Un buen ejemplo de cómo el discurso antijudío puede mutar en un mismo autor en función de los rivales no judíos se detecta en Agustín. Cuando atacó a los donatistas, fue muy agresivo con los judíos (Shaw, 2011). Pero cuando escribió contra los maniqueos y debió defender la valía del Antiguo Testamento, la violencia contra los judíos fue notoriamente menor (Fredriksen, 2008). En efecto, en esta línea de salvar el pasado judío para solidificar el presente cristiano, Agustín formuló su noción de los judíos como testigos de la verdad (testes Veritatis). Judíos que sobrevivían, en un estado de agonía, para mostrar la verdad del Evangelio. Sobrevivían y tenían derecho a hacerlo. En este sentido, Agustín es importante para comprender, también, que incluso un escritor que desarrolló un tratado específico contra los judíos pudo establecer líneas teológicas que permitían sustentar la supervivencia de estos en tiempos cristianos. Pero esta operación respondió más a disputas intracristianas que a la interacción con los judíos. Porque los ataques y las defensas del judaísmo en la patrística en su mayoría son, insisto, herramientas de un conflicto que no los involucra.
Por supuesto que, en ocasiones, el discurso antijudío sí tuvo como objetivo, al menos en parte, a los propios judíos. Juan Crisóstomo (ca. 347-407 e.c.) se sincera frente a los cristianos que asisten a su iglesia, les dice que se acercan las fiestas judías y teme que ellos –los propios cristianos– se unan a las celebraciones. El sacerdote antioqueno lanza, entonces, una sarta de ataques discursivos furibundos contra los judíos de la ciudad: que son impíos, que mataron a Cristo, que la sinagoga es una cueva de ladrones, un prostíbulo, etc. Dice, incluso, que sabe que hay cristianos que van a realizar juramentos a la casa de culto judía porque la consideran sagrada. Habla de sinagogas específicas, en la ciudad y en las afueras. Crisóstomo es, como adelantamos, una de las pocas fuentes cristianas que revelan datos concretos sobre la interacción entre judíos y cristianos en una urbe tardoantigua93.
Pero incluso en este caso, donde claramente es el contexto el que impulsa el discurso antijudío y no la propia dinámica teológica cristiana, el obispo construye su sermón para los cristianos. Porque, a fin de cuentas, los textos cristianos están hechos para cristianos; son leídos por estos; son escuchados por estos. Es cierto que hay registros (escasísimos) en los que consta que algunas normas obligaban a los judíos a escuchar los sermones del obispo. También es verdad que los tópicos adversus Iudaeos pudieron haber llegado a oídos judíos a través de polémicas públicas. Pero la mayoría de los discursos antijudíos fueron gestados teniendo en mente un auditorio cristiano. E incluso cuando se atacó a los judíos de carne y hueso, se lo hizo con el fin de impedir que la feligresía continuara teniendo contacto con estos para evitar el riesgo de influencia.
Volviendo a los judíos hermenéuticos, vale decir que la constitución de estas figuras retóricas tampoco fue gratuita para los propios judíos y judías de la Antigüedad Tardía y el Medioevo. Porque aunque la motivación haya sido disciplinar a los cristianos y a las cristianas, lo cierto es que durante la Antigüedad Tardía se fue conformando un corpus de tópicos antijudíos muy grande. Y aunque veremos que la eficacia de estos discursos no parece haber eliminado la interacción entre cristianos y judíos, en ocasiones su recepción sí generó actos de violencia. Porque si bien la mayoría de la población que escuchó a Agustín en Hipona pudo haber hecho caso omiso a sus referencias sobre judíos, algunos sujetos sí pudieron haberle dado crédito. Vuelvo al ejemplo anterior: la islamofobia no suele calar en toda la población, pero de vez en cuando se lee en las noticias sobre agresiones contra los musulmanes sustentadas en creencias que provienen, claramente, de discursos anti-islámicos. En otras palabras: aunque el discurso antijudío cristiano haya nacido como una necesidad teológica y haya devenido dispositivo hermenéutico, las referencias negativas allí contenidas saltaron, en ocasiones, del papel a la realidad.
Otro problema que los judíos hermenéuticos trajeron a los judíos históricos se relaciona con la permanencia. Porque el judío espectral no tiene tiempo. Nace como un modelo, una efigie. Y como no tiene vida, no muere. Y surca el tiempo, indemne. Va sumando, incluso, nuevos atributos negativos. Para dar un ejemplo, en la Inglaterra pre-normanda no había, según las fuentes disponibles y el consenso historiográfico, judíos. No había judíos pero autores como Aelfrico (ca. 955-1010) escribieron textos que poseen múltiples referencias antijudías. Aelfrico murió y los judíos, después del 1066, llegaron a Inglaterra. Él murió pero sus textos no. Y fueron leídos tardíamente por sujetos que sí tenían frente a sus ojos a judíos reales. Entonces un texto antijudío nacido para disciplinar a cristianos en un tiempo donde no había judíos, fue recepcionado siglos más tarde por sujetos que sí lidiaban con judíos94. Obviamente que ello no explica la violencia que sufrieron los judíos en los siglos XII y XIII –la cual, para desencadenarse, requirió múltiples variables políticas, sociales y económicas– pero sí otorga un elemento más a la posibilidad de existencia de esta. Me adelanto a la crítica: ¿entonces por qué decir que el discurso cristiano antijudío previo a la Shoa no tuvo nada que ver con Treblinka? Dije ya que tuvo que ver, pero solo en parte. Treblinka existió por muchos motivos y el antijudaísmo cristiano no fue el principal. De hecho, Hitler, en algunos textos, despreciaba abiertamente el antijudaísmo cristiano –al que denominaba pseudo-antisemitismo–95 y se mostraba preocupado porque el bautismo otorgaba un potencial escape a la “raza” judía96. Se ha argumentado que la elección por parte de Hitler de los judíos como enemigos –y antes que él, por Wilhelm Marr, quien acuñara el término antisemitismo97– hunde sus raíces en el odio generado por discursos cristianos previos. Creo, nuevamente, que tal afirmación es una petición de principio. Las razones por las que Agustín y Marr escribieron contra los judíos son hijas de tiempos diferentes y, en palabras de ellos mismos, responden a razones distintas. No se lea esto como una defensa del cristianismo inicial, cuya literatura antijudía generó grandes daños. Es simplemente responsabilidad de un historiador intentar comprender los fenómenos sin reduccionismos y, sobre todo, teniendo en cuenta los contextos en los que suceden los eventos.
Acciones
Pasemos ahora a la praxis cristiana frente a los judíos. Es, claramente, más difícil de investigar porque lo que sobrevive a la historia son los textos y no los eventos98. Es decir, sin el texto no hay evento. Si nadie registró que un obispo instó a golpear judíos durante la Pascua, no tenemos forma de reconstruirlo. Más difícil de detectar es, aún, la convivencia pacífica dado que la noticia es la quema de una sinagoga; no su permanencia.
Para analizar la política cristiana tardoantigua frente a los judíos disponemos de evidencias escasas e incompletas. No voy a hablar aquí de las –aún más difíciles de corroborar– reacciones populares (volveremos sobre esto más tarde) sino de las acciones que tomaron individuos pertenecientes a los grupos de poder.
Un buen punto de partida son las normas. Si bien es muy difícil calibrar el grado de aplicación y cumplimiento, al menos reflejan la voluntad de las elites. Es cierto que un sermón antijudío también es, de algún modo, un intento de accionar sobre el cotidiano, pero la constitución de leyes es un mecanismo más directo dado que posee carácter vinculante y se apoya en el uso de la fuerza. El Código Teodosiano, promulgado en 438 e.c., recolecta varias leyes destinadas a los judíos. Aunque el discurso antijudío está presente dado que el judaísmo es presentado como superstición y secta, la lectura del Codex pone de manifiesto que, sin bien jurídicamente subordinados, los judíos eran aceptados por la legislación imperial cristiana. Ello se refleja, por ejemplo, en la aparentemente contradictoria frase “Es evidente que la secta de los judíos no está prohibida por ninguna ley”99.
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