—¿Todo bien, Madi? ¿Quieres ir de regreso a la sala?
Madania abre los ojos y observa a Gircelle con seriedad.
—Claro que no. Has logrado que esté indispuesta para el viaje, Gircelle. Si sucede algún inconveniente en el Diastro, será tu culpa.
Gircelle ríe.
—Es cuestión de acostumbrarte. Cuando te subes de buen humor, se vuelve muy divertido.
—El ducto es fabuloso, pero creo que ya tuvimos bastante por hoy, Gizz —le responde Madania, y se deja caer en la cama que se encuentra al lado de la de su amiga.
Gircelle observa por un momento la figura de un Matzik yamchano que cuelga del techo. Después saca ropa holgada de un gabinete. Le da unas prendas a Madania y baja la intensidad de la luz de la habitación.
—Es cierto, Madi —dice después—. Solamente quería que pudiéramos relajarnos un momento y que vieras mi regalo —voltea a ver la terraza que conecta con su habitación, bañada por la luz de las lunas de Dodanesk y Dolgiania—. No puedo dormir todavía, Madi. Fue un día bonito y extraño a la vez. Saldré un momento a la terraza para aclarar mis pensamientos y poder dormir mejor.
Madania asiente y se recarga en la cabecera de la cama. Con una leve sonrisa, observa a su amiga mientras sale.
La luz reflejada por Dolgiania y las lunas de ambos planetas es hermosa. Gircelle ve cómo pequeños grupos de naves Tavet surcan la ciudad como parte de sus operaciones de reconocimiento y seguridad.
No siente sueño porque sus pensamientos fluyen con mucha rapidez. Baja la mirada hacia el espacio de vehículos para ver al Diastro. Después observa los edificios iluminados del centro de Dodaine, que no dejan de palpitar gracias a su intensa actividad nocturna a pesar al incidente en el Lounge. Por último, Gircelle vuelve a observar el cielo, enmarcado todavía por los remanentes de los extraños resplandores que derivaron en la caída de aquellos fragmentos en llamas. Se enfoca en el brillo de Dolgiania.
—Buenas noches, gran planeta capital —dice—. Nos veremos mañana.
Cruza la puerta corrediza para regresar a su habitación. Después la cierra y activa el sistema de polarizado de los vidrios para que el sol de Dolgia no las deslumbre al amanecer. Madania está recostada en la otra cama, muy cerca de conciliar el sueño.
Janvie y Jaelian se despiden de ellas a través del panel de la habitación.
—Mañana tendrán el viaje de sus vidas, hermosas —les dice Janvie—. Recuperen energías. Sobre todo tú, Gizz. Ya pasó todo, mi flor del cielo. La Flota Tavet nos protege ahora.
—Claro, mami.
—Que tengan una buena noche las dos. Las queremos —agrega Jaelian.
—Igualmente, papá. Los quiero.
Gircelle se recuesta en su cama y observa a Madania.
—Gracias por quedarte conmigo esta noche, Madi.
—No es nada. Gracias a ti por la locura de hace un momento. Espero que la Ruta Thende sea menos sorpresiva y rápida.
Las dos ríen juntas.
—La Ruta Thende es especial y rápida, sí, pero se adapta a una. Gracias a ti por las locuras que me has enseñado —dice Gircelle.
—Dolgiania será testigo de otras nuevas.
Ambas chocan sus palmas, con una sonrisa.
—Ten una bonita noche, Madi.
—Igualmente, Gizz. Te lo mereces más que yo.
Madania se duerme rápidamente. Gircelle se queda reflexionando, con la mirada fija en la luna Dodana cuya forma se adivina a través del ventanal. Le gustaría escuchar los informes de la Flota Tavet sobre el extraño acontecimiento que les tocó vivir y que empañó tristemente sus festejos de graduación. En medio de estos pensamientos, cae rendida por el sueño. Ambas quedan bajo la protección del cielo de Dodanesk y del resto de los planetas de la Federación.
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