1 ...8 9 10 12 13 14 ...28 —Eso no es verdad —respondió el señor, justo en el momento en que la maestra de ceremonias rogaba silencio.
El académico continuó analizando los resultados del estudio en un tono cada vez más pesimista. La crisis económica se había cebado con el sector periodístico español causando, entre otros males, el debilitamiento de la independencia de los medios y de los periodistas, sometidos cada día más a la creciente presión de los poderes fácticos, ávidos de convertir la información en propaganda, las críticas en elogios y la información en desinformación.
—La precariedad laboral, el subempleo en los salarios, no bajos, sino ínfimos, atentan directamente contra la libertad de los periodistas de una manera gravísima —resaltó—. Sin libertad de criterio, se atenta contra el derecho del ciudadano a recibir información libre, y otro dato importante es que ya son autónomos más del veinticinco por ciento de los profesionales.
—Eso es... tan falsos como son muchos empresarios —le dijo Cortés en voz queda a su amiga, pero tratando de que el señor trajeado le escuchara.
—No se puede generalizar, hay de todo en todos los sitios —volvió a intervenir el tipo, que hizo entrechocar los anillos otra vez: «plac, plac, plac».
—¡Mentira! —soltó en voz alta Cortés mirando fijamente al tipo trajeado y retándole a responder—. Todos son iguales. Los directores de Comunicación son los peores. Se debería crear un «observatorio de las presiones» para profundizar sobre este tema.
—Pues en la mayoría de los casos son periodistas como tú —volvió a protestar el señor trajeado.
—Pero ¿qué dices? Nunca. Ellos solo son propagandistas y unos manipuladores natos.
—¡Qué ignorante! —repuso el sujeto.
—¿Ignorante? —Cortés sintió que su cavidad bucal se llenaba de bilis—.
—Eso dímelo a la cara, pero fuera de aquí.
«Silencio, por favor», se oyó desde el megáfono.
Lidia agarró del brazo a Cortés, visiblemente enojado. En ese momento, Palacios comentó que los periodistas que trabajaban en medios de comunicación periodísticos y los que se dedicaban a la Comunicación pura y dura se distribuían en unos porcentajes cada vez más similares.
—¿No ves? Ambos periodistas —le comentó el señor con un deje de triunfo en la voz.
Tras la exposición de los datos referentes al estudio de Palacios, la maestra de ceremonias indicó que tocaba homenajear a una periodista que se jubilaba: Eva Fallarás.
Cortés aplaudió con ganas. Fallarás había sido su mentora, y siempre le decía, bromeando que, si ella hubiera sido más joven, lo hubiera intentado «cazar».
Admiró su melena pelirroja y apreció, aun en la lejanía, el brillo inteligente de sus ojos azules. Pese a su edad todavía mantenía un gran atractivo; y, además, nunca había tenido pelos en la lengua. La periodista comenzó agradeciendo el reconocimiento que le dispensaban y recordando las palabras que había pronunciado, hacía más de un siglo, John Swinton, entonces preeminente periodista de Nueva York.
—Era el invitado de honor de un banquete celebrado por los líderes de su profesión —refirió Fallarás—. Alguien a quien no conocían ni la prensa del momento ni el propio periodista homenajeado, que propuso un brindis «por la prensa independiente». Permitidme citar de forma literal la respuesta de John Swinton, que no tiene desperdicio —comentó la veterana periodista—: «No existe lo que se llama “prensa independiente”, a menos que se trate de un periódico de una pequeña villa rural. Vosotros lo sabéis y yo lo sé. No hay ni uno solo entre vosotros que ose expresar por escrito su más sincera opinión, pero si lo hiciera, sabéis perfectamente que vuestro escrito no sería publicado nunca. Me pagan ciento cincuenta dólares semanales para que no publique mi honrada opinión en el periódico en el cual he trabajado tantos años. Muchos, entre vosotros, reciben salarios parecidos por un trabajo similar, y si uno cualquiera de vosotros estuviera lo suficientemente chiflado para escribir su honrada opinión, se encontraría en medio de la calle buscando un empleo cualquiera, exceptuando el de periodista.
El trabajo de periodista en New York consiste en destruir la verdad, mentir claramente, pervertir, envilecer, arrojarse a los pies de Mammón, vender su propia raza y su patria para asegurarse el pan cotidiano. Vosotros lo sabéis, y yo lo sé; así pues... ¿A qué viene esa locura de brindar a la salud de una “prensa independiente”? Somos las herramientas y los lacayos de unos hombres extraordinariamente ricos que permanecen entre bastidores. Somos marionetas, somos sus títeres; ellos tiran de los hilos y nosotros bailamos al son que ellos quieren. Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas son propiedad de otros hombres. Somos prostitutas intelectuales».
Otro murmullo se extendió a través del salón donde se celebraba la gala. La homenajeada concedió unos segundos a la audiencia y prosiguió.
—Con esta frase: “Somos prostitutas intelectuales», acabó el afamado periodista su discurso —remarcó Fallarás—. Qué os parece, ¿estáis de acuerdo?
La sala del auditorio se convirtió en un hervidero de comentarios de todo tipo. Unos se mostraban indignados; otros, como Cortés, le daban la razón, aplaudiendo en pie de forma enérgica. El señor trajeado reía con ganas.
—Frente a estas amenazas —prosiguió Eva Fallarás—, el oficio pervive y lucha por ser el testigo y el muro contra el que han de estrellarse siempre todas las tiranías. El futuro de la prensa está asegurado porque es uno de los cimientos fundamentales de un sistema democrático. Y si no hay periodismo libre, no hay democracia. Independientemente de los cambios que se han producido en la profesión debido a las nuevas tecnologías, los principios continúan siendo idénticos. En cualquier caso, la situación sigue siendo grave, dramática, pero deja lugar para la esperanza, como esas fantásticas iniciativas de periodistas emprendedores que se niegan a quedarse parados, como la que vamos a conocer y reconocer a continuación. Y, además, seguimos siendo nuestros mayores críticos. Continuamos defendiendo los valores clásicos del periodismo y las cualidades indispensables para todo periodista: disponer de instrumentos intelectuales para comprender la realidad, capacidad de expresión y máxima honestidad. Muchas gracias y buenas noches.
La ovación del auditorio fue enorme y estruendosa. Algunos comenzaron a levantarse, como el propio señor trajeado que tanto había incordiado a Cortés. Este, para no ser menos, hizo lo mismo, y se quedó de piedra cuando vio que el desconocido respondón se encaminaba hacia el pódium para subirse a él y darle un fuerte abrazo a Eva ante la confusa mirada de Cortés. Los anillos del tipo resplandecían como soles.
—No me lo puedo creer —gimió él—. ¿Qué hace Fallarás con ese individuo?
—Cortés se echó las manos a la cabeza—. Poderoso caballero, es don Dinero…
—La pasta manda, ojazos —rio Lidia.
La maestra de ceremonias anunció que, a continuación, se iba a reconocer a uno de los casi trescientos nuevos proyectos periodísticos que tenían contabilizados desde principios de 2008.
—No vamos a entrar en si es bueno o no que un periodista se convierta en editor —aclaró la presentadora—. Ambos representan dos figuras totalmente distintas y diferenciadas hasta ahora, aunque cada vez estén más cerca, lo que encarna algunos peligros de los que nosotros deberíamos huir. Pero el camino tomado por los periodistas supone el único que en estos momentos parece transitable. Damos la bienvenida al financiero Pedro Campo, cofundador y mecenas de Actualidad Digital y uno de los empresarios que más está haciendo por el periodismo.
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