Ahora bien, el respeto a la macroestructura de la Academia, no lo es tanto en la microestructura, con el fin de reducir la extensión de la obra, además de emplear un tipo de letra menudo. Esa reducción se alcanza en la microestructura prescindiendo sistemáticamente de los equivalentes latinos, como ya habían hecho otros diccionarios de la época. En otras ocasiones se reduce el número de acepciones, en otras no se toman construcciones pluriverbales –aunque no siempre–, y en muchas se abrevian al máximo las definiciones, lo cual puede comprobarse en artículos como Cabe , Cabecear , Cabecera , Caber , Cabestro , Cabeza (artículo que sufre una reducción drástica), Cabezada , Repentón , etc. La voz Cabeceamiento deja de ser definida como ‘la acción y efecto de cabecear’ para serlo por un sinónimo, ‘cabeceo’, el aragonesismo Cabecequia que pasa de ‘La persona a cuyo cuidado están los riegos y acequias’ a ‘El que cuida de riego y acequias’, sin marca de empleo geográfico restringido, la larga explicación de la primera acepción de Cabero se queda en ‘El que echa cabos o mangos a las herramientas del campo’, prescindiendo de limitar su uso a la Andalucía oriental, en Incomposición la primera definición es ‘Falta de composición’ sin los que sigue en el DRAE , y en la segunda la remisión a ‘ descompostura o desaseo ’ se queda solamente con la segunda voz como sinónimo, también se reducen Incomunicado (aproximándose a la de Núñez de Taboada, aunque sin el final que ponía este), Repechar o Repollo , o en Cabestrería , Cabestrero , Incómodo , Incompuestamente , Inconfeso , Incongruo (en sus dos acepciones), Inconmutabilidad , Incontinencia , Repasadera , Repasar , Repelo , Repercusivo , Repesar , Repetición , Repetir , Repicar , Repiquete , Replantar , y muchas más. En alguna ocasión Campuzano sustituye la definición académica por la que ponía Núñez de Taboada, sin que se aprecie una razón evidente de claridad o espacio, como sucede con Imcomprensibilidad , Incorrecto , Repelada o en Repercusión . Y frente a todo ello, en Incomparable se añade una primera acepción, errónea a todas luces: ‘Lo que no se puede adquirir o se adquiere difícilmente’, que no es sino la definición de incomprable , voz no recogida en ningún otro diccionario, y que nuestro autor añadió haciendo una mala lectura de la entrada, sin fijarse tampoco en la otra acepción que pone.
En las ocasiones en que la Academia pone en la categoría gramatical p. a. (esto es, participio activo ) seguida de una definición, Campuzano no la reproduce y deja p. a. seguida de de más el verbo de que se trate, como puede verse en Repelente , Repitiente o Replicante .
Llama la atención que pese al proceso de reducción al que somete Campuzano al DRAE se mantengan no solamente las voces anticuadas a que me he referido antes, sino también los numerosos aumentativos y diminutivos no lexicalizados, así como superlativos (por ejemplo, Caballuelo , Cabañuela , Cabellejo , Cabellico , Cabelluelo , Cabezalejo , Cabezalico , Cabezorro , Cabezuelo , Cabito , Inconstantísimo , Repolluelo ), posiblemente para aparentar un contenido más rico en entradas de lo que podría ser si se hubiera actuado de otra manera, pues solamente se presentan para señalar que se trata de derivados, nada más. A ellos habría que añadir los frecuentes compuestos en -mente (como Incómodamente , Incomparablemente , Incompletamente , Incongruentemente , Inconsolablemente , Incorporalmente , Reposadamente , etc.), si bien estos llevan la correspondiente definición, la misma que ponía la Academia.
En algún caso la reducción del equivalente es casi plena cuando en la obra académica se pone una remisión a otra voz (que podría interpretarse como un caso de sinonimia) y esta otra voz es la siguiente en el orden alfabético. Por ejemplo, incompasible remite al incompasivo que le sigue, mientras que Campuzano pone solamente y manteniendo el otro artículo en su lugar, sin llegar a hacer una entrada doble que sí hubiera ahorrado un espacio notable. Por el contrario, el añadido de acepciones nuevas es raro, aunque también ocurre, como en Repente , donde figura una nueva que no estaba en el DRAE , ‘Repentinamente’, tomada del repertorio de Núñez de Taboada, o en Repentista .
Hemos visto cómo a Cabecequia Campuzano le quita la marca de uso regional, lo cual sucede también con otro aragonesismo, Reposte , de la que el DRAE decía que era provincial de Aragón, mientras que en la obra que nos ocupa ahora, tras la categoría gramatical, figura pr. , que vale provincial de acuerdo con la lista de abreviaturas que hay al comienzo de la obra, y no dice nada más de la distribución geográfica.
Tampoco prescinde Campuzano de las voces de especialidad, cuyas marcas (que pueden verse en la lista inicial de abreviaturas) conserva, como son agr. (en la cuarta acepción de Cabezudo ), bot. (en la segunda acepción de Cabillo ), gram. (en Inconstruible ), med. (en Incordio ), náut. (en Cabilla ), entre las voces de mi cala. He hallado, incluso, un caso en que nuestro autor pone una marca donde no constaba en los diccionarios anteriores: albañ. acompañando a Repellar . Por el contrario, en la primera acepción de Repintar se prescinde de la marca pint.
He de señalar que en una ocasión Campuzano comete un error de copia, pues el incomodísimo académico pasa a ser Incomodadísimo , voz que no se documenta en ningún otro diccionario, que se alfabetiza en el lugar que correspondería a la otra, y de la que se dice que es superlativo de Incómodo (no de Incomodado ), como hace la Academia con incomod ísimo.
El cuerpo del diccionario de completa con un breve «Suplemento» de cuarenta artículos, casi todos ellos de voces que no se habían documentado antes en nuestra lexicografía, salvo unos pocos que habían aparecido en el repertorio de Salvá publicado muy pocos años antes. No tardarían todos ellos en ser registrados en los diccionarios de los años inmediatamente posteriores; hoy son de uso corriente, como Butaca , Consola , Estrangular , Funcionario , Gandul , Mammífero ( sic ), Percal , Pupitre , Tenia , etc.
Tras ese breve análisis –pero significativo–, llego a la convicción, como le sucedió a Ivo Buzek, de que Ramón Campuzano partió del diccionario académico de 1843, aunque introduciendo no pocas modificaciones, por lo general buscando la reducción del tamaño de la obra, y haciendo igualmente algún esporádico añadido. Las entradas del Diccionario manual ya aparecían en la obra académica, salvo unas cuantas excepciones. Al lado del DRAE debía tener nuestro autor otros repertorios a los que acudía constantemente, en especial el Diccionario de la lengua castellana de Núñez de Taboada 5(1825). Pese a que para entonces ya habían transcurrido unos cuantos lustros, la obra le resultó muy útil a Campuzano, como punto de comparación y para tomar materiales. Y, por supuesto, nuestro autor miraba otras obras lexicográficas, como el diccionario de Salvá de 1846, del que toma algunas voces que no están ni en el repertorio académico ni en el más antiguo de Núñez de Taboada, y, en menor medida, el más antiguo aún del P. Esteban de Terreros (1786-1893). El resto de los cambios puede que procedieran de obras que no alcanzo a ver, si no es que fueron de su propio numen, como el acortamiento en las definiciones, o la eliminación de los equivalentes latinos, siguiendo el modelo de otros diccionarios anteriores. No descarto que el modo de trabajar de Campuzano fuese otro, y que tuviese delante algún diccionario derivado del académico, con el que no he dado, si bien, las calas que expongo, así como un número parecido de entradas, son elocuentes, y no me parece muy probable que fuese de otra manera.
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