Historias de narcos: Culiacán y Medellín
Gabriela Polit Dueñas
Traducción de Martha Pulido
Literatura / Crítica
Editorial Universidad de Antioquia®
Colección Literatura / Crítica
© Gabriela Polit Dueñas
© Editorial Universidad de Antioquia®
ISBN: 978-958-501-024-6
ISBNe: 978-958-501-025-3
Título original:Narrating Narcos: Culiacán and Medellín
Primera edición en español: julio del 2021
Primera edición en inglés: Pittsburgh University Press, 2013
Traducción: Martha Pulido
Motivo de cubierta: fotografía de grafiti urbano en la comuna 13 de Medellín
Hecho en Colombia / Made in Colombia
Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la Editorial Universidad de Antioquia®
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Para los hombres de mi clan: Javier, Camilo y Luis
Agradecimientos
Medellín y Culiacán son dos ciudades que han vivido situaciones de extrema violencia, que van más allá de los miles de desaparecidos, masacrados, desplazados, etc. La violencia, entre otras cosas, ha tenido que ver con la ubicuidad de los perpetradores y la impunidad de los poderosos. Durante mis visitas a estas dos ciudades, me conmovió profundamente la valentía, la integridad y el compromiso de intelectuales, periodistas, artistas, promotores culturales, profesores y estudiantes universitarios que conocí. Comprendí que muchos de ellos trabajan para transformar los espacios y las actividades culturales en medios alternativos con el fin de ayudar a integrar a la juventud local a la sociedad. En los escenarios culturales de ambas ciudades, estas personas buscan mejorar la vida en sus comunidades y su trabajo se enfoca en las poblaciones en riesgo, habitantes de comunas y de áreas con altos índices de pobreza. Estas son las personas que entrevisté, las que me acompañaron a conocer distintos lugares y que me explicaron el verdadero significado de vivir en ciudades atravesadas y estigmatizadas por el narcotráfico. Su generosidad fue inspiradora y no hubiera logrado escribir este libro sin su ayuda. Les debo a ellos gran parte de mi conocimiento aquí expuesto, aunque de ninguna manera los hago responsables de las ideas expresadas en este libro.
Quiero agradecer a Luis Astorga, quien me ayudó a encontrar a mis lazarillos en Sinaloa. A Juan Esmerio Navarro, Élmer Mendoza, Elizabeth Moreno, Lenin Márquez y al difunto Álvaro Rendón Moreno, el Feroz, cuya inteligencia y humor llenaron mis días en Culiacán. Quiero hacer una mención especial a mi amigo Javier Valdez por su profunda generosidad. A Nery Córdoba y a Juan José Rodríguez, por las conversaciones indispensables y el delicioso almuerzo en Mazatlán. Mis agradecimientos también para Cristian Alarcón, que me puso en contacto con sus amigos y mis guías en Medellín; a Sergio Valencia, Pájara Pérez Mejía, Luis Alberto Arango y la Mona Uribe, por todas las cervezas a las que me invitaron mientras hablaron conmigo. Juan Fernando Ospina merece un lugar especial, pues fue a través de sus ojos que conocí su ciudad. Su contribución a mi trabajo no es solo simbólica.
Mi gratitud también va para mis colegas y amigos, cuya paciencia y generosidad me ayudaron con el manuscrito en sus diferentes etapas: Jason Borge, Héctor Domínguez-Ruvalcaba y Rachel Price. María Helena Rueda ha sido una interlocutora que más de una vez me ayudó a refinar mis ideas. Las preocupaciones intelectuales que compartí con María Helena me permitieron construir una amistad invaluable. Monica Sanning, Gabriela Redwine, Joseph Pierce y Andrew Bennett merecen agradecimientos especiales por su paciencia con mi inglés. Amy Smith Bell y Pamela Newmann fueron grandes colaboradoras. De todos ellos aprendí a ser una persona diferente, como lo exige la experiencia agridulce de escribir en una lengua que no es la propia. Quiero agradecer a las personas de Pittsburgh University Press —Alex Wolfe y mi antiguo compañero de estudios y amigo Joshua Shanholtzer— por su apoyo incondicional, incluso por darme los derechos de publicación del libro en español.
Presenté versiones de este trabajo en varias instituciones y en encuentros con diferentes públicos, incluyendo la Universidad de Texas en Austin, las universidades de Pennsylvania, Yale y Brown, el Instituto Mora en México, en San Luis de Potosí, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Quito, la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) en Ciudad de México y la Universidad Autónoma Metropolitana (uam) en Ixtapalapa. Todas estas interacciones ayudaron a refinar mi argumento.
Mis viajes a Culiacán y Medellín fueron posibles gracias a la generosidad y el apoyo de Faculty of Arts, Humanities and Social Sciences (fahss) de Stony Brook. Recibí apoyo económico de varias fuentes de la Universidad de Texas en Austin: Fondo para la Investigación Mellow Summer del Lozano Long Institute for Latin American Studies (llilas), Premio para la Investigación en Humanidades y Asignación de Investigación de Verano (Summer Research Assignment) del College of Liberal Arts. La primera versión de este manuscrito la hice durante el periodo de la licencia Dean Research Leave, que me fue otorgada en 2009.
Publiqué secciones y diferentes versiones de algunos capítulos en distintas revistas, y quiero agradecer a sus editores por permitirme su reproducción: “On reading about violence, drug dealers, and interpreting a field of literary production amidst the din of gunfire: Culiacán-Sinaloa, 2007” [“Lecturas sobre violencia, traficantes de droga, e interpretación de un campo de producción literaria en medio del tiroteo: Culiacán-Sinaloa, 2007”], apareció originalmente en la Revista de Estudios Hispánicos; “Amidst weed, dust and lead: a narcotour in Sinaloa through the art work of Lenin Márquez” [“Entre yerba, polvo y plomo: un narcotour en Sinaloa a través del trabajo artístico de Lenin Márquez”], en el Journal of Latin American Cultural Studies; “Sicarios, delirantes y los efectos del narcotráfico en la literatura colombiana”, en Hispanic Review. Los periódicos colombianos El Tiempo y El Espectador también me permitieron reproducir imágenes.
Durante los años en que trabajé en este proyecto tuve experiencias muy importantes, no solamente en las ciudades donde llevé a cabo mi investigación, sino también durante el proceso de escritura. Algunas de las experiencias intelectuales más significativas sucedieron en el aula de clase, con mis estudiantes. Ellos son los verdaderos cómplices y testigos de esta búsqueda intelectual.
Finalmente, cada sección de este libro la escribí con el apoyo de mi familia en Quito, mi familia en Buenos Aires y mi familia en Texas. Ellos me ayudaron a recordar que todo es relativo.
A Javier, Camilo y Luis, todo mi amor.
Prólogo a la edición en español
En mis dos o tres primeros viajes a Medellín entre el 2009 y el 2011, cuando hacía trabajo de campo para escribir este libro, me hospedé en el Hotel Nutibara. Quería experimentar la ciudad desde la vitalidad de su comercio informal, la música de sus esquinas, la vista a los gordos de Botero y el olor a los jugos de frutas. Con Juan Fernando Ospina como guía, atravesé calles, descubrí el emblemático edificio de Coltejer, vi artistas callejeros en los parques; muchos de ellos y algunos habitantes de la calle nos veían pasar y gritaban “Juanito”, saludando a Juan con genuina alegría. Con él pasé varias horas en El Guanábano, conocí los matices y percibí los prohibidos aromas del Parque del Periodista, fui a El Eslabón Prendido y en Palinuro me uní a una tertulia vespertina. Con Ricardo Aricapa hablé horas sobre Medellín; sentados en un banco del Parque de Bolívar, Ricardo me explicó cómo la violencia habita la ciudad y la asalta en oleajes cíclicos. Juan fue generoso con su tiempo y con su mundo: me lo abrió sin reservas, después de escuchar por dónde iba mi proyecto. Viví un Medellín alejado del turismo opulento, de sus centros comerciales y su gran industria. Me sumergí en esa belleza difícil que Medellín comparte con muchas ciudades latinoamericanas.
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