La implementación estaba a cargo de una serie de instituciones médicas, educativas, administrativas (todas de claustro o encierro) con funciones claramente normalizadoras, es decir, distribuían a los sujetos en concordancia con la norma estableciendo los límites que definirían los comportamientos normales y catalogando todos los desvíos en función a un estándar ideal.
Fue instaurada una serie de procedimientos cuyo objetivo era modernizar y “purificar” los cuerpos: normas de conducta, higiene, disciplina, salud, orden; es decir, se imponía con las instituciones disciplinadoras un “proceso civilizador”, objetivo central de la biopolítica moderna.
Aparecen, así, las tentativas de la gobernanza de poner un chaleco de fuerza en la confusa organización urbana para doblegar las resistencias de la población.
Tratemos de trabajar la biopolítica y el biopoder como dos elementos centrales del poder en la modernidad. La esquematización teórica del poder sobre la vida como un poder con dos caras: disciplina sobre los individuos y control sobre las poblaciones. Esto permite, al decir de Foucault, mostrar lo que, a su juicio, conlleva una transformación fundamental del mundo contemporáneo: la entrada de la vida en la historia, es decir, de lo biológico en el campo de lo político.
Sobre ese fondo se comprende el papel político de la sexualidad en el pensamiento de Foucault. El poder se presentaba en la etapa llamada “de soberanía” (feudalismo) como una máquina de vigilancia y de disciplina, lo que formaba lo que Foucault denominó “anatomo-política”. El poder era visto como una herramienta para prohibir, para proscribir, para decir que “no”. En definitiva, era un poder para dar muerte.
Hacia el siglo XIX, el cuerpo se empieza a considerar como el soporte de la vida (el “cuerpo especie”), y el poder se empieza a ver más como un instrumento de vigilancia que de castigo. 12Ello no significa que el poder haya dejado de tener entre sus herramientas la posibilidad de matar (de la que sigue disponiendo en plenitud), sino que la muerte no es lo primordial. El poder se concibe, más bien, como un instrumento para gestionar y administrar la vida (mediante las instituciones, la higiene, la escuela, el hospital, etc.) y como una aplicación sobre las masas de los procesos biológicos o biosociológicos. Aparece un nuevo tipo de normatividad. Se empieza a usar la estadística para organizar el cuerpo de las personas (estudiando cómo y con quien se casan, cuántos hijos tienen, su tasa de actividad, su ocio, etc.). Es la vida cotidiana de las personas lo que pasa a controlarse cada vez más desde el poder político bajo una apariencia de libertad.
La función del Estado se irá identificando progresivamente con “hacer vivir”; la disciplina, la formación y el control-regulación se justifican como instrumentos necesarios para mejorar y desarrollar la vida. Así, la máquina de la vida y la máquina del Estado tienden a verse como un todo cada vez más unificado y difundido.
De esta forma, se introduce el concepto de biopoder como una explosión de técnicas para obtener el sometimiento de los cuerpos y el control de las poblaciones. Se abre, así, la época del biopoder.
No se puede admitir la hipótesis de un biopoder sin haber comprendido previamente que ese poder tenía como doble objetivo la incitación y el control. La biopolítica viene después de la anatomo-política; digamos que el poder funciona de dos maneras: como disciplina, pero también como control y gestión. 13
El doble dispositivo disciplina/gestión resultó indispensable para el desarrollo del Estado en sus dos versiones durante el siglo XX: capitalista y socialista.
El objetivo del Estado era administrar las vidas, fortalecerlas y prolongarlas hasta la llegada de la muerte. Se trató de una verdadera transición desde el Estado de soberanía (medieval) a las biopolíticas estatales modernas.
La meta de este proyecto era de ortopedia social, la inserción controlada de los cuerpos, el formateo de cuerpos y almas cuya meta era la productividad.
Nacía el obrero protagonista, el sujeto explotado y el sujeto histórico de los cambios.
Debemos definir los cambios en la sociedad contemporánea. Para algunos autores, lo biopolítico en la actualidad fue redefinido a partir de las mutaciones del Estado. En este marco, el capitalismo pasa de industrial a posindustrial-neoliberal. Los estados socialistas (de organización soviética) dejan de existir. Comienza una nueva etapa.
Un capitalismo extendido en sociedades fluidas, ¿deinstitucionadas? Podemos decir “astituidas”. La palabra “astitución” “permite pensar una forma fluida de producción de social fluido”. 14
Esa ecuación se sintetizaría en un sistema neoliberal donde el “logo” como símbolo pasa a ser nodal y deja atrás al objeto de producción, donde los capitales no tienen nación, es multinacional, financiero e indiferente al ceremonial histórico del mundo moderno industrial, es decir, donde se termina la dualización del mundo y de la vida.
En ese nuevo estado de situación, donde la tecnología tiene un inédito impacto en las subjetividades y la dinámica moderna, se transforma en velocidad absoluta, donde la imagen se presenta como la realidad misma. En este escenario de imperio comunicacional y de capitalismo semiótico, donde el “signo” gobierna, donde lo biopolítico, signado por el dominio del tiempo y el espacio métrico moderno disciplinario, deja espacio a un nuevo dispositivo que, para algunos, pasa de la biopolítica industrial-moderna a la psicopolítica posindustrial.
Ese sería el dispositivo de poder del postindustrialismo o del capitalismo inmaterial, donde se juega el peligro de la pérdida del hombre real, matrizado, hoy, por la tecnología y el mundo virtual.
Como afirma el filósofo Byung-Chul Han, la sensación de la libertad es lo que permite a las nuevas técnicas de control y dominación del poder superar a la biopolítica; es lo que él denomina “psicopolítica”. 15
En síntesis, la psicopolítica sería la actual forma de ejercer el control sobre los individuos y dirigirlos inconscientemente hacia los intereses del poder.
A diferencia de las antiguas técnicas de poder y dominación ejercidas por las clases dominantes, basadas en el castigo, la represión y el control directo de los individuos, en la modernidad al control lo encontrábamos en el modelo del panóptico de Bentham. Los nuevos modelos de control, poco a poco, se alejan del castigo y la vigilancia para dar paso a la seducción.
La psicopolítica es un poder inteligente, gentil, que penetra en nuestra psiquis, controlándola de acuerdo a sus intereses, seduciendo a los individuos para que colaboren con ella de manera voluntaria y eliminando resistencias directas al proceso de dominación. Penetra en nuestra mente, se apodera de ella y nos obliga a seguir las directrices marcadas por el poder al tiempo que nos hace creer que somos libres y tomamos nuestras decisiones en forma voluntaria.
Aquí radica la eficacia del psicopoder, en la capacidad de hacer creer al individuo que es libre cuando es el sistema quien controla y explota sus decisiones. De acuerdo con las tesis de Byung-Chul Han, este poder inteligente podría llegar a detectar, incluso, patrones en el inconsciente colectivo, lo que otorga a la psicopolítica un poder ilimitado. ¿Cómo escapar de este oscuro futuro?
Difícil respuesta cuando el tiempo apremia… Pensemos en un sistema organizativo-político y social político que intente producir libertad. Este debería garantizar el ejercicio pleno de la potencia de los cuerpos (volvamos a recordar que, al decir cuerpo, decimos cuerpo-mente).
Pensemos en la función de la tecnología en este propósito y en la necesidad de garantizar libertad. La tecnología no es funcional a la libertad, pero ahí está la verdadera lucha por la libertad de nuestros cuerpos. Posiblemente, el hombre haya inventado la tecnología al no poder salirse de su cuerpo, de su envase. Sí lo intenta celular “en mano”. Rompiendo la solidez de los muros y comunicándose con el mundo, su inmaterialización, su “libertad”, no está asegurada, pero la tecnología parece solucionar su deseo… habría que reflexionar sobre si el hombre usa al celular y a los dispositivos o si estos utilizan al humano.
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