2.1 LA VIOLENCIA ORDENADA
La violencia como justa retribución
Uno de los mensajes que, aunque no los mitos, sí los cuentos de tradición oral transmiten a los niños/as es que una persona se puede aprovechar de una posición de poder predominante (ya esté relacionada con el estado social o se trate, simplemente, de una mejor posición de fuerza) para hacer uso de la violencia y, así, satisfacer su sentido de la retribución o su justa venganza. Un ejemplo es “Blancanieves” (KHM 53 Sneewittchen ). La madre-madrastra se aprovecha de su poder como reina-bruja adulta sobre la protagonista: además de abandonarla en el bosque, intentará matarla por tres veces. Eso sí, cuando Blancanieves se casa con el príncipe, invitan a la madremadrastra a la boda y aprovechándose de su posición de poder, se le inflige (por venganza o por justa retribución, según la interpretación de cada cual), un castigo tan salvaje que resultará en la muerte de ésta; si bien en ningún momento los Grimm nos digan que ha sido por orden de Blancanieves. El mismo patrón de justicia retributiva se dará en “Rapónchigo” (KHM 12 Rapunzel ), “Los tres enanitos del bosque” (KHM 13 Die drei Männlein im Walde ), “Cenicienta” (KHM 21 Aschenputtel ), “El enebro” (KHM 47 Van den Machandel-Boom ),”La novia del bandolero” (KHM 40 Der Räuberbrautigam ), “El pájaro del brujo” (KHM 46 Fitchers Vogel ), “Piñoncito” (KHM 51 Fundevogel ), “Los cuervos” (KHM 107 (o 1ª ed., 2ª Parte, 1815, KHM 21) Die Krähen ) y el muy parecido en su desenlace “Los dos caminantes” (5ª ed., 1843, KHM 107 Die beiden Wanderer ), entre tantos otros.
Por su parte, en “La bella durmiente del bosque” ( La belle au bois dormant ) de Perrault, la malvada suegra-ogresa sufre la muerte prevista para la heroína, que ha sido rescatada del suplicio en el último instante: perecerá en el caldero de reptiles que había previsto para aquella y para los dos hijitos de ésta. En “Barbazul” (La Barbe bleüe ), también de Perrault, el marido muere a manos de los dos hermanos de la heroína y toda su fortuna pasa a la viuda que la empleará en promover socialmente a su hermana por medio de un matrimonio adecuado a su clase y, a sus hermanos, dragón y mosquetero, dán-doles dinero suficiente como para puedan comprar la comisión de sendos regimientos. En la versión de Leprince de Beaumont de “La bella y la bestia” ( La belle et la bête ), las hermanas envidiosas son petrificadas al final de la historia, perdiendo la movilidad, aunque no la capacidad sensorial ni tampoco la intelectual, la raison . Es un castigo asociable a la pena de emparedamiento, pero que no deja de tener conexiones con otras narraciones, no míticas, de petrificaciones punitivas, como algunas de “Las Mil y Una Noches”. Finalmente, “Pedro Melenas” ( Der Struwwelpeter ) de Hoffmann y la Trilogie de Fleurville de la condesa de Ségur o “Max y Móritz” ( Max und Moritz ) de Busch se estructuran sobre un esquema tradicional: transgresión por parte de menores → castigo, a) sobrevenido como consecuencia natural de la transgresión, b) impuesto/infligido por los progenitores, los tutores legales u otros adultos. En estos relatos, el castigo suele resultar, naturaliter , es decir: de la transgresión misma: en el pecado va la penitencia. En defecto o ausencia de dicha concatenación lógica, el castigo es infligido por la autoridad materna o equivalente y se entiende que la transgresión constituye un pecado contra la autoridad divina y contra la autoridad familiar: su vicario en el núcleo social básico. Así lo recogerá el Nuevo Testamento: Pater, peccavi in caelum et coram te “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (Luc. 15, 21); así lo vemos en ‘Le cabinet de pénitence’ capítulo XVI de Les petites filles modèles : Tu as été très coupable envers le bon Dieu d’abord, envers moi ensuite . (“Has sido muy culpable contra el buen Dios primero y contra mí después”).
El destierro
En la evolución física del ser humano hay tres expulsiones ‘normativas’, dos de ellas biológicas: la del útero en el parto, la de la unidad familiar con la edad adulta y/o el matrimonio y la de esta vida con la muerte. En la evolución meta-física cristiana se añaden dos más: la expulsión del Paraíso y –en potencia al menos– la expulsión a los Infiernos. En los KHM, se dan los cinco. No hace falta hacer hincapié en los tres primeros. Incluso la salida del hogar, sobre todo por parte de jóvenes varones, se entiende como una premisa ineludible de su maduración social, mental y sexual, equivalente a las pruebas etnológicas de hombría para adolescentes. La expulsiones metafísicas aparecen al menos en tres de los KHM: en “Los desiguales hijos de Eva” (5ª ed., 1843, KHM 180 Die ungleichen Kinder Evas ), donde, sobre la crítica de la desigualdad social, tenemos la expulsión de los primeros padres del Jardín del Edén; en “La hija de la Virgen María” (KHM 3 Marienkind ), con la expulsión del Cielo por desobediencia y por mentira y en “El mugriento hermano del diablo” (KHM 100 (o 1ª ed., 2ª Parte, 1815, KHM 14) Des Teufels rußiger Bruder ) con la bajada a los Infiernos a causa de un pacto diabólico.
A éstos, hay que añadir dos tipos de expulsión como castigo retributivo: el destierro ordenado por un monarca o figura equivalente y la expulsión del hogar ordenada por un progenitor. Aparte de los casos que veremos más abajo, tanto las heroínas de “Piel de asno” ( Peau d’ âne) o su variante en los Grimm “La princesa Piel de Ratón” (1ª ed., 1812, KHM 71 Prinzessin Mäusehaut ), donde un ególatra progenitor, al estilo del Rey Lear, le ordena a un sirviente que se lleve a su desafecta hija pequeña al bosque y la mate; como las protagonistas de “El hábil cazador” (KHM 111 (o 1ª ed., 2ª Parte, 1815, KHM 25) Der gelernte Jäger ) y de “La pastora de ocas en la fuente” (5ª ed. 1843, KHM 179 Die Gänsehirtin am Brunne ) ejemplifican la expulsión de una hija por parte del padre, por razones objetivamente justificables o no. En paralelo, véase la expulsión de los seis hijastros varones por parte de la madrastra en “Los seis cisnes” (KHM 49 Die sechs Schwäne ). En “Un Ojito, Dos Ojitos y Tres Ojitos” (2ª ed., 1819, KHM 130 Einäuglein, Zweiäuglein und Dreiäuglein ) por el contrario, la madre y las hermanas expulsarán de la unidad familiar a la única hija ‘anormal’: la que está dotada de dos ojos.
El destierro es una pena casi capital en el mundo medieval y postclásico. Desaparecida la ciudadanía universal que había promulgado Caracalla en el Edicto de la Constitutio Antoniniana para todo hombre libre en el Imperio Romano (212 d.C.), el destierro equivaldrá, desde la alta Edad Media, a una pena de muerte civil, como cantará Jordi de Sant Jordi en Desert d’amics sobre el filo del siglo XV y, muchas veces, a una muerte física. El proscrito mediante bando público, se convertirá ipso facto en ‘bandido’, perdiendo, como le ocurrirá al Cid, cualquier protección legal. Los fueros ya no le ampararán y su persona será lo que en alemán se conoce como vogelfrei (literalmente “libre como un pájaro”). A efectos legales eso significaba que cualquiera podrá matarlo, incluso “en descampado”, sin temor alguno la justicia. Es la tradición que pervive en los EE.UU.A. con los cazadores de recompensas y su celebérrimo y cinematográfico “Wanted dead or alive”.
En este contexto de derecho medieval, resulta interesante que, tanto en “Blancanieves” (KHM 53 Sneewitchen ) como en “Las tres lenguas” (KHM 33 Die drei Sprachen ), la madre/madrastra-padre ordenen que se mate/ejecute a la hija/hijastra-hijo en el bosque, en la silva, (es decir fuera de la civilización) y que los sirvientes vuelvan con los órganos de un animal salvaje, es decir: selvático. En el derecho germánico, el expulsado de la sociedad, es el ‘forajido’ (< fora exido), el ūtlaga del préstamo del escandinavo antiguo útlagi, que ya se documenta en torno al año 1000 en inglés antiguo. Posteriormente, veremos otros términos también derivados del substrato escandinavo como outcast o castaway. En “la bella durmiente del bosque” ( La belle au bois dormant ) de Perrault, igual que en las versiones italianas previas (véase Sole, luna e Talia , de Basile (V, 5), por ejemplo) no se expulsa a los niños como prólogo a su muerte: se encuentran en el propio palacio (Basile) o, como mucho, en una maison de campagne dans le bois : en una casa de campo en el bosque (Perrault). Compárese esta situación con la naturaleza de la bruja germánica, la hagzissa , o hag(a)zus(sa) del antiguo alto alemán (literalmente “la que cabalga la cerca”) la bruja era una criatura humana sólo a medias y, por eso, se la situaba sobre la frontera de la unidad humana mínima; la casa, cercada para proteger a sus habitantes y a sus animales domésticos de las fieras y de las demás amenazas de la silva, del bosque.
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