De modo y manera, que la asignatura que yo aprobé en aquella primera oposición de 1987 fue Historia del Deporte, que he impartido prácticamente hasta el curso 2008/09, con los paréntesis de mis ausencias. Con posterioridad, una vez alcanzado el quinto curso, también impartí bastantes años, «Directrices para el entrenamiento de los jóvenes», hasta que desapareció del plan de estudios. Pero significativamente no di asignaturas de gestión hasta después de mi regreso de Almería, en el curso 2006/07, cuando hacía años que me había convertido en un especialista en esta área, porque no existían esas materias.
Bien profesionalmente o bien como «gestor «amateur», es decir sin remuneración, desde aquellos inicios del deporte escolar en 1977, nunca dejé el campo de la gestión del deporte. Así, si tras el deporte escolar, vino la gestión del CITD, a principios de los años 1980, la colaboración en la Junta Rectora y el Consejo de Gerencia de la Fundación Deportiva Municipal del Ayuntamiento de Valencia o la Dirección del Palacio de Deportes de la Fuente de S. Luis, la cosa continuó en la Federación de Atletismo. Del mismo modo que en 1985 abandonaba la dirección del Pabellón de la Fonteta, y me integraba en la enseñanza secundaria en el IB El Clot, en 1986 gané las primeras elecciones autonómicas a presidente de la Federación de Atletismo de la Comunidad Valenciana (FACV ), en la que estuve como tal hasta 1993, después de revalidar mi candidatura en 1990, y debo decir que el nivel de exigencia y de trabajo fue muy superior a cualquier otro cargo de gestión profesional que hubiera tenido antes, excluido, probablemente, la dirección del deporte escolar en 1977, pues aquello eran palabras mayores sobre todo por la época en la que se desarrolló y la necesaria obligación de montar una estructura nueva.
Aquí, una vez más, todo estaba por hacer porque nacía la Federación Autonómica, y, había que integrar a tres federaciones, Alicante, Castellón y Valencia, que hasta su creación eran, no solo independientes entre sí, sino, incluso rivales. No fue tarea fácil, pues desde el propio montaje de la estructura, el local, los cargos directivos, el personal de trabajo, el calendario de competiciones, todo debía partir de cero, porque no servía lo que existía con anterioridad para la nueva etapa y, además, había que andar con tiento y mano izquierda para evitar los típicos «piques» territoriales. No obstante, creo que valió la pena y conseguimos poner ciertas bases para el futuro, consolidando la organización autonómica.
Por otra parte, fue una etapa estupenda, pues no en vano es mi deporte. El deporte al que lleva asociado más de 40 años, que se dice pronto, desde que en 1964 comencé a practicarlo con 13 años, del que fui, también, entrenador, y por último dirigente, por lo que le tengo un cariño especial. El atletismo, me permitió continuar profundizando en el campo de la gestión, aprendiendo y aportando novedades. Así, al margen de la propia estructura organizativa de la FACV , creamos los campeonatos autonómicos, paso lógico obligado, que conseguimos fueran televisados unos años por Canal 9 en directo; el Gran Premio Caja de Ahorros de Valencia (la actual Bancaja), patrocinado por esta entidad, con premios a los atletas y competiciones puntuables en las 3 provincias; las competiciones y encuentros internacionales volvieron por Valencia, gracias a esos dos primeros mítines internacionales en pista cubierta organizados en 1987 y 1988 y a un España-Francia en el Pabellón de la Fonteta cuando tenía pista de atletismo. En fin, que para un amante del atletismo como yo, me lo pasé muy bien, y que algunos todavía lo recuerdan con agrado.
Desgraciadamente, tuve que dimitir en 1993, porque el Presidente de la Federación Española (RFEA), José Mª Odriozola me ofreció en su segundo mandado hacerme cargo de la gestión económica de la federación y para evitar suspicacias de otras federaciones territoriales o de clubes no valencianos, creí más oportuno no compaginar ambos cometidos.
Yo ya estaba en la Junta Directiva de la RFEA desde que, al poco tiempo de ser Presidente de la FACV , Juan Mª De Hoz, el presidente en aquel entonces, me ofreció estar en su junta directiva. No había nadie de Valencia en ese momento y acepté. Estábamos en 1987 y a finales de 1988 se celebraron elecciones, y fui uno de los pocos (sólo 2) de esa Junta Directiva de J.M. de Hoz que apoyó a Odriozola. Fuimos (la FACV ), además, la federación territorial que le aportó más votos, puesto que el otro candidato era catalán, cuya federación contaba con la mayor representación en la asamblea, mientras que otras como Andalucía o Madrid estaban divididas, al contrario que la valenciana. José Mª Odriozola ganó esas elecciones y durante 20 años fui Vicepresidente 1º de la RFEA.
Ante todo, digamos que aprendí de economía. A la fuerza ahorcan, que dice el refrán. Y es que uno sabe cómo empieza a ejercer su vida laboral, qué ha estudiado, pero no cómo acaba, máxime en el mundo de la Actividad Física y el Deporte, nuevo, cambiante, con nuevas áreas de conocimiento que se abrían, con la necesidad de encontrar profesionales y con la exigencia cada vez mayor de realizar una gestión de corte empresarial y no «amateur», es decir: dedicando un rato por las tardes como ocurría a principios de los años 1990, incluso. Sea como sea, lo cierto es que «el marrón » al inicio de 1993 era cómo para pensárselo dos veces. La RFEA tenía un déficit de 160 millones de pesetas, de un presupuesto que apenas llegaba a 800, nada que ver con el actual, que supera los 2.000 millones de pesetas (12,7 millones de euros de presupuesto ordinario en 2007 y 12,3 millones de 2008, sin contar los eventos extraordinarios). Se debía la mayor parte de las becas, no existía ninguna medida financiera, como póliza de crédito, préstamo o similar, que permitiera aliviar los problemas de tesorería. Hubo que establecer urgentemente este tipo de medidas y aprobar una póliza de crédito, que permitiera continuar la actividad normal, que de eso se trataba, al fin y al cabo. Se contaba para ello con unos presupuestos y subvenciones, que, aún cuando había que esperar a su aprobación anual, estaban más que consolidadas, lo que debería permitir contar con esos recursos financieros.
Conseguimos, no sin agobios, salir del problema y la RFEA desde 1993, salvo un par de ejercicios económicos, tuvo siempre superávit económico, lo que le permitió enjugar aquel déficit agobiante y contar con un Fondo Social (en términos técnicos) positivo, que a finales de 2007 era de 494.670,07€, nada que ver con aquellos duros comienzos, que ya me hubiera gustado a mí empezar con un panorama como el actual.
Los primeros cuatro años de mandato de Odriozola, estuve en temas más de carácter técnico, ocupando la Vicepresidencia del Comité Técnico, yendo de delegado de equipo a los principales eventos, pero nada más en lo que llamaríamos gestión federativa, aunque en este periodo, ya tuve entre las manos la organización de mi primer gran evento: el III Campeonato del Mundo de Atletismo en pista cubierta, celebrado en Sevilla en 1991.
Pero era una organización externa a la RFEA, con un Comité organizador formado por todas las instituciones sevillanas (Ayuntamiento, Diputación y Junta de Andalucía), el CSD en representación del Gobierno central, además de la propia RFEA. Había bastante preocupación por su organización. Era el primer campeonato del mundo, que no fuera de cross que organizamos, estábamos a un año de los Juegos Olímpicos de Barcelona, y se trataba de un deporte como el atletismo de claras connotaciones olímpicas, de manera que los fallos organizativos podían afectar a la credibilidad de cara a los Juegos. Estuve algo más de dos años en Sevilla, desde Octubre de 1989, con la única experiencia de la Copa del Mundo de Barcelona, celebrada en 1989, y de cuyo Comité era Vicepresidente, de los propios campeonatos federativos, y de los eventos que se habían montado en Valencia en los años 1980, de cuyos comités organizadores forme parte.
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