En 1447, Jaume d’Aragó, barón de Arenós, vendió a Martí Roís 300 sueldos de violario por un precio de 105 libras, que debía tener validez durante las vidas de Gonçal y Gràcia, hijos de Martí. 88Ese mismo año, la viuda de Galceran de Castellví, difunto señor de Carlet, para saldar también una deuda contraída ratione mutui graciosi , le cedió la percepción de una deuda tenida por el nuevo titular del señorío por el pago de pensiones censalistas. 89Como se puede apreciar, a través de esta actividad crediticia, Roís se creaba una amplia clientela entre los miembros de la aristocracia, que compondría en el futuro buena parte de la que recurriría a los servicios de la banca Roís, gestionada por sus hijos.
El otro ámbito de los negocios bancarios de Martí Roís fue la transferencia de crédito al extranjero. Para ello, recurrió con mayor frecuencia a una técnica financiera difundida en el mercado valenciano tiempo atrás, la letra de cambio. 90En 1428, Daniel y Bonanat Bellpuig, sus cuñados, en su nombre y como representantes de Martí Roís, se comprometían con los comerciantes florentinos Lando Fortini y Marco di Bardi a cumplir cuando venciera el plazo de pago de una letra de cambio que habían girado a petición de ellos a Bernardo di Bardi y Benedetto Fortini en Roma para pagar 200 ducados a Arnau Torrelles, comendador de Alfambra, o al doctor en leyes Pere Pelegrí. En 1443, el cambista Lluís Belluga, gestor de los negocios de Martí Roís, protestaba una letra de cambio por valor de 50 ducados girada desde Nápoles por Antoni Vilanova. Al día siguiente, hizo lo mismo con otra girada desde Mallorca al caballero Mateu Pujades por 380 libras y 5 sueldos. 91Siguiendo estos efectos bancarios puede reconstruirse, aunque sea parcialmente, el ámbito de la actividad financiera internacional de la empresa de Martí Roís, donde parece destacar Venecia. En 1446, aceptó un cambio realizado en la república de San Marcos entre comerciantes tortosinos y valencianos, para ser pagado en Valencia al tipo de 19 sueldos y 4 dineros locales por ducado veneciano. Debió seguir manteniendo contactos financieros con aquella ciudad, pues en junio de 1447 pedía la testificación del corredor público Antoni Cota sobre la cotización del cambio entre ambas ciudades, el cual había descendido a 18 sueldos y 5 dineros por ducado. 92Con los mercaderes tortosinos, los hermanos Francesc y Guillem Climent, continuó también manteniendo relaciones financieras en otras plazas. En ese último año, Roís realizó el protesto de una letra girada desde Barcelona por ambos hermanos a finales del año anterior por un cambio que se habían hecho a sí mismos. 93También, para financiar sus propios negocios en Génova, en 1450, recurrió al cambio marítimo: mediante contrato, tres patrones de naves vizcaínos admitieron recibir cien ducados para costear el aprovisionamiento y el salario de los marineros («convertimus [...] in panaticha et prestitis marineriorum») y se comprometieron a devolverlos en la república de San Jorge en el plazo de un mes. 94
Al principio de ese año, el doncel Pere de Mena y el mercader Jaume Franch, alicantinos, contrajeron una deuda de 347 libras con Martí Roís por un cambio ( per viam cambi ) que este había realizado en la mesa ( tabula ) de Lluís Belluga, cambista, pagando una cantidad al comerciante italiano Amoretto di Donino. Avalaron el reembolso de la deuda, tanto del capital como de las pérdidas ( desavanços ), con la entrega de un papel donde estaba anotada una serie de objetos de oro y plata comprometidos como garantía, que debían de ser fundidos en la ceca en caso de impago («en dos fulls de paper on se mostraven quines e quals eren les dites penyores scrits de mà del dit Jacme Franch e Pere de Mena»). El plazo de la devolución del crédito se fijó en San Juan. Pasado mediados de noviembre, Roís cobró la deuda, por la que percibió 29 libras y 8 dineros por los «desavanços de cambis e missiones». 95Es decir, que a parte del interés del cambio, que ya implicaba un beneficio para el acreedor, estas pérdidas y gastos supusieron más del ocho por ciento del capital prestado, lo que sin duda compensaba con creces la actividad crediticia.
Apoyados en un capital familiar que no debió ser nada despreciable, Martí Roís consiguió a lo largo de su vida en Valencia ampliar sustancialmente sus negocios. A pesar de que la lana seguiría siendo el centro de su actividad empresarial, la acumulación de capital obtenida con su venta a mercaderes exportadores locales e italianos, obligaba a buscar nuevos mercados y oportunidades: exportación de fibra textil hacia otras plazas mediterráneas, venta de pañería en el mercado local y en el extranjero, participación en sociedades arrendatarias de impuestos públicos, aseguramiento del transporte marítimo de mercancías, intervención en el mercado financiero europeo, especulación en el local y comercio con una variada gama de productos. La empresa familiar había adquirido antes de su fallecimiento un claro perfil de entidad internacional, y había alcanzado los destinos principales del comercio mediterráneo, Génova y Venecia, y había situado a Roís entre la élite financiera y mercantil local.
Sin embargo, llama la atención que la estructura de esa organización empresarial fuera tan reducida. Aparte de sus hijos, que desde su juventud colaboraron en las tareas cotidianas de la tienda-almacén y que con la mayoría de edad asumieron responsabilidades de mayor calado, como se verá más adelante, el personal de la empresa no era muy numeroso. Así se intuye, al menos, de la escasa documentación relativa al tema. En el establecimiento debían trabajar varias personas: los hijos a partir de cierta edad, cuando ya controlaban los rudimentos de la escritura; algún que otro mercader joven; uno o dos esclavos; 96y los servidores domésticos, jóvenes cuya actividad se desarrollaba a medio camino entre el hogar y la tienda. 97De toda esta variedad, conocemos un caso referido al último nivel, el de los muchachos procedentes de fuera de los ambientes mercantiles, incluso de más allá de la ciudad y el reino, que buscaban en estos entornos a mitad domésticos y profesionales la suficiente formación para una futura carrera profesional, formalizándose la relación a través de contratos de afermament . En 1445, Gonçal, hijo de Martí, contrataba como servidor doméstico a un adolescente, de tan solo once años procedente de Villar del Cobo, entonces una aldea de Albarracín. 98Transcurridas casi tres décadas desde su avecindamiento en Valencia, los vínculos con las tierras paternas parecían sobrevivir.
Como era habitual en las sociedades catalano-aragonesas de la época, la mayor parte de los contratos que revelan las actividades internas de las empresas mercantiles son las concesiones de poderes o procuraciones, que generalmente afectaban más al ámbito de la colaboración profesional que al de la dependencia laboral. Se recurría a otros mercaderes, sobre todo afincados en el extranjero, para recuperar una mercancía o una cantidad de dinero impagada, o simplemente para ser representado en ese mercado foráneo. Es el corresponsal o comisionado, una función que los familiares cumplían con frecuencia. En 1420, poco años antes de su enlace matrimonial con la familia Bellpuig, Martí Roís, civis Valentie , designó como procurador a Gabriel, «cursorem auris nehofitum civem dicte civitatis», quien fallecería al final de esa década, para cobrar unas pensiones censalistas de la ciudad. 99En 1428, pasados diez años desde su instalación en Valencia y pocos años después de casarse, Roís revocó a todos los procuradores que había nombrado anteriormente y eligió a sus cuñados Rafael y Bonanat Bellpuig como procuradores para vender lana y otras mercancías. También se recurría a notarios y expertos en leyes para defender los propios intereses menoscabados o perjudicados por los de otros socios y compañeros de profesión. En el caso de Martí Roís, las referencias documentales a la cobertura de estas necesidades no son pocas. Por ejemplo, nombró procurador a un mercader de Barcelona, Joan Ros, o a otro afincado en Aviñón, Gabriel Ambroise; y a los notarios Pere Andreu, Guillem Cardona o Sanç Sala. Destacan también los familiares y parientes, como los dos cuñados ya mencionados, Bonanat y Rafael Bellpuig, y un pariente de sangre, Gonzalo Ruiz, senior , doncel de Teruel. 100
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