La experiencia reciente indica que no parece aconsejable apostar por la creación futura de nuevas figuras político-administrativas de gobierno (rígidas y acotadas por definición) en la escala metropolitana para gobernar, impulsar, encauzar o conciliar procesos cambiantes cuya delimitación resulta difícil, si no imposible. En el actual contexto global, los territorios han de encontrar acomodo, encaje propio. Instalados en una nueva etapa relacionada con una nueva generación de políticas públicas (iniciativas estratégicas, promoción económica, gestión prudente del territorio, reducción de la exclusión social), las soluciones organizativas «tradicionales», centradas en la provisión más eficiente de gestión de residuos, transporte, ciclo del agua y, en su caso, planificación urbanística, también han quedado obsoletas o son insuficientes.
Si bien no se considera necesario un nuevo nivel de la administración, el gobierno del territorio en las áreas metropolitanas precisa del impulso de planes territoriales que con carácter vinculante establezcan directrices que deban incorporar en su planeamiento tanto los planes municipales afectados como los planes sectoriales, regionales o estatales, con incidencia territorial. Una posibilidad que en España es competencia de parlamentos y gobiernos regionales. Su desarrollo dependerá de que puedan darse nuevas condiciones que, sin duda, vendrán determinadas por: a ) la profundidad con que se produzcan cambios relevantes en el ámbito de la cultura de la cooperación; b ) la existencia de incentivos que favorezcan o propicien formas flexibles y voluntarias de cooperación, tanto en el nivel del Gobierno central - Gobierno regional como en la escala regional-local; c ) la existencia de liderazgos políticos de los actores principales, en especial desde la escala regional, para inducir e incentivar formas flexibles y voluntarias de cooperación multinivel y de partenariado, y d ) la capacidad para proponer proyectos movilizadores de escala metropolitana.
El cambio de ciclo político ocurrido en la Comunitat Valenciana en mayo de 2015 puede ser una oportunidad para dar un impulso a nuevas formas de gobernanza metropolitana. No solo existe un nuevo gobierno regional de coalición de izquierdas que ha expresado su voluntad de dar impulso a formas de gobernanza metropolitana, sino que casi la totalidad de los gobiernos locales están integrados por nuevos gobiernos de coalición entre los propios partidos que dan soporte al Gobierno regional. No hay por tanto excusa ni dificultad para no impulsar iniciativas políticas que tengan en cuenta la realidad y la escala metropolitanas. El punto de partida no puede ser más precario e insuficiente: una ley regional de 2001 que regula las áreas metro-politanas que no se ha desarrollado hasta ahora, la existencia de tres empresas sectoriales (EMTRE, EMSHI y ETM) que gestionan agua, residuos y trasporte para municipios del área metropolitana, un espacio periurbano de huerta tradicional sin mecanismos efectivos de gestión sostenible, ausencia de experiencias de cooperación entre municipios e inexistencia de una cierta conciencia metropolitana. La aprobación de planes sectoriales con incidencia en las áreas metropolitanas de la comunidad es una buena noticia. También lo es el Plan de Acción territorial de la Huerta de Valencia o la creación de una futura Agencia de Transporte Metropolitano. No obstante, algunos expertos ya advierten de su inviabilidad y de los riesgos de apostar por enfoques sectoriales muy centrados en la ordenación física del territorio y el urbanismo, abandonando cualquier visión metropolitana que apueste por enfoques estratégicos y holísticos a partir de modelos específicos de coordinación o de gobierno metropolitano que tengan en cuenta la realidad, el papel y las capacidades de los gobiernos locales. Solo el tiempo dirá si en esta nueva etapa las regiones metropolitanas se situarán entre los ejemplos de buenas prácticas de gobernanza metropolitana.
Tabla 2.3 Comunitat Valenciana. Debilidades, retos y oportunidades
Debilidades |
Excesivo grado de polarización política |
Dificultades para alcanzar consensos básicos entre actores políticos relevantes en las tres esferas de gobierno |
Ausencia de cultura del pacto y excesivo recurso a la judicialización de los conflictos territoriales |
Retraso en el diseño y aplicación de planes territoriales vinculantes a escala regional y subregional coherentes con lo establecido en directrices y orientaciones marco comunitarias referidas a buen gobierno y cohesión territorial |
Escasa tradición de cooperación, formal e informal, entre gobiernos locales y entre estos y la administración regional |
Funcionamiento excesivamente descoordinado entre departamentos responsables de la gestión territorial |
Fracaso en el desarrollo de formas de cooperación en regiones urbanas y metropolitanas |
Escaso impulso dado a formas incentivadas de cooperación entre niveles de gobierno en la escala subregional |
Escaso grado de asunción de la idea de gestión prudente del territorio y cultura territorial mayoritariamente productivista |
Deficiente modelo de financiación de los gobiernos locales |
Persistencia de niveles actuales de descoordinación institucional entre esferas de gobierno y entre departamentos de un mismo gobierno |
Persistencia de la fragmentación institucional |
Dificultad para encontrar formas superadoras del excesivo minifundismo y fragmentación institucional |
Persistencia en el tiempo de formas deficientes de gobernanza territorial |
El territorio ha sido el principal perjudicado en la fase expansiva del ciclo económico durante los pasados catorce años. Debiera evitarse el riesgo de que vuelva a serlo en una nueva fase de crecimiento en el futuro |
Fortalezas |
La calidad territorial y paisajística es una de las principales fortalezas para el futuro de la Comunitat Valenciana. Su importancia estratégica trasciende con mucho la dimensión territorial y geográfica para insertarse plenamente en el ámbito de la competitividad económica regional y urbana |
Nivel aceptable de policentrismo en la escala regional |
Grado aceptable de capital social |
Tradición y capacidad emprendedora entre actores políticos y sociales |
Tradición en la consecución de acuerdos entre algunos actores políticos, económicos y sociales |
Oportunidades |
Desplegar a escala regional los principios de buen gobierno del territorio |
Disponer de instrumentos vinculantes de buena gobernanza territorial acordes con las directrices y objetivos comunitarios |
Incorporar en la escala regional directrices y marcos orientativos comunitarios en materia de cohesión territorial |
Fomentar formas de cooperación intra e interregional así como el intercambio de experiencias |
Aprovechar las posibilidades que ofrece el actual marco jurídico y administrativo de la comunidad autónoma al integrar territorio, paisaje y medio ambiente |
5.4 Marco institucional y gobierno del territorio
El gobierno del territorio «constituye ante todo una práctica política técnicamente asistida» (Nel·lo, 2012: 248). Por lo tanto, desde la política debe impulsarse una nueva generación de iniciativas que favorezcan el buen gobierno del territorio. La experiencia europea reciente demuestra que para gobernar territorios cada vez más complejos existe una gran capacidad para imaginar estructuras flexibles, de geometría variable, sin necesidad de crear nuevas estructuras hard de gobierno del territorio y sin menoscabar, diluir o debilitar la autoridad democrática, en especial la local.
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