Marcos David González Fernández - Muerte en el crepúsculo

Здесь есть возможность читать онлайн «Marcos David González Fernández - Muerte en el crepúsculo» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Muerte en el crepúsculo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muerte en el crepúsculo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tres personas están a punto de librar una entrañable confrontación personal luego de que
un rastro de cadáveres consternara a las autoridades que, habiendo encontrado lo que parece ser un mensaje acompañando a cada escena del crimen, despierta una obsesión en el jefe Guadarrama: un tipo solitario, duro, al borde de la amargura, y a quien la vida parece haber arrebatado demasiado.Guadarrama intentará resolver la inexorable relación entre el asesino y los cuerpos encontrados. Antonio se verá inmerso en una lucha interior entre proteger al amor de su vida, por un lado, o seguir su propia brújula moral y exponer el crimen que guarda como un secreto quemándole las entrañas, por el otro. Asimismo, Olivia tratará, a toda costa, de enterrar en el pasado aquello que condujo a su vida a un terrible punto de inflexión; un laberinto de dolor que pareciera no tener final… hasta ahora.Descubre cuál es la relación entre estos personajes en esta novela que
combina el suspenso con las características propias del género negro.

Muerte en el crepúsculo — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muerte en el crepúsculo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Muerte en el crepúsculo

D93

Marcos David González Fernández

Muerte en el crepúsculo

D93

Cualquier forma de reproducción distribución comunicación pública o - фото 1

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

© Marcos David González Fernández (2019)

© Bunker Books S.L.

Cardenal Cisneros, 39 – 2º

15007 A Coruña

info@distrito93.com

www.distrito93.com

ISBN 978-84-17895-93-8

Depósito legal: CO 518-2020

Diseño de cubierta: © Distrito93

Fotografía de cubierta: © AdobeStock/PT88

Diseño y maquetación: Distrito93/Priscilla Doris Baidoc

La editorial y el autor agradecen a

las siguientes personas: Marina

Tortosa Díaz, Fernando Aragón

González, Brando Gutiérrez

Guerrero.

«Puedes tener justicia

o puedes tener venganza.

Pero no ambas cosas.»

Devin Kalile Grayson

1

Cuando entraron en la habitación, un penetrante olor a pólvora impregnaba todo el ambiente en el interior. Al fondo, sobre el catre en el que probablemente solía dormir, estaba el cuerpo sin vida de, según figuraba en su identificación, Nicolás Fábregas. El detective en jefe de la investigación, Juan Guadarrama, pudo apreciar en el cuerpo casi desfigurado del occiso que había recibido varios balazos, al parecer de gran calibre:

—380… tal vez 45 milímetros —le soltó el perito en balística que había acudido junto con él a la escena del crimen.

—¿Y los casquillos? —señaló Juan Guadarrama sin dejar de sostener un cigarro apagado entre sus colmillos y haciendo una mueca al hablar.

—No los veo por ningún lado…

Aquello solo podía indicar dos cosas, pensó Juan: o el occiso no había recibido los letales balazos en aquel sitio o bien alguien se había llevado los casquillos para esconder huellas o cualquier pista que pudiera inculparlo. Pero, ¿qué pasaba con el penetrante olor a pólvora? Era evidente que lo habían matado en aquel lugar. Por lo menos media docena de tiros le habían caído encima a Nicolás Fábregas antes de que su espíritu abandonara su maltrecho cuerpo.

Sí, todos los tiros habían dado en el torso. Seguramente había muerto al instante, apuntó mentalmente Juan mientras se acercaba al cuerpo ensangrentado de manchas marrón y sangre coagulada del tal Nicolás.

—Un tirador experto —señaló Juan al perito que se acomodaba los guantes de látex para examinar mejor el cuerpo en busca de algún indicio que arrojara algo de luz al crimen que se había perpetrado en aquella habitación. Una habitación olvidada de un edificio en el centro de la ciudad.

No era ningún secreto que durante los últimos días el índice del crimen se hubiera disparado durante esos años. En los escritorios de los pocos detectives y agentes se acumulaba el trabajo por medio de inmensas pilas de carpetas de investigación de robos, asesinatos, tráfico de drogas… ¡Era una locura!

Sin embargo, aquel crimen había despertado el interés de Juan Guadarrama, pues trataba de recordar de dónde le parecía familiar aquel rostro bañado por gotas de sangre sobre una expresión de asombro que, aún con los ojos abiertos de par en par, parecían retener la imagen del perpetrador en los confines de una mente que se había secado durante los últimos instantes en los que su corazón se fue dando por vencido para no volver a latir jamás.

Miró alrededor. No había muchos objetos ni muebles en el apartamento. No era más que un cuartucho demasiado grande con su propio baño; un catre y un viejo aparato de discos de vinilo todavía girando sobre el tornamesa. La última frase del coro de una canción de un famoso cantautor se repetía una y otra vez:

«No te puedo olvidar…»

Así sonaba la frase y se seguía repitiendo hasta que Juan se acercó al aparato y, después de garabatear esa línea en su pequeña libreta de apuntes, levantó la aguja, deshaciéndose de la música con un barrido para volver a colocar la aguja en su sitio. El disco fue dejando de girar, perdiendo impulso lentamente.

Juan siguió con la vista el circular movimiento del disco hasta que se detuvo por completo, como si con ese hecho una idea se asentara en su cabeza:

«No te puedo olvidar. No te puedo olvidar…»

Un escalofrío recorrió rápidamente su médula haciendo que los vellos de su espalda se erizaran.

—Me temo que se trata de un asesino serial.

Su voz fue apenas perceptible, como si estuviera hablando consigo mismo, pero no lo suficiente para que el perito, que se encontraba a unos pasos de distancia, pasara por alto aquella sentencia.

—¿Qué se lo hace suponer, detective? —preguntó el perito dejando de hacer lo que fuere que en aquel momento se encontraba haciendo.

Juan se quedó mirando el aparato de música con la mirada perdida, sin duda transportándose a otro momento. A otro lugar, quizá.

—Nos ha dejado el primer indicio de su jueguecito: «No te puedo olvidar…» —repitió la frase que acababa de apagarse con el aparato que tenía frente a sí—. Es solo cuestión de tiempo para que demos con otro fiambre en alguna pocilga como esta —dijo levantando las manos en un gesto de hastío por la inmundicia del sitio.

Sin embargo, ¿quién era aquella víctima que yacía sin vida sobre aquel catre?

Por más que Juan trataba de recordar, ese rostro con aquella expresión de sorpresa se le escapaba entre los hilos de su memoria. Una y otra vez se esforzaba por traerlo de nuevo a la mente en otro escenario, en otro contexto, pero el resultado era siempre estéril, por lo que terminó desechando la idea de tratar de recordar, debido a la frustración al no poder conseguirlo.

Juan dejó a los peritos trabajando en la escena del crimen luego de tomar algunas notas en su libretita de bolsillo. Al salir del vetusto edificio las aletas de su nariz se insuflaron al chocar en el exterior con aire limpio. Respiró hondo varias veces hasta que sintió que había salido de sus pulmones hasta el último resquicio de hedor a pólvora e inmundicia. Siempre era lo mismo en cada escena del crimen: un ambiente encerrado y viciado por el olor a sangre, a cuerpos en descomposición, a todo tipo de condiciones infrahumanas.

Si supiera hacer otra cosa en su vida que no fuera perseguir criminales, ya habría cambiado de oficio desde hacía mucho tiempo, pensó. Pero en realidad era bueno en lo que hacía y, llevado por la inercia de la costumbre, cada mañana se entregaba a sus labores sin cuestionarse siquiera para qué otra cosa podía ser útil en la vida.

2

Ya habían pasado varias horas desde que, de manera anónima, Antonio dio aviso a la policía para que encontraran el cuerpo de Nicolás Fábregas sobre aquel maltrecho catre. Había llegado apenas le habían asesinado. Nauseabundo y frustrado todavía pudo ver cómo la sangre brotaba a través de las heridas de la víctima. Nada hubiera podido hacer para impedir que muriera. Había llegado tarde. ¡Demasiado tarde!

Conocía al asesino.

Lo conocía lo suficiente para denunciarlo. Para que dieran con su paradero y los sentenciaran a cadena perpetua en un agujero del demonio en alguna de las prisiones del país. No obstante, su intención no solo era impedir que siguiera cometiendo crímenes, sino que no lo agarraran en el acto.

También conocía su móvil, al menos remotamente. Algo le había contado alguna vez sobre lo que le hicieron hacía mucho tiempo, pero no había entrado en demasiados detalles. Incluso él lo comprendía, por eso sentía que su trabajo no era denunciarlo con el Departamento de Policía, sino hacerle desistir sin que el asesino fuera privado su libertad. No lo quería encerrado. Era lo último que quería, pero ahora las cosas se estaban desquiciando y este asesino se perfilaba a perder el control de la situación. Había pasado del plan a la ejecución de forma tan violenta como dramática. Y, cuando la conducta era gobernada por la pasión, el desenlace no solía ser el esperado. Demasiados factores intervenían para que el plan original no saliese como se había pensado. La pasión cegaba, como el amor. Distorsionaba. Tergiversaba la realidad e interponía un velo de locura ante lo que se miraba.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muerte en el crepúsculo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muerte en el crepúsculo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Maria Jesús González Fernández - Invierno
Maria Jesús González Fernández
David González Jara - Las moléculas de la vida
David González Jara
Gustavo Adolfo González Rodríguez - La muerte de la bailarina
Gustavo Adolfo González Rodríguez
Erasmo González - Emiliano R. Fernández
Erasmo González
David Gómez Fernández - El sentido del camino
David Gómez Fernández
David González Martín - Diez años y el vivir
David González Martín
Manuel Fernández y González - La vieja verde
Manuel Fernández y González
Manuel Fernández y González - El manco de Lepanto
Manuel Fernández y González
Отзывы о книге «Muerte en el crepúsculo»

Обсуждение, отзывы о книге «Muerte en el crepúsculo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x