El mercado de las organizaciones deportivas sin ánimo de lucro se encuentra restringido por los valores sociales que promueven y por las regulaciones impuestas por organizaciones deportivas internacionales, nacionales, agencias de regulación, y por las autoridades del sector público. Sus procesos de financiación dependen de algunos stakeholders públicos y privados, afectando su autonomía e incrementando las tensiones sobre los retornos esperados en cuanto a los beneficios comerciales o sociales (Ratten y Ferreira, 2016).
Shilbury et al., (2013) exponen que tradicionalmente el deporte se ha basado en la cultura del voluntariado y el amateurismo; esta cultura se ha ido transformando hacia la construcción de un modelo comercialmente sustentable basado en el profesionalismo, surgiendo tensiones entre el trabajo voluntario y el trabajo profesional remunerado. Esta tensión se intensifica y crea conflictos en las mesas directivas y en los procesos de toma de decisiones de las organizaciones deportivas cuando no se comparten la misma visión del desarrollo deportivo.
En el mercado deportivo convergen los intereses de las organizaciones sin ánimo de lucro junto con las organizaciones con fines de lucro (Tobías et al., 2015). Esto ha ocasionado que las organizaciones con fines de lucro ofrezcan programas deportivos, buscando beneficios sociales e impactando poblaciones tradicionalmente atendidas por las organizaciones del sector sin ánimo de lucro. Como respuesta, las organizaciones sin fines de lucro han acogido prácticas como la capacidad para administrar la independencia financiera, obtener recursos, invertir y diversificar sus fuentes de ingresos (Bayle y Madella, 2002). La imitación de prácticas por parte de ambos sectores ha generado tensiones en lo relacionado a los fines a los que estas organizaciones responden, llevando a reconsiderar los ordenamientos legales que buscan aumentar las restricciones en las limitaciones para participar del mercado deportivo.
Las tensiones estructurales surgen cuando se establecen barreras para la gobernanza y la toma de decisiones entre los niveles nacionales, estatales y provinciales que gestionan el desarrollo deportivo. El incremento en las exigencias sobre la rendición de cuentas revela las tensiones entre dos culturas diferentes de gestionar el desarrollo deportivo, lo cual se manifiesta en la ambigüedad de los resultados esperados, lo comercial vs. lo social.
1.10 LA CONVERGENCIA DEL DESARROLLO DEPORTIVO
La convergencia es la tendencia de las sociedades a desarrollarse de maneras similares en sus estructuras, procesos y desempeños (Kerr, 1983). Houlihan (2012) sostiene que la convergencia puede ser explicada en el desarrollo deportivo por presiones miméticas que incrementan las posibilidades para el aprendizaje y transferencia de políticas. Los modelos de desarrollo deportivo se imitan con relativa rapidez y se adaptan a través de los límites de las organizaciones deportivas (Digel, 2005). Las visiones de futuro representan las aspiraciones de los actores sobre los futuros del desarrollo deportivo y se convierten en las presiones miméticas que definen el modelo de desarrollo deportivo que se impondrá en el futuro.
Las motivaciones principales del desarrollo deportivo parten de los propósitos superiores que estructuran las condiciones sociales, económicas y culturales propias del contexto. Las motivaciones garantizan la coexistencia de sistemas con objetivos divergentes pero que comparten un propósito superior: la visión de futuro. El desarrollo deportivo construye su verdad a través de la elaboración de relatos factuales sobre sus logros concretos, es decir, sus supuestos. El énfasis de política es medido en experiencias exitosas asociadas al logro deportivo, o al desarrollo humano y social de sus instituciones y organizaciones. La ideología que sustenta el discurso político evidencia las coaliciones alrededor de proyectos conjuntos que responden a los imaginarios sobre lo que se considera correcto como paradigma de desarrollo deportivo.
La combinación de recursos financieros, humanos, las capacidades administrativas, además del origen de estos (públicos, privados y del sector sin ánimo de lucro), refleja el balance necesario para lograr la visión de futuro. Los recursos provenientes del sector público y privado, el bienestar económico monetario, la salud pública, la educación, la industria deportiva, la infraestructura, el sector sin ánimo de lucro, las ONG y el talento humano son los aspectos que definen los recursos básicos necesarios para implementar una estrategia de desarrollo deportivo sostenible en el largo plazo.
El impacto se refiere a la medida real en que el cambio ha sido logrado. A nivel de políticas se establecen los alcances de cada una de las dimensiones, en cuanto a las trasformaciones que se espera que el desarrollo deportivo realice. Los procesos dilucidan los cambios en las capacidades institucionales y organizacionales necesarias para lograr cumplir con la visión de futuro. Las prácticas reflejan la innovación sistemática de los procesos y servicios deportivos, sobrellevando las tendencias sociales y tecnológicas que se identifican como relevantes en la planeación del desarrollo deportivo.
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