La primera revolución industrial y la fábrica
De manera sencilla se puede decir que el fin de la antigüedad y el principio de la modernidad es marcado por el inicio de la revolución industrial y con ella el surgimiento de su establecimiento emblemático: la fábrica, antes de ella, es cierto, existieron importantes centros de producción altamente organizados como los telares en Flandes o los astilleros en Venecia, sin embargo, aun cuando la manufactura había comenzado a adquirir proporciones respetables, no se le reconocía oficialmente su contribución en la economía nacional, la agricultura seguía siendo considerada como sinónimo de riqueza y el comercio era algo muy valioso, sobre todo cuando los comerciantes coronaban sus esfuerzos con un excedente de oro. La industria en todo caso, se consideraba un auxiliar de los primeros en la medida que contribuía al comercio con productos o apoyaba a la agricultura con herramientas o insumiendo sus productos, la indiferencia se explica porque aún no existía una producción industrial de gran escala, eso va a ser posible con la maquinización de los procesos de manufactura de la denominada Revolución Industrial (RI) (Heilbroner,1964).
La manufactura y la primera revolución industrial
Fue una compleja concatenación de causas que, en Inglaterra, a partir del año 1750 de nuestra era, dieron lugar a lo que ahora se conoce como RI, que a su vez generó inmensas transformaciones sociales que se divulgaron por el mundo occidental para dar lugar a la modernidad y al capitalismo. En aquel tiempo Inglaterra tenia las siguientes condiciones que favorecieron a la RI (Heilbroner,1964):
1.Era la nación más rica del mundo, producto de su superioridad marítima que facilitó el tráfico de esclavos, comercio, guerra y piratería, así como de la explotación de las tierras comunales como consecuencia de lo que se denominó: cercamiento.
2.La riqueza en Inglaterra había permeado en la sociedad dando lugar a una burguesía comercial y a un pujante mercado de consumo.
3.Era el centro de un entusiasmo singular por la ciencia y la ingeniería, por ejemplo, en 1660 se fundó la Academia Real de la que Newton fue presidente, y resultó un foco de gran animación intelectual, que impulsó los inventos y un sistema de patentes para estimularlos.
4.Contaba con inmensas reservas de carbón y mineral de hierro, fuentes de energía para las maquinas.
5.Era cuna de Inventores, Empresarios y Hombres de Negocios (Businessmans) que trajeron consigo una energía nueva, cuya conducta —guiada por el interés económico, algunas veces político y otras poco ética— puede ser calificada de revolucionaria. Los casos más celebres, fueron los de James Watt y Mathew Boulton quienes formaron la primera empresa fabricante de máquinas de vapor las cuales cuando se acoplaban, por ejemplo, a molinos de harina, elevaban la producción y la productividad de manera importante. Otro caso emblemático de esa época, fue la fábrica de máquinas de hilar fundada por Arkwright y sus socios capitalistas Samuel Need y Jedemiah Strutt .
Este último punto, es motivo de controversia hasta la fecha, Giddens (1991) llama la atención sobre la borrosa frontera entre el bandido y el hombre de negocios (“businessman”), mientras que Schumpeter (2017) y más recientemente Shultz (1992), señalan la diferencia clara entre el inventor y emprendedor. En términos generales un hombre de negocios es un individuo con capital en busca de ideas, su conducta es oportunista y en el extremo poco ética; mientras que un emprendedor tiene ideas innovadoras, algunas veces son ideas radicales, otras graduales, pero no cuenta con capital; el inventor, en cambio es creador de cosas, pero no siempre es capaz de innovarlas es decir de colocarlas en el mercado.
Como efecto de los factores antes comentados, en Inglaterra se incrementó la producción y la productividad del nuevo sector industrial de la economía, al introducir la tecnología en los procesos de sus establecimientos o fábricas, éstas pasan a ser el centro de la vida social y económica de la época, así como el gremio, el taller y el feudo lo fueron siglos atrás. La fábrica proporcionaba no solo un nuevo paisaje urbano, sino también un nuevo ambiente social con consecuencias desagradables. A diferencia de un campesino, el ritmo de trabajo del obrero era impuesto por la maquina; las temporadas de baja actividad eran dictadas por el mercado, no por el clima, y la tierra ya no era la fuente de riqueza y sustento, sino el empleo en la fábrica, donde las condiciones eran poco higiénicas y seguras, los horarios de trabajo de 12 horas y adicionalmente era común el trabajo de los menores de edad.
Al ambiente de la fábrica había que agregar las condiciones de la vivienda obrera que en un principio estaban anexos a la fábrica y eran simples cobertizos; con el tiempo surgieron los barrios obreros con mejores condiciones, pero su ambiente era sórdido, para tener una idea de ello se recomienda la narrativa de la época especialmente Charles Dickens y su novela Oliver Twist.
La fábrica y sus efectos
En los establecimientos fabriles se concentra el capital, es decir, los bienes de capital como maquinas, equipo, herramientas, conocimiento, etc. Junto con los individuos organizados de manera que se hace más productiva la labor humana, lo que equivale a habilitar al trabajador para producir más bienes por hora (o semana, o año); por lo tanto, el capital y la forma de organizar a los trabajadores para usarlo, son a la postre, métodos para elevar la productividad, es decir, la producción total de un individuo en un tiempo dado. Los bienes de capital permiten al individuo aplicar los principios de la ciencia en los inventos tecnológicos tales como la palanca, la rueda, la máquina y más tarde la computadora, de manera que amplifican su capacidad muscular y cerebral, afinan sus poderes de control y le dotan de una resistencia y una elasticidad mucho mayores, de la que posee su cuerpo de manera natural. Usando los bienes de capital, el individuo utiliza el mundo natural como suplemento de sus propias y frágiles capacidades (Heilbroner, 1964).
La otra razón del aumento de la producción y la productividad lograda en la fábrica, como antes se mencionó, es la manera en que se organizan a los individuos en ella. En un principio los bienes de capital facilitan la especialización del trabajo, es decir, un grupo de individuos operando juntos (cooperando), pero organizados de manera que cada uno de ellos hace una sola operación que repite hasta dominarla; mediante la especialización se puede producir más que lo que lograría el mismo número de individuos cuando cada uno de ellos hace varias tareas y no solo una. El ejemplo típico actual, es el ensamble de automóviles, donde mil individuos trabajan alrededor de una banda que desplaza el producto para que cada uno de ellos realice con su equipo, la operación asignada, dando como resultado un volumen de producción muy superior a la que podría hacer, si cada individuo se encargara de ensamblar la unidad completa. En general, para operaciones industriales de gran volumen o escala, se requiere mucho capital y la especialización es la forma usual de organizar el trabajo para así elevar la productividad, disminuir los costos, ofrecer productos a precios asequibles y lograr excedentes.
Pero la fábrica es también un espacio confinado donde se concentran capital y trabajo o “mano de obra”, este ultimo término transmite la idea de que del individuo solo se requiere su fuerza, no su mente, de allí que es sinónimo de manufactura y no “mentefactura”. Adicionalmente, el que los empleados en la fábrica fueran tratados como manos, no era suficiente para asegurar la reducción de su autonomía y la confinación de sus responsabilidades, era necesario también vigilarlos y supervisarlos por otros individuos o supervisores, con ellos nace la primera tarea de gestión en la fábrica: ver y entender la acción realizada por las “manos” bajo su vigilancia, tarea que es facilitada por el espacio limitado de la fábrica. Por tal motivo, al nacimiento de la fábrica se intentaron varios métodos de disciplina y control de la mano de obra, a fin de lograr un incremento de la productividad. Se buscaba una arquitectura que facilitara esta tarea, así surgió el “panópticon” idea sugerida por el filósofo ingles del siglo XVIII: Jeremy Benthan, que se aplicó también en cárceles, conventos, hospitales y otros casos similares de confinamiento (Clegg, Kornberger y Pitsis; 2005).
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