Los estructuralistas americanos como Bloomfield (1933) y Z. Harris (1951) no eran entusiastas de la palabra teoría. Bloomfield en Language emplea con poca frecuencia esta palabra y generalmente con la idea de conjetura para explicar algo, un cambio lingüístico, por ejemplo. Pero él mismo no defiende ninguna teoría del lenguaje ni de la gramática. Más bien, emplea un método de análisis del discurso, es decir, un conjunto de procedimientos para analizar las locuciones. Precisamente Harris (1951) titula su libro más influyente Methods in Structural Linguistics . Pero poco antes de morir titula su último libro de lingüística A Theory of Language and Information , aparecido en 1991.
Estando en un ámbito hispánico, resulta oportuno mencionar que Andrés Bello en su gramática de 1847 emplea la palabra teoría para ya desde el principio de su obra hacerla equivalente a «gramática», que concibe como «un sistema de signos». Poco más adelante destaca que su gramática es «una teoría que exhibe el sistema de la lengua en la generación y uso de sus inflexiones y en la estructura de sus oraciones». Bello, con la debida precaución, precisa que «cuando digo teoría no se crea que trato de especulaciones metafísicas». Lo que entiende Bello por teoría es una moderada especulación filosófica sobre la gramática –sobre el sistema– restringida por los datos empíricos, es decir, por el uso de la lengua (Bello, p. v).
La lingüística dominante del siglo XX, la gramática generativa, ha utilizado la palabra teoría con distintos propósitos. En 1955 «teoría lingüística» se opone a métodos estructurales, donde predomina el análisis de los datos. La teoría es un formalismo que permite deducir mediante operaciones (o reglas) formales las oraciones gramaticales de una lengua. La teoría generativa posterior ha ido cambiando sus objetivos. En 1965 esta teoría lingüística es un sistema formal más concreto que en 1955. Es un sistema o tupla de 5 elementos: < {O}, {DE}{G}, f, f m>, donde el conjunto O es una enumeración de posibles oraciones; el conjunto DE es el conjunto de descripciones estructurales posibles; el conjunto G es una enumeración de gramáticas formales posibles; f y f mson funciones que asignan la primera una DE a cada oración de O, y la segunda asigna a una gramática G isu mayor o menor valor en sencillez en relación con otra G j. Para lo que aquí nos interesa, ver de qué modo se emplea la teoría y la descripción en una gramática concreta, la teoría generativa normal de 1965 tiene como objetivo precisamente « describir la competencia lingüística de un hablante-oyente ideal» empleando una gramática formal G. Una teoría gramatical es satisfactoria si formaliza la descripción (estructural) de la competencia de un hablante. La competencia –los juicios de los hablantes sobre la aceptabilidad de las oraciones– constituye los datos empíricos que deben encajar en una gramática descriptivamente satisfactoria.
Aparece en 1965 una exigencia clara de la teoría lingüística: describir la competencia de un hablante H de una lengua particular L. Esta exigencia, la descriptiva, consiste en caracterizar la competencia gramatical. Caracterizar tiene el sentido que le dio Rudolf Carnap en La construcción lógica del mundo , de 1928, siguiendo al físico Ernst Mach en Conocimiento y Error , de 1905: enumerar las propiedades distintivas de un objeto, no todas las propiedades, que hagan posible el conocimiento unívoco del objeto. Algunas propiedades descriptivas o caracterizadoras de una gramática se centran en la descripción estructural de las oraciones que produce y entiende el hablante H. La descripción estructural especifica las siguientes propiedades: 1) el conjunto de los constituyentes frásticos de la oración: FFNN, FFVV…; 2) las clases de palabras que forman la oración N, V, A; 3) la subcategorización sintáctica de esas palabras en términos de rasgos sintácticos como animado, contable, transitivo, etc; 4) el orden lineal de las frases en la oración, y v) la asignación de funciones dependenciales a las frases de la oración (sujeto-de, objeto-de…). Esta descripción estructural estaría representada en un diagrama arbóreo. Además, una gramática descriptivamente satisfactoria debe contener generalizaciones inductivas que luego puedan ser deducidas de principios generales del lenguaje.
La descripción gramatical en los términos anteriores presenta, sin embargo, un problema inmediato: nombre, verbo, palabra, frase, frase nominal, frase verbal, contable, sujeto, objeto etc. no son datos inmediatos que se presentan ya rotulados de esa manera, sino que son conceptos que deben ser obtenidos a través de alguna hipótesis, o «teoría». Así, las categorías gramaticales de Aristóteles son predicados de una proposición. Son resultado de una teoría lógica, donde el nombre sujeto tiene una importancia singular. Por otro lado, la pretensión de obtener las unidades descriptivas de la gramática en términos universales no se ha logrado, salvo por estipulación. En consecuencia, la descripción gramatical no es inmune a ni independiente de una teoría.
Una gramática descriptiva requiere, en suma, una justificación argumentada de los componentes o rasgos característicos de la descripción (nombre, verbo, frase…).
Además, la elaboración de una gramática descriptiva se enfrenta con un problema típico de las ciencias sociales y humanas: el hecho de que la teoría lingüística se encuentre en un estado de pluralismo científico. La cuestión es qué punto(s) de vista adoptar ante esta situación. Si son varios, el problema es cómo obtener una descripción no contradictoria. Arriba enumerábamos un conjunto de rasgos descriptivas del generativismo, algunos de los cuales proceden del estructuralismo de Bloomfield y Z. Harris. En los últimos cuarenta años se han elaborado gramáticas descriptivas del español, del inglés, del italiano, y de otras lenguas, que han ampliado las dimensiones descriptivas, incluyendo el resultado de las investigaciones generativistas o posgenerativistas, como las anáforas y sus antecedentes, la ergatividad, los verbos psicológicos y otras más.
En España, la primera de estas gramáticas descriptivas fue la dirigida por Ignacio Bosque y Violeta Demonte, aparecida en 1999. Se trata de un proyecto iniciado en torno a 1994, que reunió setenta y tres especialistas, y se publicó en tres gruesos volúmenes. Se ocupa de la Sintaxis del español (clases de palabras y construcciones) en los dos primeros volúmenes y parte del tercero, que además contiene la Morfología. Esta gramática descriptiva emplea rasgos y resultados descriptivos procedentes del generativismo sobre todo, pero también de los estructuralistas, los funcionalistas y de la pragmática lingüística.
La segunda gramática, aparecida en 2002, es la dirigida por Joan Solà, Gramàtica del Català Contemporani , que reunió cincuenta y ocho especialistas en lingüística del catalán. En tres gruesos volúmenes, cubre los tres niveles de descripción de una lengua, en sus nombres tradicionales: la Fonética y la Fonología con la Morfología (vol. I), y la Sintaxis en los volúmenes II y III. Esta gramática tuvo igualmente un impacto destacable. En parte se solapa con la Gramàtica de la Llengua Catalana.
En general, estas gramáticas emplean los rasgos que caracterizan las clases de palabras (nombres, adjetivos, verbos) por su forma y su función; las agrupaciones que forman (las frases o sintagmas); la fuerza ilocutiva de las unidades máximas que forman esas agrupaciones en oraciones (declarativa, imperativa, exclamativa, etc.).
2. La Gramàtica de la Llengua Catalana publicada en Barcelona en 2016 por el Institut d’Estudis Catalans (1314 págs. más índices) es una obra extensa escrita por un equipo de especialistas en lengua catalana, y es también un vástago del linaje gramatical que Pompeu Fabra fundó hace ahora un siglo, pues esta Gramàtica de la Llengua Catalana comparte con las de Fabra de 1912 y 1918 ser tanto descriptiva como normativa.
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