La red de sociabilidad familiar que proporcionaron los Bellpuig estaba integrada en gran parte por mercaderes, indicio de sus propias aspiraciones sociales. Daniel se había casado con una hija del comerciante Galceran Martí, suegro asimismo de Lluís Santàngel, comerciante y padre del escribano de ración que jugaría un papel trascendental en el reinado de Fernando el Católico y en el destino de la comunidad local de los descendientes de conversos. Benvenguda, otra hermana, contrajo matrimonio con el mercader Gabriel Torregrossa, el cual conocía al anterior cabeza de familia, Gonzalo Ruiz, de sus breves estancias en la ciudad de Valencia en la década de 1410. 119Bonanat era, a través de su segundo matrimonio con Tolsana Massana, cuñado del mercader Manuel Pardo, y su hijo Pau Bellpuig residía en 1428 en Palermo. 120Su otro cuñado, Gabriel Bellpuig, era corredor, aunque su hija Violant se había casado con el mercader mallorquín Gabriel Bellviure, que en una época incierta pasaría a convertirse, junto a sus padres y hermanos, en ciudadano de Valencia sin que mediara acto de juramento alguno. 121Otros cuñados de Martí eran maestros artesanos, como el sedero Lucas Bellpuig, hermano de Bonanat y Rafael, o Pere del Mas, esposo de Gràcia Bellpuig. 122Por tanto, a pesar de haber entablado una alianza matrimonial con un linaje de corredores, un grupo profesional que puede considerarse de posición social inferior al mercantil, la familia Roís estaba constatando su promoción social que permitía a la generación de Martí integrarse indirectamente en los ambientes mercantiles conversos de la Valencia de la época. Sin duda, siendo un foráneo, no podía aspirar a un enlace mejor en un plazo tan breve.
Además, todo este entramado familiar de los Martí, Santàngel, Bellpuig, Torregrossa, Pardo, del Mas, Moncada o Massana, todos ellos, eran miembros de la reciente comunidad conversa de la capital. Cristianizados unos años antes que Martí Roís, tras el pogromo de 1391, este grupo de familias cumplía fielmente con la función de recepción e integración del recién llegado, con quien compartía un origen sociorreligioso común. Así, Roís participó con este entramado familiar de una posición profesional próxima y experiencias vitales similares. De hecho, estas similitudes se reforzarían aún más mediante la solidaridad vecinal. A pesar de que la expansión de la antigua judería había sido el detonante de la explosión de violencia contra la comunidad hebrea, tras la obligada conversión, el colectivo converso no solo continuó viviendo en las parroquias donde había estado instalada la judería, sino que se vio forzado también a extenderse hacia otras parroquias de la ciudad a fin de mejorar su integración en la comunidad cristiana, siguiendo la estrategia proselitista marcada por Vicent Ferrer. 123Los Bellpuig, Rossell y Gabriel, padre e hijo, eran propietarios de dos casas contiguas en la parroquia de Sant Tomàs. 124Lluís de Santàngel y Joan Massana vivían cerca. 125También la familia Bellviure, parientes indirectos a través de Gabriel Bellpuig, su cuñado, habitaban en la parroquia de Sant Tomàs. 126Probablemente, cuando se avecindó en la ciudad, Roís no disponía aún de casa, información que solía recogerse en los juramentos de ciudadanía que se hacían ante el justicia civil. Una década antes de su fallecimiento, en 1445, vivía en un hospicio de la parroquia de Sant Tomàs, en la calle ( vico ) de los Castellví, donde tenía por vecinos a Pere de Castellví, doncel, al colchero Joan Valleriola y al mercader Joan Solanes, a quien acababa de venderle otra de sus propiedades. 127Esta fue la vivienda principal de la familia a lo largo del siglo XV, adquirida tras la instalación del padre en la ciudad y a la que se irían añadiendo otros alberchs contiguos y cercanos.
En una compra de censales realizada en 1435, Martí se identificaba ante la mesa del notario Castellar como «doncel habitante de Valencia». 128Durante los casi cerca de veinte años previos que había vivido en Valencia, había mantenido su posición socioprofesional: mercader ciudadano de Valencia. 129Su matrimonio con Blanca Bellpuig y su red de sociabilidad no pueden explicar la utilización de esa nueva posición social. Se trataba de un medio social integrado preferentemente por comerciantes y también artesanos de origen converso, es decir, el nivel medio del grupo ciudadano. En los años sucesivos, la documentación notarial compaginaría ambas identidades, hasta que finalmente, entrada la década de 1440, la condición nobiliaria acabó consolidándose. 130Los escribanos del Consell demuestran los mismos titubeos en las actas públicas. En una fecha temprana, pasados solo diez años desde su avecindamiento, en 1426, Antoni Pasqual, notario de la institución, registró a Martí Roís como domicellus en la negociación de varios censales municipales; si bien, apenas transcurrido un mes, volvía a mencionarlo como ciudadano. Unos años más tarde, en 1440, Roís era identificado por Jaume Beneït, sucesor de Pasqual en el cargo, de manera indistinta como civis y como domicellus . El registro de la clavaría de censales de ese mismo año, en manos del mercader Antoni Pellicer, lo citaba como ciudadano. A partir de entonces, su posición como doncel y habitator de Valencia se impuso. 131
Estos indicios de una nueva promoción social parecen sin embargo más ligados a las dinámicas internas de la sociedad turolense que propiamente a las de la valenciana. Por un lado, durante esos años, Martí Roís nunca ocupó cargo político institucional alguno, estrategia básica en las trayectorias sociales de la oligarquía local. Tampoco lo haría bajo su nueva condición de doncel. Además, continuó comerciando hasta el final de sus días, algo que también era poco habitual entre la nobleza local. 132Por el contrario, los cambios de posición social parecen más rápidos entre los parientes turolenses. Con su conversión en 1416, Gil Ruiz, antes Samuel Najarí, probable abuelo de Martí Roís, debió gozar aún más del favor regio. En esas mismas fechas no solo recibió el privilegio real de trasladar el portal de la judería de Teruel lejos de su casa, porque con su clausura evitaba cualquier contacto con los antiguos correligionarios, sino, y es más importante, que fue ennoblecido. Como recoge la concesión de Fernando de Antequera: «extollere ad titulum militarem ipsumque decorare cingulo militari», elevarlo al título militar y poder vestirse –e identificarse– con el cinturón militar, condición distinguida que podría transmitir a sus descendientes, como sucedería con su hijo, Gonzalo Ruiz, y su nieto, Martí Roís. 133Es más, abierta esta vía de ascenso social, el privilegio de ennoblecimiento se extendió a lo largo de linaje. Una parte de los parientes turolenses que durante las décadas siguientes se fueron asentando en la ciudad de Valencia, compartirían el título de doncel con Martí y sus hijos. Por tanto, aunque la red familiar de la época de la conversión aún no ha sido desentrañada completamente, puede mantenerse la hipótesis de que Martí Roís, tras uno de sus viajes regulares a Teruel, se presentó en Valencia con el título de doncel bajo el brazo y consiguió, tras dos décadas de titubeos e incertidumbres, que la sociedad valenciana lo tratara como tal, si bien no parece creíble que pudiera obtener ventajas de su nueva posición social. 134
Por otra parte, la red de sociabilidad que construyó Martí Roís a través del ejercicio profesional sí que trascendió los límites más restringidos de la solidaridad del grupo converso y le permitió integrarse en los ambientes más distinguidos de la profesión y codearse diariamente con una parte de la oligarquía urbana. Obviamente, ya ha sido mencionado, entre los compañeros de profesión más cercanos figuraban los familiares directos. En especial, los Bellpuig, Bonanat y Rafael, los cuales no solo compartían negocios con Martí Roís, sino que de alguna manera velaban por sus intereses, representándolo como procuradores y también actuando como árbitros de parte. También debió ser cercana la relación con los Santàngel: fue elegido en algunas ocasiones como árbitro y el hijo de aquella familia vivía en una casa cargada con censos de los que era propietario Martí Roís. 135
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