El panopticón es un tipo de edificación para hacer el trabajo de un supervisor lo más visible y fácil que se pueda y adicionalmente, los que son vigilados lo sean de tal manera, que no se den cuenta que están bajo escrutinio. El diseño arquitectural del panopticón consiste en una torre central de observación, desde el cual el supervisor, sin ser visto, es capaz de ver a todas las celdas y a sus ocupantes, de manera que nada se puede ocultar y por tanto no halla privacidad. El control es muy efectivo por la sensación de estar todo el tiempo observado por un poderoso e invisible vigilante, dejando como única opción al vigilado, obedecer y hacer lo mandado, no importa si en algún momento se le deje de vigilar, lo que cuenta es que ellos saben que la posibilidad de serlo, es muy elevada. Pero el control por la estructura física de la fábrica y la supervisión, son caras e inflexibles, poco después se descubrirá que, dictar y aplicar normas y reglas para regular la conducta humana, es más eficaz que la supervisión y la vigilancia física.
Pero en las fábricas, además de los cambios cuantitativos que generaba la maquinización de los procesos, la especialización y control del trabajo, surgió sin pretenderlo, un cambio cualitativo: el nacimiento de la conciencia de clase, que es el resultado de la proximidad de individuos laborando bajo las mismas condiciones económicas y físicas, que hace que los trabajadores a la postre compartan creencias e ideas similares, facilitando la unidad de las demandas por una vida mejor. Así al crear una clase de obreros y un ambiente industrial, la RI impacto al ambiente político, Karl Marx y Friedrich Engels escribieron en 1848 que “toda la historia” era el relato de la lucha de clases: capital vs trabajo, que emergía incontenible del ambiente de la fábrica y la industria.
Democracia en la sociedad industrial
Con el ascenso del capitalismo vino aparejado el liberalismo político, que toleraba de mala manera el clima hostilidad hacia la explotación e injusticia, de manera que, si bien muchas veces se reprimió la protesta obrera, a la larga surgió un lento proceso de mejoramiento de sus condiciones. En 1802 se limitó el horario de trabajo de los aprendices a 12 horas, exonerándolos del trabajo nocturno. En 1819 se prohibió emplear a niños menores de nueve años en las fábricas de algodón; en 1833 se decretó una semana laboral de entre 48 y 69 horas para obreros menores de 18 años, quienes conformaban el 75 % de la masa obrera de las fábricas de algodón; en 1842 se prohibió a los niños menores de 10 años trabajar en las minas de carbón; en 1847 se establecieron 10 horas como límite de trabajo diario para mujeres y niños (Heilbroner, 1964).
Las luchas y las conquistas no fueron fáciles, sin embargo, es interesante hacer notar que, a diferencia del feudalismo, el capitalismo siempre estuvo contenido y corregido por la fuerza del liberalismo político y la democracia, esa fuerza compensadora cuyo poder habría desarrollarse consistentemente, hasta llegar a conformar el sindicato, las centrales obreras y los partidos políticos. Lo económico y lo político combinados dieron como resultado que en Inglaterra y la Europa Continental, posteriormente en los Estados Unidos y Canadá, se registrara, como efecto de la RI, un mejoramiento del nivel de bienestar material de las masas, nunca antes conocido. Aunque en el largo plazo una serie de crisis ambientales, sociales y económicas van nuevamente a poner al capitalismo en el banquillo de los acusados.
Atraso y subdesarrollo
El despegue de Inglaterra, pronto se trasladó a Europa y luego al Norte de América, sin embargo, buena parte de la población de América, África y Asia, aún hoy permanecen en estado de postración económica y la pregunta es ¿por qué no superan esa situación? ¿es repetible el ejemplo de Inglaterra? Para ello, Pipitone (1994) introduce una importante diferenciación entre atraso y subdesarrollo, para este autor, el primero es fundamentalmente un fenómeno europeo, típicamente periférico, mientras que el subdesarrollo es en sustancia, el producto de la expansión mundial del capitalismo europeo. Varias zonas europeas al no contar con las condiciones para impulsar la sociedad del mercado y el capitalismo, se atrasaron y quedaron al margen de esa dinámica económica, como fue el caso del sur de Italia, de la Península Ibérica y la Europa Oriental. El subdesarrollo, en cambio, procede de un trasplante histórico fracasado del capitalismo que es el caso de la América Latina
Áreas extra-europeas, entre ellas los inmensos territorios de América —que a la postre sería la parte Latina—, de Asia y más tarde de África, fueron abruptamente integrados a esquemas de organización productiva internacional en el ámbito de los cuales, la lógica de funcionamiento era del todo ajena a su anatomía y fisiología social tradicionales. La clave no era la insuficiencia, como en el atraso europeo, sino una deformación que distorsiona la posibilidad de promover formas de desarrollo que empalmen entre si hombres, recursos naturales y necesidades sociales. De allí la marcha asincrónica en las áreas subdesarrolladas de sociedad, economía y política, que producirá finalmente urbanización sin industrialización, industrialización sin innovación tecnológica, crecimiento sin agriculturas integradas y eficientes, democracias formales con cimientos oligárquicos incluso autocráticos. En fin, el subdesarrollo es resultado de una herencia histórica, en la cual el capitalismo, como resultado de la expansión mundial europea, se implantó en regiones no europeas, pero sin capitalistas (hombres de negocios, inventores, emprendedores) (Pipitone, 1994).
Galeano (2004) consigna que para Ernesto “Che” Guevara —que fue ministro de economía de la triunfante revolución cubana— el subdesarrollo era un enano de cabeza enorme y panza hinchada, cuyas piernas débiles junto con sus brazos cortos, no armonizan con el resto del cuerpo. En el caso particular de la América Latina, el subdesarrollo fue causado por Inglaterra y Holanda quienes, siendo los grandes navegantes de la época, compraban esclavos en África dando a cambio mercaderías y baratijas, los esclavos los vendían en Cuba y Brasil, obteniendo a cambio metales y materias primas especialmente algodón y melaza de azúcar que luego refinaban. Los barcos regresaban a los puertos europeos cargados de productos tropicales y a comienzos del siglo XVIII, las tres cuartas partes del algodón que hilaba la industria textil inglesa provenía de las Antillas y a mediados de ese mismo siglo había 120 refinerías de azúcar que producían, incluso ron, que trasladaban e intercambiaban con esclavos en África.
Así, el capital acumulado por la multitud de hombres de negocios (los esclavistas) en ese comercio triangular –manufacturas, esclavos y materias primas— financió las inversiones inglesas de la época al encontrarse con las ideas de los inventores y emprendedores a los que apoyaron para ganar aún más, por esta vía nacieron la máquina de vapor, los ferrocarriles y las maquinas textiles. Una empresa mercantil propia de la época facilitó el comercio de ultramar antes comentado, se trata de la Compañía de Indias Orientales que surgió por Cedula Real Inglesa en 1600 y le concedía a un grupo de 218 mercaderes el monopolio por quince años del comercio con las llamadas Indias Orientales incluyendo Asia, África y América. Esta empresa con su gran burocracia alcanzó tal poder que incluso tenia ejercito, gobernaba vastos territorios y construyo muchos de los muelles de Londres (Micklethwait y Wooldridge; 2003)
Acemoglu y Robinson (2012) se refieren a la encomienda como una institución española, que va a ser clave en la siembra y permanencia de pobreza y subdesarrollo en los territorios americanos conquistados, se trataba de una especie de encargo o concesión a un caballero español, conocido como encomendero, como premio por sus servicios prestados a la Corona, de pueblos indígenas y sus territorios; su responsabilidad era convertirlos al catolicismo y a cambio, los indígenas tenían que rendirle tributos en especie y trabajo. Las condiciones de explotación y crueldad en el trato dado a los indígenas con este pretexto, fue denunciada por Fray Bartolomé de las Casas en su libro Un Breve Relato de la Destrucción de las Indias, escrito en 1542, donde describía cómo cada uno de los jefes militares españoles tomaba control del pueblo asignado en encomienda, acto seguido ponía a la gente a trabajar para él, se apoderaba de sus escasas reservas alimenticias y tomaba control de las tierras que los indígenas trabajaban. Los encomenderos se sentían con el derecho de tratar a la población, sin importar edad o genero, como si fueran sus esclavos obligándolos a trabajar día y noche sin descanso. Fueron notables los excesos de los encomenderos en el territorio de los aztecas de México y en el de los incas de Perú, por la avaricia que desataba los metales que suponían existía en esas regiones.
Читать дальше