Mateo Fernández Pacheco Martín - Tagherot

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Emiliano Caridad, desde España, envía relatos eruditos, irónicos, del mundo antiguo y de su esplendor, a la hija de unos amigos íntimos, Violeta, una joven de nuestros días, llena de luz, sensible y hermosa, que vive temporalmente en La Habana.
También ella nos cuenta lo que ve, lo que siente, la apariencia y la realidad increíble, de la Cuba honda, la de la piel pegajosa, la Cuba risueña y desconcertante. La Perla del Caribe, llena de problemas y llena de estímulos, la de María la Gorda y la de Baracoa, la de la calle Amargura y la calle 23, y la del Temporal del Norte en el Malecón, vacío, húmedo, ventoso, violento, caballero.
Con una voz propia, con una sensación física y vital, llena de viento y de salitre, de lluvia caliente, libre de tópicos y de prejuicios, se nos muestran dos mundos, o muchos, uno actual y los otros tan vívidos como la realidad presente.
Es el momento de la dulce felicidad de Violeta, la visión cínica y misteriosa del diplomático Tom, la resignación y serenidad de Máximo, mientras La Habana y toda Cuba giran alrededor, sin que lleguemos a entender las claves de un universo oculto, y en el que sólo el amor y la lucidez permiten la alegría de vivir.
Tagherot es un collado, un desfiladero, un puerto, una garganta, un camino elevado del Atlas de Marruecos, por el que conseguiremos cruzar a unos mundos diferentes.

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Tagherot

Mateo Fernández Pacheco Martín

© Tagherot

© Mateo Fernández Pacheco Martín

ISBN ebook: 978-84-18411-67-0

Editado por Tregolam (España)

© Tregolam (www.tregolam.com). Madrid

Calle Colegiata, 6, bajo - 28012 - Madrid

gestion@tregolam.com

Todos los derechos reservados. All rights reserved.

Imágen de portada: © Shutterstock

Diseño de portada: © Tregolam

1ª edición: 2021

Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o

parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni

su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico,

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escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos

puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

Al final el hombre es salvado por la pura inteligencia llena de amor y de deseo (Gazali).

Capitulo 1

En el norte de África, en Marruecos, se extienden unas montañas que superan en su parte más elevada los 4000 metros sobre el nivel del mar. En árabe, montaña se dice o se escribe djebel o jbel o bien yebel. A estas se las llama el Atlas, el Gran Atlas, el Mediano y aun el Pequeño, pero en árabe se nombran Idraren Deren, Idrassen, djebel Drann, Dynn o Adrar.

El pico más alto es el Tubkal o Toubkal con 4165 metros, situado al sur de Marrakech. Encontré otros dos falsos o a los que no corresponden esas alturas; eso trae consultar mamotretos llenos de polvo y moho: el djebel Tamjurt, de unos supuestos 4500 metros, en el que se encuentran las fuentes del Sus, y el Ari Ariac o Aiaxin, de unos presuntos 4250. Tendré que seguir buscando, las montañas están ahí desde hace tiempo, desde hace rato, y no cambian de nombre o de altura de la noche a la mañana.

Todas las montañas forman una cordillera de 2300 kilómetros de suroeste a noreste, de origen arcaico, paleozoico, volcánico y cretácico, del Cabo Gur hasta Orán y las islas Chafarinas. En realidad el Atlas son cinco cordilleras paralelas, tres principales y dos secundarias. Algunas de sus montañas son el Bu-Iblán, el Monte Taza, el Irhil M´Guri, el Miltsín, el pico Ifgig, el djebel El-Aiachi y el Fazaz.

Las crestas forman una arista en semicírculo en parte del Magreb, que en árabe significa Occidente, Puesta de sol. Las montañas rocosas y escarpadas, que según otros se llaman en singular azru, están separadas por collados, pasos y desfiladeros o gargantas. Estos se llaman en bereber Tizi o Fum o Teniet. Así, existe un desfiladero llamado Bibauán o Bibanán de 1530 metros de altura, una garganta de Tameyut, la brecha de Uicheden y los pasos de Telremt, de Telrum y de Teluet.

Los glaciares desaparecieron, pero las nieves cubren las partes más altas de las montañas casi todo el año. Desde lo alto del djebel Dades, el Metsetatsa, el Bu-Iblán, el Aldún o el Ait Yahia, bajan ríos o uad: el Mluya, que tiene más de 400 kilómetros de largo; el río Sus; el Ziz; el Guir o el Beht, que nace en el macizo del Aiachi, que hace algún tiempo era un territorio semisalvaje e inexplorado. Además, el río Tafilete, el Tensift, el uad Draa, el Gigo, el Sebú y el Auzgemir. Puede que algunos provengan de cascadas desconocidas y tengan su manantial, Ain, en alguna caverna.

En tiempos, sus laderas estuvieron cubiertas por extensos bosques de cedros y encinares, y el llamado Arar, el árbol de la esencia desconocida, que dijo el general romano Suetonio Paulino, de perfume penetrante, cuya madera era incorruptible y que se empleó para las vigas de la Mezquita de Córdoba, la Sultana.

Yo creo que ahora no, pero hace bastantes años según dicen, vivían en el Atlas osos, leones y panteras, gacelas, hienas y antílopes. Abundan el jabalí y los chacales. Tengo que buscar en algún lugar cómo se llama el sonido que hacen los chacales por la noche, no, aullido, no.

Los fenicios habían llegado a estas tierras, al menos a las estribaciones, 1600 años antes de Cristo y había ya allí alguna gente, los llamados berberiscos. Luego llegaron cartagineses, romanos, vándalos y árabes. En el 660, Ocba-Ben-Nafe, El Fehori, gran guerrero, acabó en el océano donde metió su caballo y dijo: «¡Oh, Alá, Alá!, si estas profundas aguas no me detuvieran, seguiría para llevar más adelante el conocimiento de tu ley y santo nombre». Las cinco oraciones del día para los fieles se llaman Feyer, Dohr, Asar, Mogreb y Axa.

Los berberiscos o bereberes son el llamado pueblo Amazigh, los Imaziren, que hablan una lengua nombrada tamasig. Algunos son rubios, de donde se dice que vinieron del norte, cualquiera sabe. Los berberiscos también habitan el Rif, que, pónganse de acuerdo, significa límite, país montañoso o país cultivado. También son los tamehu, hombres del norte o de las Tinieblas. Durante siglos han sido guanches en las Canarias, libios, númidas, gétulos y garamantes. En especial, los que viven en el Atlas son Imoxag, los libres. Más allá de las montañas viven los xeleh, los zenaga, los guezzula.

Aunque habían hablado de estas montañas en la Antigüedad autores como Plinio, Herodoto, Salustio, Polibio y Estrabón, en realidad empiezan a ser recorridas por europeos a partir del siglo xix, si no tenemos en cuenta al Moro Vizcaíno, que se llamaba José María Murga, y a Domingo Badía, Alí Bey. Un francés, René o Renato Caillé, viene desde Tombuctú y llega al oasis de Tafilete; desde allí, cruza las montañas y arriba a Tánger en 1825. Otros son Hookes y Ball, en 1871, viajeros incansables, y el doctor Oscar Lenz, austríaco. Nos quedaremos con el que parece más atractivo y aventurero, en castellano Federico Gerardo Rohlfs, nacido en 1831.

Este alemán, prusiano, nacido en Vegesock, es voluntario en el ejército en la guerra contra Dinamarca. Estudia después medicina en Heidelberg y en Gotinga y, luego de viajar por Europa central y del sur, llega a Argelia, donde se alista en la Legión Extranjera en 1855. Aprende árabe y en 1861, disfrazado no se sabe muy bien de qué, hace amistad con el Gran Jerife o Cherif de Uazán, Sidi-El-Had-Absalom, lo que le permite cruzar Marruecos en todas direcciones. En 1862 recorre el camino entre Tafilete y Kenatsa y alcanza el oasis de Wadi Draa.

Tengo que decir dos cosas: en alemán, este aventurero se llama Friedrich Gerhard. Por lo visto, los chacales aúllan, y no hay más discusión.

Rohlfs recibe la ayuda de un español, Gatell, del que luego hablaremos. Así, puede llegar al Sus, al Uad Nun y a Tekna. Aunque es herido y robado por sus guías, sale adelante. En 1864 visita el oasis de Tuat. Más tarde lleva una vida viajera por el golfo de Guinea, Lagos, Níger y Abisinia. Descansa en otro oasis, Sinah, y de nuevo es robado en un tercero, Kufra. En 1880 lleva una carta del emperador alemán al Negus y es nombrado embajador en Zanzíbar. Aún tiene tiempo para escribir numerosos relatos de sus expediciones. Les diré uno: Mein erster aufenthalt in Marokko. Veo un pequeño retrato de Rohlfs: lleva anteojos, pajarita, bigote y perilla, abundante cabello peinado hacia atrás, un hombre atractivo. Al final vuelve a su casa y muere en Godesberg muy cerca del siglo xx, en 1896.

Su amigo español es Joaquín Gatell, cinco años mayor, nacido en Tarragona. También aprende árabe y en 1859 está en Argelia. En Fez finge haber renegado y es sargento, teniente, capitán y comandante al servicio del sultán, Mohamed-ben-Abderrahmán, que lo lleva a Marrakech. Cruza el Atlas por el paso de Bibauán hacia Tarudant y Aguilmin; tiene un criado negro llamado Bellal que le acompaña hasta Ras Buibixa. A Gatell lo llaman el Kaid Ismail. En 1879, cuando quiere cruzar el mar desde Cádiz para una nueva expedición y llegar a las fuentes del Draa, cae enfermo y muere.

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