14 De resurrectione 7– 8; en: ORBE, A., op. cit., pp. 538–539.
15Esta expresión puede entenderse de dos maneras, dada la ambivalencia del término pneûma : a) Dios es material; b) Dios es no material. En un contexto bíblico, la expresión aparece en Jn 4, 24 y los intérpretes del Evangelio le han atribuido distintos significados, adelantándose a todos el gnóstico Heracleón, quien utiliza el texto para definir la simplicidad de la naturaleza divina (Orígenes lo cita en el comentario In Johannis 13, 21). Tertuliano lo interpreta en favor de la corporeidad de Dios ( Adversus Praxean 7, 8; El Apologético 21, 11; Adversus Hermogenen 32, 3). Para la exégesis de este pasaje en los primeros siglos del cristianismo, véase ORBE, A., La teología del Espíritu Santo. Estudios Valentinianos , vol. IV, Roma, Analecta Gregoriana, 1966, pp. 26–33.
En un contexto estoico, el pneûma era uno de los nombres del principio activo y corporal de la naturaleza que, junto a otro principio pasivo, también corporal, se mezclaban en toda la materia existente. Sobre la causalidad de ambos principios en la filosofía del Portal, véase ELORDUY, Eleuterio, El estoicismo, Vol. I, Madrid, Gredos, 1972, pp. 244–253. Taciano piensa en ambos contextos. Cfr. MARTÍN, José Pablo, «Taciano de Siria y el origen de la oposición de materia y espíritu», en: Strómata, nro. 1 / 2, año XLIII, enero–junio 1987, pp.71–107.
16TACIANO, Pros Héllenas 4, en RUIZ BUENO, D., Los Padres Apologetas griegos (s. II ) , p. 577.
17TACIANO, op. cit. 12, p. 588.
18TACIANO, ibidem 13, p. 590.
19Cfr. TACIANO, idem 15, p. 593.
20Con esto Taciano se aparta de cualquier compromiso con la idea pitagórica o estoica de los ciclos cósmicos.
21Se refiere al tratado perdido: περὶ ζῶον.
22TACIANO, Idem 15, p. 593.
23Cfr. PLUTARCO, Diálogos píticos, 450 D, en Obras morales y de costumbres , trad. José Antonio Fernández Delgado, Madrid, Gredos, 1995, p. 435; Cfr. también SEXTO EMPÍRICO, Adversus mathematicos (en adelante: Adv. math. ) VII, 269: ἄνθρωπος ἐστι ζῶον λογικὸν νοῦ καὶ ἐπιστήμη δεκτικόν («el hombre es animal racional, mortal, capaz de intelecto y ciencia») en MUTSCHMANN, H. (ed.), Sextus Empiricus, Opera, vol. II: Adversus Dogmaticos ( = Adversus Mathematicos VII – XI), Leipzig, Teubner, 1914, p. 63. Cfr. la clásica definición aristotélica de hombre en Tópica Ε 130 b 8. 132 a 19, como ζῳον ἐπιστήμης δεκτικόν.
24Ver nota anterior.
25ORBE, A., «La definición de hombre en la teología del siglo II», p. 542.
26ATENÁGORAS, De resurrectione mortuorum (en adelante: De res. mort. ) 12, en RUIZ BUENO, D., op. cit., p. 728.
27En Timeo 37c, donde la palabra ἄγαλμα surge en el siguiente contexto: «A su vez, cuando concierne a lo racional, y el círculo de lo mismo, torneándose bien, lo revela, se producen necesariamente intelecto y ciencia. Y si alguien llamara de otro modo que “alma” a aquello en que estas dos cosas se generan, dirá cualquier cosa menos la verdad. Pues bien, cuando el padre generador lo percibió en movimiento y vivo, ícono (ἄγαλμα) nacido de los dioses eternos, se regocijó, y, complacido, se propuso hacerlo más semejante al modelo». Utilizamos aquí la traducción de Conrado Eggers Lan, Platón. Timeo , Buenos Aires, Colihue, 1995–1997, pp. 120–121. Resulta asimismo iluminadora la nota n. 68 al pie de la página 121, en referencia a la citada palabra. Por su importancia, la transcribimos completa: «Cornford traduce “un altar shrine > producido para los dioses inmortales”, y critica la traducción de ágalma como “imagen”; pero dicha acepción no parece poder leerse en Platón, y menos en las obras seguramente más vecinas al Timeo , como Filebo 38d10, Critias 119b5 y Leyes XI 931a6 (este último pasaje citado por Brisson, Timée p. 236 n. 184), en donde la idea de «figurilla» o «estatua» conlleva la de imagen. Cfr. W. Burkert, Griechische Religión der archaischen und klassischen Epoche , Stuttgart–Berlin–Köln–Mainz, 1977, p. 153 y 157. Ahora, el problema de si Platón está aquí llamando «dioses» a las Ideas, como ya lo hemos señalado, no es exclusivo de este pasaje, ya que se presenta también en Fedón , Parménides y Leyes IV, además de Timeo 92c (cfr. C. Eggers Lan, « Dios en la ontología del Parménides », en: Platón: Los diálogos tardíos, pp. 50–51).»
28Cfr. FILÓN de ALEJANDRÍA, De opificio mundi (en adelante: Opif. ) 137; «En efecto, se fabricó una especie de casa o de templo santo del alma racional que iba a llevar la imagen de la más semejante a Dios de las imágenes», en MARTÍN, J. P (ed.), op. cit. , trad. y notas de Francisco Lisi, p. 147.
29Cfr. CLEMENTE de ALEJANDRÍA, Stróm. VII, III, 16, 5: «Sin duda, el alma del hombre justo es principalmente imagen divina y está emparentada con Dios; en ella se edifica y levanta, por medio de la obediencia a los mandamientos, el que es guía de todos, mortales e inmortales, el soberano y progenitor de los buenos, el que es verdaderamente ley, oráculo y Logos eterno», en MERINO RODRÍGUEZ, M., Clemente de Alejandría. Strómata VI – VIII : Vida intelectual y religiosa del cristiano , Fuentes Patrísticas 17, Madrid, Ciudad Nueva, 2005, p. 363.
30Cfr. ORBE, A., «La definición de hombre en la teología del siglo II», p. 542, n. 54.
31ATENÁGORAS, De res.mort. 13, p. 729.
32ATENÁGORAS, op. cit. 15, pp. 734–735.
33Cfr. JUSTINO, 2 Apol. 4, 2; 5, 2, pp. 265 y 266.
34TEÓFILO de ANTIOQUÍA, Ad Autolycum (en adelante: Ad Autol. ) II, 10, en RUIZ BUENO, D., ibidem, p. 796.
35TEÓFILO de ANTIOQUÍA, op. cit. II, 24, p. 815.
36TEÓFILO de ANTIOQUÍA, ibidem II, 27, p. 818.
37Cfr. NEMESIO de ÉMESIS, De natura hominis (en adelante: De nat. hom. ) I, 46, en MORANI, Moreno (ed.), Nemesii Emeseni De natura hominis , Leipzig, Teubner, 1987, p. 6. En lo sucesivo, el número de página corresponderá al de la presente edición.
38Esta expresión (ἀπ' ἀρχῆς) se refiere a la existencia antes de la creación del mundo. Cfr. ORBE, A., La teología del Espíritu Santo , p. 172.
39Cfr. Oráculos caldeos , frs. 96–97: «Porque el alma, que es como un fuego brillante por la potencia del Padre, permanece inmortal, es señora de vida y contiene las plenitudes de los múltiples senos (del mundo). El alma de los hombres (arrebatada) guardará a Dios en sí, (y) sin tener de mortal está totalmente embriagada (desde lo divino). Alaba, pues, la armonía, bajo la que reside el cuerpo mortal», en: GARCÍA BAZÁN, F., Oráculos caldeos con una selección de testimonios de Proclo, Pselo y M. Itálico. Numenio de Apamea. Fragmentos y testimonios , Madrid, Gredos, 1991, p. 80.
40Cfr. I Jn 3, 10.
41VALENTÍN, Fragmento 4; posiblemente, la misma Homilía Sobre los amigos , mencionada en Stóm. IV, 6, 52. Cfr. ORBE, A., «Los hombres y el creador según una homilía de Valentín (Clem., Strom. IV, 13, 89, 1–91, 3)» I, en: Gregorianum 55/1 (1974), p. 6, n.5.
42Basílides considera que hay que remitir el origen de la muerte al Demiurgo, y no al pecado humano.
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