Establecen tres clases de hombres: espiritual, psíquico y terreno, correspondientes a Caín, Abel y Set, y a partir de éstos establecen las tres naturalezas, no en cada uno de los individuos, sino en el conjunto del género humano. 47
Los gnósticos recurren a tradiciones judías y esotéricas, poniéndolas al servicio de una exégesis literal de la antropogonía bíblica para explicar la generación de los tres principios mencionados. En el texto conocido como Hipóstasis de los Arcontes, 48se parte de la formación del hombre terrenal, seguido sucesivamente por el psíquico y el espiritual:
Los arcontes se reunieron en asamblea y dijeron: «Vamos, tomemos tierra y creemos un hombre de barro». Y modelaron su creatura haciéndola completamente de tierra. Ahora bien, el cuerpo que tienen los arcontes es (también) de mujer, es un (aborto) de rostro de animal. Así pues, tomaron (barro) de la tierra y modelaron (a su hombre) de acuerdo con el cuerpo de ellos mismos y (de acuerdo con la imagen) de Dios que se les había aparecido en las aguas. Entonces dijeron: «Vamos, apoderémonos (de esta semejanza) por medio de nuestra hechura, de manera que ésta vea a su viva semejanza... Y sopló en su rostro: entonces el hombre pasó a ser psíquico sobre la tierra por muchos días, y ellos no pudieron ponerlo de pie a causa de su impotencia... Después de estos sucesos, el Espíritu vio al hombre psíquico sobre la tierra. El Espíritu partió de la tierra adamantina, descendió y habitó en él. Aquel hombre pasó a ser un alma viviente. 49Y le puso de nombre Adán, puesto que fue hallado arrastrándose sobre la tierra. 50
Muchos aspectos interesantes relacionados con el cuerpo se encuentran en este pasaje. El hombre primordial es andrógino porque los arcontes son andróginos. 51El aspecto de mujer del primer hombre viene de los arcontes, mientras que el aspecto de varón procede de la imagen de la Incorruptibilidad reflejada en las aguas. La semejanza, por su parte, se trataría de la «imagen viva», en el sentido de la teúrgia y no de una mera copia, atribuido a las estatuas paganas. Como los arcontes eran malos teúrgos, no lograron imprimir en este hombre la imagen de Dios. Luego se pasa al hombre psíquico, y el plural referido a los arcontes se cambia en el texto por el singular, dando a entender que ahora se trata de una entidad individual la que «sopló» sobre el rostro del hombre el aliento de vida, el que curiosamente es omitido en el texto. Ireneo nos ayuda a comprender ese cambio en el número de las potencias intervinientes. 52La cuestión del «hombre-gusano» con su cuerpo arrastrándose sobre la tierra, aparece también en la crítica de Ireneo a Satornilo. 53
En el tratado Sobre el origen del mundo , la secuencia de generación de los tres principios se invierte, comenzando por el hombre espiritual hasta llegar al terrenal, lo que ocurre dentro de un esquema genesíaco de ocho días, según el siguiente ordenamiento:
Día primero: manifestación del Hombre de Luz
Día segundo: Instalación de su consorte Prónoia en el cielo.
Día tercero: regreso del Hombre de Luz.
Día cuarto (y quinto): creación de las luminarias.
Día sexto: creación del hombre psíquico y de Eva psíquica.
Día séptimo: reposo.
Día octavo: manifestación del hombre terreno y de Eva terrena.
Lo que interesa para el estudio del cuerpo a partir de esta fuente, ocurre en el día octavo, con la manifestación de Adán en el paraíso:
Ahora bien, el primer Adán de luz es espiritual, y se manifestó en el primer día. El segundo Adán es psíquico, y se manifestó en el (sexto) día, denominado de Afrodita. El tercer Adán es terrenal, el de la Ley, y se manifestó en el octavo día, ... el reposo de la indigencia, llamado día del sol. 54
El hombre psíquico, que tiene en su interior el principio espiritual, es introducido por los arcontes en un cuerpo terrenal o una «vasija», como dice el texto (115, 17), aludiendo al «polvo de la tierra» de Gn 2, 7. El Adán terrenal no podía ponerse en pie ya que carecía de alma, hasta que Eva, al ver al que era su semejanza postrado en la tierra, sintió pena por él y lo ayudó a erguirse. Es notable la coincidencia entre varios autores gnósticos que expresan la fragilidad del cuerpo del hombre a través de la imagen de Adán arrastrándose. El principio femenino siempre aparece como ayuda, pero debe tenerse en cuenta que la Eva que actúa en este relato auxiliando a Adán, es el hombre andrógino descrito en un pasaje anterior del mismo tratado:
Nació un hombre andrógino, al que los griegos llaman hermafrodita. A su madre los hebreos la llaman Eva de Zoé, esto es, la instructora de la vida. Después, las potestades lo llamaron «bestia» ( theríon ), de modo que pudiera engañar a las creaturas de ellos. 55
La introducción del hombre psíquico dotado del pneûma en un cuerpo terrenal es atestiguada también por el Apócrifo de Juan :
Entonces (los arcontes) arrastraron a Adán hacia la sombra de la muerte a fin de modelarlo otra vez con (aquella mezcla de) tierra, agua y fuego y con el espíritu que procede de la materia —que es la ignorancia de la oscuridad y del deseo— y con su espíritu contrahecho. 56
La aparición del hombre psíquico en cuerpos terrenales, supone para Adán y Eva el olvido del elemento espiritual, hasta que por sugestión de la serpiente, lograron contrarrestar el olvido haciendo que brillara en ellos «la luz del conocimiento», con lo cual se opusieron a la voluntad de los arcontes que los expulsaron del paraíso. 57
La escuela valentiniana merece ser estudiada aparte por la cuidadosa elaboración de su doctrina y por la similitud de su exégesis bíblica con la de la Magna Iglesia.
Sostenían —apoyándose probablemente en Sabiduría 11, 18: «... que creó el mundo de una materia invisible» ( quae creavit orbem terrae ex materia invisa )—, que el cuerpo originario de Adán, modelado en el día sexto de la creación, no podía ser visible ni carnal ya que provenía de un polvo (χοῦς) de naturaleza especial, de materia animada e invisible. Al igual que sus maestros los ofitas, los valentinianos consideraban el plasma del primer hombre como una sustancia etérea y clara, de índole espiritual, 58que no era propiamente psyché pero tampoco sôma sin alma. Los arcontes o el demiurgo lo habían plasmado a partir de un sustrato invisible y sutil que, como consecuencia de la formación «a imagen», adquirió el carácter de sôma psychikón . Para fundamentar esto, recurrían al texto de 1 Co 15, 44, en que el Apóstol utiliza la misma expresión. El cuerpo carnal y visible apareció más tarde, en el día octavo, y fue consecuencia de la culpa. La carne visible se aleja notablemente del cuerpo modelado en el día sexto, pues, este último es hombre , si bien de naturaleza humilde, mientras que aquella no es propiamente hombre , sino su vestido y cárcel, lo que el Gn 3, 21 —según ellos—, llama «túnicas de piel».
Una vez fabricado el mundo, también hizo al hombre, «sacado de la tierra» 59(Gn 2, 7; 1 Co 15, 47). No lo hizo de tierra seca, sino tomando algo de la sustancia invisible, de materia difusa y fluida, en la cual sopló el elemento psíquico. Este es el hombre hecho «a imagen y semejanza» (Gn 1, 26). Ante todo según la imagen es el hombre hýlico : cercano, pero no consustancial a Dios. 60Según la semejanza es el hombre psíquico , a cuya sustancia se le llama «espíritu de vida» (Gn 2, 7), porque surge de un fluido espiritual. Y, dicen ellos, en tercer lugar la «túnica de piel» (Gn 3, 21): ésta sería la carne sensible. 61
En este rico pasaje se perfila también la diferencia sustancial entre dos de las tres clases de hombre en que los valentinianos fragmentaban su antropología: el hýlico o material, en el que predominaba el elemento carnal, predestinado a la condenación en virtud de su naturaleza material alejada de toda posibilidad de adquirir la Gnosis salvífica, y el psíquico o racional, pudiendo acceder a la Gnosis por tratarse de una categoría intermedia de hombre, equidistante entre la oscuridad de la materia y la luminosidad del espíritu. El hombre pneumático o espiritual, por su parte, corona la jerarquía antropológica, siendo aquel que está destinado a recibir la Gnosis vivificante por el predominio del pneûma en su ser.
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