25Varios críticos han comentado sobre la popularidad del género criminal en la literatura norteña. (véanse Ramírez-Pimienta y Fernández, 2004).
26Frase típica del padre antioqueño.
27Ricardo Aricapa es uno de los periodistas más audaces y experto en Medellín. Así es Medellín (1998) y Comuna 13: Crónica de una guerra urbana (2005) son dos libros fundamentales suyos para entender la reciente historia de Medellín y la complejidad de su violencia. En el momento de nuestra conversación, Aricapa trabajaba para la agencia ap (Associated Press), documentando casos de abusos de derechos humanos y la lucha de los sindicatos para prevenir el Acuerdo de Libre Comercio (fta, por su sigla en inglés).
28Aricapa hablaba sobre la manera de matar que se volvió común en los años ochenta. Dos sicarios en una motocicleta se acercaban a un carro. El parrillero se encargaba de dispararle a la víctima y el que manejaba tenía que ser excelente para cumplir la tarea de acercarse a esta, permitiendo que su compañero disparara para inmediatamente escapar a toda velocidad. Fue así como el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla fue asesinado en 1984. Sus asesinos, sin embargo, no pudieron escapar después del crimen (véanse los capítulos 1 y 7).
29Arjun Appadurai (1988) analizó cómo la categoría de “castas” dejó de ser un instrumento para explicar la violencia y la desigualdad en la India, para convertirse en un cliché que refuerza las condiciones que se propone analizar. Él utiliza la idea de “prisión metonímica” como un instrumento que refuerza las jerarquías. La noción de “idiosincrasia” opera de manera similar; atribuye la explicación del desarrollo local del negocio de los narcóticos a las características de los hombres locales, en lugar de analizar qué desencadena el uso de la violencia entre estos hombres. Esta noción no tiene valor analítico.
30Utilizo este término siguiendo a Weber en su descripción del Estado como la institución que detenta el uso legítimo de la violencia.
31Véase, por ejemplo, Fuego cruzado (2011), el libro en el que la periodista Marcela Turati entrevista víctimas colaterales de la guerra contra las drogas en México.
32Rubén Fernández comparte este espacio con Alonso Salazar, alcalde de Medellín en la época de mis visitas y autor de No nacimos pa’ semilla (1990). El libro es producto de la experiencia de Salazar en las comunas locales.
33Comunicación personal con Rubén Fernández en su oficina en Corporación Región, en julio del 2009.
34“Los antioqueños eran menos tendientes a ocupar puestos políticos nacionales que personas de otros departamentos, pero el número de sufragantes de Antioquia era considerable y el capital estaba dominado por poderosas asociaciones privadas, como la Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé), la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) y la Asociación Nacional de Industriales (andi), entidades que fueron instrumentales en la formación de la economía colombiana y la política social” (Roldán, 2001, p. 10).
35En esta descripción particular de la literatura sigo a Emmanuel Levinas en su ensayo “Reality and shadow” que se puede encontrar en sus Collected Philosophical Papers (1998).
36Mientras escribía este libro, Javier Valdez Cárdenas publicó Miss narco (2010), un libro sobre el papel de las mujeres en el narcotráfico. La captura de Sandra Ávila Beltrán en el 2009 dio visibilidad a las mujeres en los negocios ilegales. Una obra que ilustra este papel es La reina del sur (2002) de Pérez-Reverte. La captura de Laura Zúñiga, reina de belleza de Sinaloa, trajo consigo una ola de representaciones de la mujer; la película Miss bala (2011), dirigida por Gerardo Naranjo, se basa en la trágica historia de Zúñiga. En Colombia, la popular telenovela Sin tetas no hay paraíso (2006), escrita y dirigida por Gustavo Bolívar, muestra la explotación de las mujeres por el narcotráfico por la industria mediática. En el caso de Medellín, Alonso Salazar publicó un libro llamado Mujeres de fuego (1993), que fue una continuación de No nacimos pa’ semilla (1990), solo que esta vez las mujeres eran los personajes principales de las historias. Rosario Tijeras (2004) de Jorge Franco se basaba parcialmente en las historias de aquel libro. Para la representación de la mujer en el narco, ver Las mujeres y el narco, editado por Juan Carlos Rodríguez-Pimienta y María Socorro Tabuenca (2017, pp. 161-182).
37En mi visita a Medellín en julio de 2010, pregunté a mis amigos si conocían alguna mujer local que hubiese trabajado en el tema. Su respuesta no se dio fácilmente. Al final, fui a Al Pie de la Letra, una librería local cuyas propietarias eran dos mujeres que me recomendaron el trabajo de María Cristina Restrepo. María Cristina tiene varias novelas; en La mujer de los sueños rotos (2009), se refiere a la cultura del narcotráfico de los años 1980 a 1990, y está, según las propietarias de la librería local, “lejos de ser su mejor novela”.
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