¿Podremos usar la tecnología digital para los intereses de las mayorías en contra del capitalismo devenido a semiótico?
Lo que el neoliberalismo busca a nivel planetario, con potencia arrolladora, es el final de las viejas instituciones modernas, el final de los cuerpos institucionalizados biopolíticamente. Volvamos, siempre se vuelve a Spinoza, el problema son los cuerpos.
Ese es el desafío: soportar la incertidumbre del supuesto fin y lograr la libertad, o no. ¿Es posible?
Digamos que el cuerpo moderno pertenece a otro orden que no es el actual.
El individualismo hoy está a la orden del día. Nuestras materias primas que componen el cuerpo no encuentran correspondencia en otra parte, solo consigo mismo, poseemos un solo cuerpo.
Si hablamos del cuerpo (y del alma), Franco Berardi, con cierto angustiante realismo, nos dice:
Estamos en el punto en el cual el alma ha sido puesta a trabajar en condiciones de precarización y sumisión técnica por la máquina recombinante, es decir cada día somos matrizados por el dispositivo digital, y este, parece, ya comenzó el reformateo final del alma. 16
Desde algunas ideologías se piensa en la posibilidad de la liberación de la mente del cuerpo, pensando en él como un envase caduco, viejo, sin sentido. Desde los tiempos de los llamados “gnósticos”, como retomará Nietzsche, y en los nuevos espacios de idearios post (algunos conforman tribus urbanas), el cuerpo es visto como un débil y ya superado recipiente para el alma, es decir, “el hombre” no será del todo libre hasta que no se libere del cuerpo… Para este ideario, el alma cayó en un cuerpo insatisfactorio y perecedero en el cual se pierde, es decir, la carne constituye nuestro dolor, la enfermedad, nuestra vejez, es decir, nuestra condena a muerte.
Para llegar a lo intangible, sería necesario liberar la psiquis, el alma. “El alma humana no conoce el cuerpo humano mismo, ni sabe que este existe, sino por las ideas de las afecciones de que es afectado el cuerpo” (Spinoza, 2012, p. 80).
Todo esto es muy complejo, algunos llegan a despreciar su cuerpo, lo lastiman; esto constituye un sentido, un ideario y una cultura “suicida” de nuestra contemporaneidad. Las drogas, los psicofármacos, ansiolíticos, dietas, cirugías; las supuestas “correcciones” permanentes del cuerpo en búsqueda de una pasada juventud son algunas derivaciones de esto.
Lo que es real es que lo posbiológico ya está entre nosotros.
Seguramente, la tecnología seguirá migrando hacia el cuerpo, expandiéndolo, reconfigurándolo, viajando a lugares remotos. 17
Vemos que el tema del cuerpo es un tema político de mutación del deseo que no es solo generacional, ya que la mayoría queremos permanecer siempre jóvenes, porque, como ya se dijo, el problema es el cuerpo.
Esto también tiene que ver con los nuevos sentidos, con las nuevas subjetividades y, desde luego, con la política.
Volvamos al Gregorio de Kafka. Si el cuerpo muta a insecto, va a sentir y va a vivir como tal, porque el cuerpo no es otra cosa que el pensamiento, este es la imagen de esa realidad.
Desde esta mirada, ideas, intereses, sentires, cuerpo y alma son equivalentes. Un obrero y un intelectual tienen el mismo cuerpo organizado de distinta manera, cambia la existencia y, a esta, la define lo político. Nuestra cultura, la organización que le damos a partir de las relaciones de poder, de su macro y de su microfísica. De eso se trata lo pensado, el cuerpo…
1Spinoza, B. (1677). Ética , parte III.
2Foucault, M. (1996 [1978]). La verdad y las formas jurídicas. Gédisa.
3Foucault, M. (1975-1976). Defender la Sociedad. Fondo de Cultura Económica.
4Ídem anterior.
5Sociedad de la fluidez: término utilizado por el historiador Ignacio Lewkowicz. Se sugiere la lectura de Lewkowicz, I. (2004). Pensar sin estado. La subjetividad en la era de la fluidez. Paidós.
6Pál Pelbart, P. (2011). A un hilo del vértigo. Tiempo y locura. Milena Cacerola.
7“El discurso del cuerpo en la novelística de Franz Kafka refleja este proceso histórico de la irrupción de la modernidad, mostrando la discrepancia creciente entre una sensibilidad individual moderna y una sociedad que todavía se rige según las normas del siglo XIX y que ya es incapaz de proporcionar respuestas a las grandes cuestiones de la existencia. El lenguaje literario como instrumento para captar la identidad propia es testigo de la incapacidad de identificación entre el mundo interior del sujeto y su cuerpo, al haberse tornado este último extraño al primero, y, en segundo lugar, de la incapacidad de superar la barrera del cuerpo y aprehender cognitivamente la realidad. La razón de esta incapacidad reside, en parte, en la depravación de la realidad social. El discurso del cuerpo en la narrativa kafkiana se plasma esencialmente en la discrepancia ‘Mente vs. Cuerpo’, paralela a la dicotomía ‘Persona vs. Sociedad’ o ‘Sensibilidad vital personal vs. Valores sociales’, cuyos polos se encuentran en una relación dialéctica. La discrepancia entre estos dos polos, que se presenta como insuperable, lleva al sujeto a una disolución de su identidad” (Camarena, LI. (2004). La poética del cuerpo en los relatos de Franz Kafka “En la colonia penitenciaria” (1919) y “La metamorfosis” (1915). Quaderns de Filologia. Estudis Literaris, IX, 91-104).
8Deleuze, G. (1991). Posdata sobre las sociedades de control. En C. Ferrer (Comp.), El lenguaje literario. Tomo 2. Nordan.
9El Panóptico era una estructura arquitectónica en forma de anillo en medio del cual había un patio con una torre en el centro. El anillo estaba dividido en pequeñas celdas que daban al interior y al exterior y en cada una de esas pequeñas celdas había, según los objetivos de la institución, un niño aprendiendo a escribir, un obrero trabajando, un prisionero expiando sus culpas, un loco actualizando su locura, etc. En la torre central había un vigilante y como cada celda daba al mismo tiempo al exterior y al interior, la mirada del vigilante podía atravesar toda la celda; en ella no había ningún punto de sombra y, por consiguiente, todo lo que el individuo hacía estaba expuesto a la mirada de un vigilante que observaba a través de persianas, postigos semicerrados, de tal modo que podía ver todo sin que nadie, a su vez, pudiera verlo. Para Bentham, esta estructura arquitectónica podía ser empleada como recurso para todas las instituciones. El Panóptico era la utopía de una sociedad y un tipo de poder que caracterizó a la modernidad industrial. Este tipo de poder bien puede recibir el nombre de panoptismo. Ver: Foucault, M. (1996 [1978]). La verdad y las formas jurídicas. Gédisa.
10Deleuze, G. Op. cit.
11Virno. P. (2003). Gramática de la multitud. Para un análisis de las formas de vida contemporánea. Traficantes de Sueños.
12Foucault, M. (1976). Vigilar y castigar. Siglo XXI.
13López, C. (2014). La biopolítica según la óptica de Michel Foucault . El banquete de los dioses, 1 (1).
14Hupert, P. (2019). Esto no es una institución. Mariano Ariel.Pennisi
15Byung-Chul, H. (2016). Psicopolítca . Herder.
16Berardi, F. (2016). El trabajo del alma. Cruce.
17“Llegó el momento de preguntarnos si un cuerpo bípedo, que respira, con visión binocular y un cerebro de 1400cm3 es una forma biológica adecuada. No puede con la cantidad complejidad y calidad de las informaciones que acumuló, lo intimidan la precisión y la velocidad (…) El cuerpo no es una estructura ni muy eficiente, ni muy durable; con frecuencia funciona mal (…). Hay que reproyectar a los seres humanos, tornarlos más compatibles con sus máquinas…”. Stelarc. (1997). Das estratégias psicológicas ás ciberestratégias a protética, a robótica e a existencia remota. En D. Domingues (comp), A arte no século XXI. A humanizacáo das tecnologías (pp. 54-59). UNESP. Extraído de Sibilia, P. (2005). El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales. Fondo de Cultura Económica.
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