que empuja la historia hacia delante.
La conciencia colectiva postula, con apremio, dos cosas: en primer lugar la recuperación de la persona humana en toda su identidad y cuadro de valores. Parece que se nos ha olvidado que lo primero de todo es empezar por ser persona, que ejerce la libertad, practica la bondad y busca el bien común. Desde ahí se levanta un humanismo personalista, solidario, comprometido, que se mueve en un entorno social integral e integrado, sano, justo y ecológico, donde cuenta la dignidad y respeto a la persona; en definitiva, cristiano. Esto no se consigue, si no se desarrollan en cada persona actitudes alocéntricas, maduras, adultas, y donde el restringido mundo del ego captativo, egocéntrico, posesivo, individualista y violento y sea superado o reducido a la mínima expresión. Y aquí se llega mediante procesos graduales de educación y aprendizaje del arte del bien vivir que exigen esfuerzo, entrega y lucha hasta conseguir la liberación interior de todas las esclavitudes y sometimientos irracionales. El camino es razón, bondad y religión.
En segundo lugar, la otra gran preocupación es el nuevo paradigma de Iglesia, que tiene por objetivo, hacer presente en el mundo de hoy, la Buena Nueva del Reino. Entonces el anuncio del Evangelio, evangelizar es llevar la Buena Nueva al que no la tiene. Eso es lo esencial; entonces, si lo esencial de la Iglesia es evangelizar, llevar la Buena Nueva, al que no la tiene, un tema de fondo es la renovación radical en los contenidos y modos de evangelizar.
Ser persona en plenitud y llevar la Buena Nueva al que no la tiene culminan con las bienaventuranzas. El seguidor de Jesús tiene que ser dichoso (makários), que en la literatura griega significa la «felicidad plena de los dioses». Los autores griegos Platón, Plutarco... afirmaban que Dios es la dicha.
Los valores más significativos que aporta Jesús a la humanidad son las bienaventuranzas. Estas ponen la vida al revés.
La felicidad plena que todos anhelamos alcanzar, no se consigue mediante la riqueza, el poder o el éxito. Se logra cuando nos unimos a los demás para conseguir la dignidad humana para todas las personas, para asegurar la paz que nace de la justicia, para ejercer la bondad sin medida que nunca se cansa de hacer el bien y está atenta a lo que la otra o el otro necesitan.
No olvidemos que la bondad, que es lo que define el carácter y naturaleza de las bienaventuranzas, termina con la bienaventuranza de la persecución. Así lo muestran esas situaciones frecuentes de perseguidos, censurados, odiados, mal interpretados y hasta calumniados. Y concluye ese profeta real de nuestro tiempo, José María Castillo, entonces puedes ir por la vida con la seguridad de que tu presencia contagia la bondad de Jesús. Siempre actuaba así con todos, incluso con aquellos a quienes censuraba a pesar de no contagiar felicidad, sino mentira.
En todo caso se trata de que las diferencias no se conviertan en desigualdades, pues todos somos diferentes pero todos tenemos los mismos derechos: «Cuando esta igualdad se convierta en seguridad, entonces perdemos todos los miedos».
Por ahí quiere discurrir el discurso, el pensamiento y la praxis de nuestro libro Ser hoy persona humana y creyente. Nos interesa poner sobre la mesa los dos temas esenciales: la persona humana y la renovación evangelizadora.
Creo que eso es lo esencial y la clave del nuevo paradigma de Iglesia en el siglo XXI. Y ese es el itinerario que nos está trazando el obispo de Roma, el sucesor de Pedro, Francisco. De esto tengo experiencia en mis 13 años de pastor y obispo de Palencia. No hablo de memoria, sino desde la praxis pastoral.
Los contenidos que te presento reflejan caminos recorridos, jirones de vida desgarrados, noches oscuras y noches rutilantes, emprendimientos y fracasos, esperanzas levantadas y desilusiones caídas. En el camino de los pobres sobran gratificaciones y abundan las decepciones, tardes grises de Viernes Santo y levantes pascuales: el misterio de la Cruz y de Pascua, del Señor crucificado, resucitado y entronizado. Pero todo es gracia y todo es don, y lo nuestro es seguir al Maestro, tras sus huellas martiriales.
Te ofrezco motivos profundos para vivir con sentido plenamente humano, abierto a la trascendencia. Creo que hoy necesitamos personas libres, responsables, solidarias, abiertas, que contagien ganas de vivir, con alegría, pero desde razones ontológicas, teológicas, humanas y existenciales.
Urge poner sobre la mesa la sensibilidad ecológica, resolver la deuda ecológica, orgullecernos de ser persona, de la naturaleza, de la vida, fuente de amor y placer. Sentirnos agradecidos por ese torrente de vida y amor con que nos envuelve Dios.
Una fe personal y personalizada, como adhesión agradecida y ofertada, que abre horizontes de vida compartida, se traduce en la «jovialidad de la fe de un obispo».
La Iglesia mirando al Sur recuperó el rostro genuino del Resucitado en Aparecida, y bajo el aliento del obispo de Roma y sucesor de Pedro, Francisco, del que esperamos además de sus fecundos gestos y palabras, hechos proféticos, rupturas y consolidación evangélica de la Iglesia hacia el Reino, tal como lo trazó Jesús de Nazaret, pero en nuestro tiempo. Por imperativo y por experiencia gozosa ese modo de ser persona, humana, creyente, convencida, en otra Iglesia, con otro rostro sensible al mundo de hoy, sin renunciar a sus identidades marcadas por Jesús, tiene que afrontar el compromiso de las voluntarias y voluntarios que levantan esperanzas entre los pobres, excluidos, «lo sobrante», en definitiva, en todas las personas más vulnerables.
Creo que nos podemos hacer visibles y significativos para construir el Reino en pequeños gestos de ternura, cercanía, cariño, abriendo caminos samaritanos de alivio, esperanza y amor.
Solo la bondad y la belleza nos humanizan, trascienden y dan sentido pleno a nuestra vida. Compartir estos valores fundamentales contigo en este momento histórico es sumarnos en esa complicidad de ir haciendo pequeños relatos liberadores que siembren alegría, paz y ganas de vivir.
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