En cuanto al contenido, las objeciones saltaron desde diversos frentes. Friedrich Rühs (reconocido germanista, catedrático de historia, ardiente nacionalista y declarado antisemita) revisó las dos partes de la primera edición (1812-1815) y aseguró que “serían merecedores de elogios si las pocas cosas buenas que contenían no hubieran sido completamente eclipsadas por inimaginables cantidades de material de lo más patético y desagradable” (Tatar 1987: 15). Así pues, en revisiones ulteriores, recomendó la colección de cuentos, pero con reservas. En su opinión, no era una obra adecuada para ser puesta en manos del público infantil pues, a pesar de que las historias que contenía eran breves y sencillas, algunas podrían molestar a los niños y provocarles sentimientos incómodos. Pero no ya críticos, sino también amigos de los Grimm, incluido Achim von Arnim, el marido de Bettina Brentano, se quejaron de lo inapropiados que parecían algunos de los cuentos para los oídos de los niños.
Los Grimm defendieron, lógicamente, su selección y pudieron alegar que, en la Biblia, la lectura familiar y en familia por excelencia en el seno de todo hogar protestante, se describían, desde su mismo arranque, no solamente fratricidios como el mítico de Caín y Abel (Gn. 4, 8), relaciones sexuales venales e ilícitas (Gn. 38, 15-25; 2 S. 11) e incestos (Gn. 19, 33-36; 2 S. 13, 14) sino, que se llegaba a detallar crímenes y reacciones de espantosa violencia (Jue. 19, 24-29) entre otros muchos casos. Pero sí que es cierto que algunos de los cuentos no volvieron a editarse y entre ellos merece destacarse el –terrible, pero impecablemente concorde con el concepto de legalidad en la Edad Media europea– “De cómo unos niños jugaron a la matanza” (1ª ed. 1ª Parte, 1812, KHM 22 Wie Kinder Schlachtens mit einander gespielt haben ), que el propio Wilhelm recordaba de labios de su madre cuando era niño (Panzer s/d: 25).
Dicho esto, de los demás 32 títulos que fueron omitidos a partir de la 1ª edición (1812-1815), la mayoría no se ajustan a un perfil que pudiéramos calificar como ‘inapropiado para niños’. Algunos se quitaron por su parecido con los de Perrault como “El gato con botas”, (1ª ed., 1ª Parte. 1812, KHM 33 Der gestiefelte Kater ); “Barbazul”, (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 62 Blaubart ); “Acerca del jardín de verano y el jardín del invierno”, (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 68 Von dem Sommer und Wintergarten ); “La princesa Piel de Ratón”, (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 71 Prinzessin Mäusehaut ); “El palacio de los crímenes”, (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 73 Das Mordschloß ) o con los de Basile como “Juan el bobo”, (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 54 Hans Dumm ) o de ambos como “La suegra”, (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 84 Die Schwiegermutter ). Pero eso no ocurrió con “Cenicienta” (KHM 21 Aschenputtel ), a pesar de saber que había versiones, previas incluso al cuento de Perrault, en Mme. D’Aulnoy y hasta en Basile (Panzer s/d: 293). Tampoco ocurrió con “Juan (mi) erizo” (KHM 108 (o 1ª ed., 2ª Parte, 1815, KHM 22) Hans mein Igel ) que es una versión de “La bella y la bestia” ( La belle et la bête la de Villeneuve o la de Leprince de Beaumont) y de “El rey-cerdo” ( Galeotto ) de Straparola 6. Se omitieron cuentos provenientes de otras fuentes, ya fueran francesas, como “El ruiseñor y el lución” (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 6 Von der Nachtigall und der Blindschleiche ) o escocesas como “La mano con el cuchillo” (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 8 Die Hand mit dem Messer ). Pero “Rapónchigo” (KHM 12 Rapunzel ), originaria de Basile, pervivirá en las siete ediciones. Además de la ya citada “De cómo unos niños jugaron a la matanza” (1ª ed., 1812, KHM 22 Wie Kinder Schlachtens mit einander gespielt haben ) o la casi nihilista “Las niñas sufriendo hambruna” (KHM 143 (o 1ª ed., 2ª Parte, 1815, KHM 57) Die Kinder in Hungersnoth ), de entre los omitidos, “El príncipe cisne” (1ª ed., 1812, KHM 59 Prinz Schwan ) y “El Okerlo” (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 70 Der Okerlo ) contienen canibalismo, al igual que “La novia del bandolero” (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 40 Der Räuberbräutigam ), que ya hemos mencionado. No era exclusiva suya: todos los cuentos de ogros que nos han sido trasmitidos en Occidente desde el episodio de Polifemo 7en el Canto IX de La Odisea nos hablan del canibalismo como amenaza o como realidad.
No vemos, por lo tanto, que sean causa suficiente esas razones de ‘protección a la infancia’, por decirlo de alguna manera, aunque los estudiosos lo den por sentado 8. El cuento “La doncella sin manos” (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 31 Mädchen ohne Hände ), que describe la mutilación de una hija por un padre que ha hecho pacto de riqueza con el Diablo, permanecerá a lo largo de las siete ediciones. Sí que aumentó el número de relatos de tema religioso y de moralizantes y es notorio, entre éstos, el cuento hessio de tradición oral “La niña testaruda” (KHM 117 (o 1ª ed., 2ª Parte, 1815, KHM 31) Von einem eigensinnigen Kinde ) –que parece preconizar el final de Carrie de Stephen King, si no fuera porque la mano cadáver que sale de la tumba es un tema propio de la antropología germánica –según nos dicen los propios Grimm en sus notas filológicas– y se relaciona con los sacrílegos que dañan árboles sagrados 9, con los ladrones, con los parricidas y con aquellos que maltratan de palabra u obra a sus progenitores … como es aquí el caso.
A pesar de todos sus esfuerzos, a veces, el paso del tiempo no hará sino reforzar la violencia del cuento original en traducciones, versiones, adaptaciones o en trasvases a otros medios. Hay maltrato físico en “Los dos hermanitos” (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 11 Brüderchen und Schwesterchen ) donde el cuento arranca con la enumeración de los malos tratos:
Brüderchen nahm sein Schwesterchen an der Hand und sagte: “seit die Mutter todt ist, haben wir keine gute Stunde mehr, die Stiefmutter schlägt uns alle Tage, und wenn wir zu ihr kommen, stößt sie uns mit dem Fuß fort; sie giebt uns auch nichts zu essen, als harte Brotkrusten; dem Hündlein unter dem Tisch gehts besser, dem wirft sie doch manchmal was Gutes zu”.
Hermanito tomó a su hermanita de la mano y dijo: “desde que madre murió, no hemos tenido un buen momento, la madrastra nos golpea todos los días y cuando nos acercamos a ella nos aparta de una patada; tampoco nos da nada de comer sino cortezas de pan duro, al perrito de debajo de la mesa le va mejor, a él le tira de vez en cuando algo bueno”.
También hay malos tratos–o al menos la heroína los da por sentado– en “La novia verdadera” (5ª ed., 1843, KHM 186 Die wahre Braut ). Por el contrario, en “Hansel y Gretel” (KHM 15 Hänsel und Gretel ), los niños sufren hambre, como la sufren sus padres, pero no castigos físicos, mientras que, en la ópera de Engelbert Humperdink, compuesta casi tres generaciones más tarde (se estrena en 1893), la madre tiene por costumbre castigarlos a palos y lo volverá a intentar por no haber terminado las tareas que les habían sido encomendadas. La versión de La Barbe-bleüe con la que, según relato del propio Dickens, su joven niñera lo aterrorizaba de niño y que él mismo llegaría a publicar bajo el título Captain Murderer (1860), 10se parece, en parte, a “El pájaro del brujo” (KHM 46 Fitchers Vogel ) y, sobre todo, a “El palacio de los crímenes” (1ª ed., 1ª Parte, 1812, KHM 73 Das Mordschloß ). Que una nanny a principios de la segunda década del siglo XIX conociera los cuentos alemanes es más que discutible, entre otras cosas porque la primera traducción inglesa la emprende Edgar Taylor en 1823, con un segundo volumen en 1826 y Das Mordschloß no figura traducido en ninguno de ellos, al haber sido expurgado de la colección a partir de la segunda edición (1819), como indicábamos arriba. El protagonista del relato inglés es caníbal y se come a sus esposas –primero decapitadas y luego descuartizadas y deshuesadas– un mes después de la boda y en forma de pastel de carne (o empanada) al horno. Su última víctima, hermana gemela de la penúltima esposa, le dará un veneno potentísimo que le hace reventar y acompañarla al otro mundo.
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