—Mucha suerte, Gircelle —le dice el vocalista—. Tienes mucho talento. Fue un placer interpretar esta canción contigo como voz principal. ¡Gircelle Ganeve, damas y caballeros!
La jovencita dodana se inclina ante el grupo, a modo de agradecimiento, y vuelve a su mesa acompañada por los aplausos.
Arkend la abraza, y luego también los demás en la mesa.
La banda comienza a interpretar música para bailar. Muchos de los clientes se dirigen a la zona de baile. Jaelian le tiende su brazo a Janvie y van juntos a la pista.
Los anfitriones sirven las bebidas de sobremesa, lo que hace que la actividad de los encargados del bar se incremente.
Gircelle y Arkend se toman de las manos. Se sonríen mutuamente y se miran a los ojos. Arkend está a punto de pedirle que baile con él, pero Gircelle se lo propone antes.
Se levantan para dirigirse a la pista, pero se dan cuenta de que está repleta, por lo que deciden ir a la parte de la terraza que está al aire libre. Las puertas están abiertas para propiciar la ventilación del lugar, así que cuando salen todavía pueden escuchar la música gracias a un sofisticado sistema de sonido. Además, unos paneles instalados en las paredes muestran lo que ocurre dentro.
La terraza Cindente, la más grande del Lounge, es imponente. Hace un clima agradable, y puede verse claramente el brillo de las estrellas y de los planetas vecinos. Corre una ligera brisa proveniente del mar de Terran. A lo lejos, en la Bahía de Intlend, se ven luces y estelas de humo fluyendo hacia el cielo de Dodanesk. Se trata de las naves que despegan de la Terminal Interplanetaria de Dodaine para dirigirse a distintos planetas de la Federación, e incluso también a las comunidades colindantes.
Gircelle y Arkend contemplan las naves sabiendo que ellos volarán también al día siguiente a bordo del Diastro para dirigirse a Dolgiavit.
Mientras Gircelle continúa mirando el horizonte, Arkend la toma de la cintura para bailar. Ella le corresponde tomándolo de una mano y del hombro. La música romántica y la noche fluyen en armonía en la terraza del Lounge, acompañadas por la tenue luz y el brillo de las estrellas.
—Hermosa —dice Arkend—, hemos vivido cosas muy intensas hoy. Mañana, a estas horas, estaremos en el campus de la universidad.
Gircelle asiente.
—Han sido muchos cambios en tan poco tiempo, amor —dice—. Todo cambia de un momento a otro. Nuestra vida aquí termina, y mañana empezará una nueva. Los recuerdos y las locuras en nuestra época de estudios preliminares, el Diploma Estond... todo eso quedará en nuestros recuerdos, conoceremos nuevas ciudades, y tendremos nuevas experiencias. Madi y tú lo saben más que nadie.
Arkend besa su mano.
—Dolgiavit nos espera, amor —le dice, acariciándole ahora la mejilla—. El lugar de los nuevos retos y los espacios de libertad que nos llevarán a trazar nuevas estrellas en nuestras vidas.
Gircelle sonríe. Los dos bailan al ritmo lentamente al ritmo de la música.
—Te Amo, Arkend. Me siento muy afortunada de que estemos juntos en este viaje que nos espera.
—La noche se vuelve más hermosa junto a ti, amor. Y mañana nos espera un día brillante.
Los dos se besan con suavidad de manera prolongada hasta que, de manera inesperada, un gran estruendo proveniente del cielo los interrumpe. Con horror, tanto ellos como los demás comensales en la terraza observan las explosiones inexplicables que se suceden, una tras otra, y las gigantescas piezas incandescentes que caen sobre el mar de Terran. Las ondas expansivas causadas por su caída generan olas enormes que golpean con fuerza la estructura del Lounge. Por fortuna, no provocan grandes daños, y nadie resulta herido de gravedad.
Varias parejas, asustadas, corren hacia el interior del Lounge. Mientras tanto, un convoy de naves de la Flota Tavet aparece y sobrevuela a baja altura la playa cercana.
Los jóvenes, nerviosos y desconcertados, siguen a los demás.
—¡Ojos celestiales, Arkend, resguárdense por acá! —les grita Jaelian desde lejos, cuando entran al Lounge.
El lugar, hasta hace unos momentos tan armonioso, es un caos. Paramédicos y elementos de seguridad llegan para atender a los asistentes. Algunos parecen dominados por el pánico y los nervios.
Gircelle y Arkend se abren paso hasta llegar al lado de sus padres y amigos, y se refugian con ellos en un rincón, al lado de la mesa que ocupaban hasta hace un rato, esperando las indicaciones por parte de los soldados Tavet. Estos recorren el lugar de punta a punta, probablemente buscando algún tipo de evidencia de lo ocurrido.
Nadie sabe con certeza lo que sucede. Se respira un clima de incertidumbre e inseguridad. El mar de Terran está ahora cubierto por miles de piezas y estructuras, varias de ellas aún en llamas.
Arkend dice que tal vez se trate de estructuras minerales que ingresaron a la atmósfera de Dodanesk junto a algún cuerpo rocoso perdido.
—No lo sé, amor. Intuyo que se trata de otra cosa —dice Gircelle.
—Hermosa, quédate tranquila —responde él, abrazándola—. No lo sabremos hasta que los soldados Tavet completen su investigación y lo den a conocer.
—¿Qué fue lo que vieron, Arkend? —pregunta Janvie—. Podemos considerarnos afortunados por haber salido ilesos. Esos resplandores eran todo menos normales.
—Todo sucedió en segundos, tía Janvie. Los resplandores y el ruido nos aturdieron.
Jaelian y Dorguv, el padre de Madania, se levantan para ir hacia la barra de bebidas.
—¡Vuelvan acá, ustedes dos! —les grita Seletin, madre de Madania—. ¿Qué hacen?
Gircelle aborda a uno de los soldados que custodian el pasillo principal, cerca de ellos:
—Soldado, si este lugar es riesgoso, ¿por qué nos tienen todavía aquí?
—Es el mejor resguardo por el momento, señorita. La Flota se encuentra haciendo un reconocimiento de los alrededores. Las condiciones podrían empeorar si los dejamos salir. Estamos intentando que Dodaine quede fuera de peligro.
Jaelian y Dorguv regresan con bebidas en recipientes sellados y las reparten entre sus seres queridos.
—Bébanlos —dice Jaelian—. No son mezclas fuertes. Los ayudarán a relajarse.
Gircelle abre su bebida y se la lleva a la boca con pulso tembloroso. Arkend la ayuda a tomarla.
—Rand y su equipo están haciendo bebidas como estas para todos —dice Jaelian—. Confíen en ellos. Fueron creadas en la Base Tavet cuando éramos cadetes. Nos ayudaban a mantener la tranquilidad en los momentos más duros de los entrenamientos.
—Gracias, papá —dice Gircelle.
—Todo estará bien, flor del cielo. Iremos a casa y continuaremos la fiesta a nuestra manera.
Gircelle sonríe y abraza a su padre.
—Esa es la sonrisa que quería ver —dice él.
Dos horas después del incidente, todos continúan relativamente calmados gracias a las bebidas especiales del Chef Trelondse, quien ahora se encuentra refugiado en las cocinas del Lounge junto a su equipo, a la espera de indicaciones por parte de los soldados Tavet.
Los cinco jóvenes duermen apoyados unos contra otros mientras sus padres conversan en voz baja. El resto de la clientela y el personal también continúan refugiados entre las mesas.
La brisa del mar de Terran refresca el salón a través de los ventanales, rotos a causa de la onda expansiva y las potentes turbinas de las naves de la Flota Tavet, que aún sobrevuelan el cielo de Dodaine para evitar que vuelva a ocurrir algo similar.
Los soldados anuncian que comenzarán las maniobras de evacuación. Por fortuna, el Lounge y toda la zona cercana al mar de Terran se encuentra fuera de peligro. Las naves de la Brigada Tavet de Emergencias hacen las maniobras necesarias para controlar las llamas restantes y rescatar las piezas que flotan en el agua para su posterior investigación en la Base.
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