3Iniciada en la década de 1350, tras dilaciones y abandonos, la construcción del nuevo recinto amurallado cobró intensidad en la década de 1370, si bien la finalización de las obras se dilató hasta la primera de la centuria siguiente (A. Serra Desfilis: «Ingeniería y construcción en las murallas de Valencia en el siglo XIV», en Actas del Quinto Congreso Nacional de Historia de la Construcción , ed. por M. Arenillas et al. , Madrid, Instituto Juan de Herrera, 2007, pp. 883-894).
4J. V. García Marsilla: «Las empresas del fisco. Arrendamiento y gestión privada de los impuestos en el reino medieval de Valencia (siglos XIV-XV)», en La fiscalità nell’economia europea secc. XIII-XVIII . Atti della ‘Trentanovesima Settimana di Studi’ , Florencia, Firenze University Press, 2008, pp. 851-861.
5E. Cruselles Gómez: «Pastos, ganadería ovina y mercado regional de la lana en el reino medieval de Valencia», en A. Mattone y P. F. Simbula (eds.): La pastorizia mediterranea. Storia e diritto (secoli XI-XX ), Roma, Carocci editore, 2011, pp. 781-811.
6En realidad, este proceso de cambio había comenzado en las primeras décadas del siglo XIV, pero se había visto frenado por las coyunturas difíciles que afectaron a la Corona, y en general a Europa, durante las décadas centrales de aquella centuria (J. Bordes García: Desarrollo industrial textil y artesanado en Valencia de la conquista a la crisis (1238-1350) , Valencia, Bancaixa, 2006).
71372, enero 31 (Arxiu Municipal de València –en adelante AMV–, Manuals de Consells , A-16, ff. 75v-58).
8R. Ferrer Navarro: «La emigración aragonesa a la ciudad de Valencia durante el siglo XIV», Aragón en la Edad Media , 20 (2008), pp. 321-334; E. Salvador Esteban: «Aragoneses en Valencia (ss. XIII-XV): unas relaciones privilegiadas», Aragón en la Edad Media , 10-11 (1993), pp. 815-825. Aunque el predominio aragonés fue decreciendo a lo largo de la primera mitad del siglo XV conforme la ciudad acumulaba funciones económicas y políticas de cariz más internacional (E. Cruselles Gómez: «Dinámica demográfica, red urbana e inmigración ciudadana en la Valencia bajomedieval», Saitabi , 53 (2003), pp. 35-56).
9Décadas antes, en 1395, se registró el avecindamiento de un mercader, Gil Ruiz, residente en la casa del cambista converso Simó Çafont, pero no hay evidencia alguna que lo relacione con el linaje Najarí o que tan siquiera confirme su origen aragonés, M. D. Cabanes Pecourt: Avecindados en la ciudad de Valencia en la época medieval. Avehinaments (1308-1478) , Valencia, Ajuntament de València, 2008, p. 129, que corresponde a la referencia archivística AMV, Llibres de Avehïnaments , b 3-3, f. 229v. De hecho, si la conversión religiosa en bloque del grupo familiar sucedió en 1416, como ha sido propuesto, carece de sentido que un miembro de la familia hubiera tomado esa decisión dos décadas antes.
10J. V. García Marsilla: Vivir a crédito en la Valencia medieval. De los orígenes del sistema censal al endeudamiento del municipio , Valencia, Universitat de València, 2002, p. 271. Como se verá en las páginas siguientes, este Samuel Najarí podría ser el propio Gonzalo Ruiz, padre del mercader que inauguró la rama valenciana del linaje, lo cual explicaría la rápida integración social del hijo en Valencia (v. p. 30). En esa época de cambio de siglo, Najarí había puesto en marcha una estrategia de colocación de capitales procedentes de sus negocios turolenses en operaciones financieras como el arrendamiento de las generalidades aragonesas, obtenido por cinco años a 23.000 libras anuales (S. de la Torre Gonzalo: La élite mercantil y financiera de Zaragoza en el primer tercio del siglo XV (1380-1430) , tesis doctoral, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2016, pp. 417-418), luego la inversión en el sistema fiscal municipal valenciano solo debía ser una versión plausible de aquella estrategia.
111402, febrero 8 (APCCV, protocolo n.º 26.205, Guillem Cardona). Por las fechas, y dejando al margen la grafía utilizada por el notario, es más que probable que este personaje fuera Saçó, hijo de Jentó Najarí y padre de Gil Ruiz, descendiente ennoblecido década y media más tarde.
12Esta lonja, levantada a principios del siglo XIV y la única de la que dispuso la ciudad durante su época de esplendor, era un edificio angosto que ocupaba la mitad de lo que hoy es la plaza del Doctor Collado, como puede verse en el plano de Tomàs Vicent Tosca. Para diferenciarla de la soberbia lonja construida a partir de 1486, a la cual se le asignó el calificativo de la seda , artículo que sustituiría al agotado mercado de la lana entrado el siglo XVI, el viejo inmueble envejecido fue denominado lonja del aceite . En las calles en torno a ella, y en especial en una denominada de la Llotja , compaginaban sus quehaceres cierto número de notarios especializados en contratos mercantiles que disponían además de una oficina en su propia vivienda. Gracias a escribanías portátiles ubicadas en las mesas ( tabulam scribania ) adosadas a las paredes («constructa et contigua ianuali cuiusdam hospicii») que los propietarios de los edificios colindantes a la lonja («coram logia mercatorum») alquilaban a los escribanos, cerca de una decena de estos fedatarios públicos prestaban servicio a la flor y nata de los comerciantes locales y los operadores extranjeros en la época del apogeo mercantil de la ciudad (J. M. Cruselles Gómez: Els notaris de la ciutat de València. Activitat professional i comportament social a la primera meitat del segle XV , Barcelona, Fundació Noguera, 1998, pp. 123-131).
131417, marzo 26 y 29 (2) (APCCV, n.º 25.961, Pere Castellar).
14Las recaudaciones del monedaje de los años 1384-87 y 1420 recogen la progresiva disminución de los hogares fiscales censados durante el período, 930 y 833 respectivamente, lo que da un volumen global de población para la villa cercano a las 4.000 personas (A. J. Gargallo Moya: El Concejo de Teruel en la Edad Media, 1177-1327 , vol. II: La población , Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1996, p. 353). Las cifras de fuegos fiscales de finales del siglo XV apuntan a un siglo de debacle demográfica pues en 1495 contaba solo con 392, es decir, una población inferior a las 2.000 personas. Por tanto, habría perdido la mitad de su población (J. A. Salas Auséns: «Cuando las fuentes nos engañan: fogajes, vecindarios y demografía (ss. XIV-XVIII)», Aragón en la Edad Media , XX (2008), pp. 691-708).
15F. López Rajadel: «Hechos y sociedad del medioevo turolense», en A. Losantos Salvador (coord.): Comunidad de Teruel , Zaragoza, Diputación General de Aragón, 2010, p. 91.
16Citado por A. C. Floriano Cumbreño: La aljama de judíos de Teruel y el hallazgo de su necrópolis , Teruel, 1926, p. 8; nota crítica en A. J. Gargallo Moya: El Concejo , cit., p. 604.
17Dado el elevado tamaño del linaje, como demostraría posteriormente la persecución inquisitorial, no es extraño que los historiadores encuentren referencias distintas sobre la ubicación de los domicilios de diferentes miembros de la familia (A. Novella Mateo: La transformación urbana de Teruel a través de los tiempos , Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1988, p. 48). La evolución de los nombres de las calles sirve asimismo para datar de manera aproximada el acto de la conversión de la comunidad judía de esta villa: los libros de compartimiento de 1420-1430 nombraban a una de las calles de la antigua judería, donde residían los Najarí, como la «Carrera de los Nuevamente venidos a la fe católica» (C. L. de la Vega y Luque y A. Novella Mateo: Las calles de Teruel: evolución de sus nombres entre los siglos XIV y XX , Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1981, p. 53).
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