Paul Preston - España en la guerra civil europea

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La larga trayectoria historiográfica del profesor Paul Preston le acredita como el más relevante continuador de la fecunda tradición del hispanismo británico. El presente volumen quiere constituir un homenaje que completa el que se le rindiera con su nombramiento como doctor honoris causa de nuestra Universidad. En los textos aquí seleccionados se articula un enfoque coherente y, a la vez, complejo de la contemporaneidad española en su profunda imbricación con la historia del siglo XX europeo. Analizando dinámicas políticas y estructurales tanto como las vivencias y experiencias de personajes relevantes, se configura una aportación tan rica en el plano histórico como en el historiográfico.

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El 11 de noviembre, en una entrevista para ABC , anunció la ruina del Estado liberal. Propuso la creación de un frente patriótico, que coordinara las fuerzas existentes contrarias a la revolución, hasta que éste pudiera ser reemplazado mediante la estructura necesaria corporativa y totalitaria. Su objetivo era la toma del poder y la imposición de un programa izquierdista en lo económico y derechista en lo político que promoviera la justicia social y estableciera una fuerte autoridad. El manifiesto del Bloque, redactado por Sáinz Rodríguez, se distribuyó por las calles a principios de diciembre. Nunca existió la posibilidad de que la CEDA adhiriese oficialmente. Los carlistas lo hicieron de mala gana pero con patriótica resolución. José Antonio Primo de Rivera se negó a participar. Sólo Albiñana se unió con cierto entusiasmo. Sin embargo, a pesar de esta falta de éxito inicial, puede decirse que el Bloque no fue sino prematuro a la vista de la forzada unificación de la derecha realizada por Franco en abril de 1937. La teoría subyacente al manifiesto había sido tomada enteramente de Acción Española . El manifiesto presentaba una fraseología tradicionalista como concesión a los carlistas, pero el contenido básica y esencialmente fascista guardaba estrecha relación con los artículos de Aunós del año anterior. El monarquismo fue dejado de lado ante la perentoria necesidad de crear una «fuerza social, nacional, nacionalista y nacionalizadora». Este bien podría haber sido el manifiesto para el alzamiento militar de 1936. 56

Calvo Sotelo dedicó el año de 1935 a una más precisa elaboración de las ideas del Bloque. Su llamamiento iba dirigido abiertamente a los industriales, a la burguesía financiera y a la aristocracia terrateniente. A principios de febrero, Calvo Sotelo habló al Círculo de la Unión Mercantil sobre «La disciplina económica y social en el nuevo Estado». El actual problema económico sólo podría ser resuelto, dijo a sus oyentes, si previamente se resolvía el problema político, porque el desorden industrial seguiría aumentando en un sistema que dejase rienda suelta a la propaganda marxista. Sólo un régimen autoritario, por encima de clases y partidos, podría controlar a un proletariado en eterno conflicto con el patrón y el Estado. En una reunión del Bloque, en Zaragoza, en el mes de marzo, indicó que la riqueza nacional aumentaría con el establecimiento del principio de autoridad. Su lema invariable era «no más huelgas, no más lockouts : No podemos soportar más una guerra civil económica. Hay que imponer un concepto unitario del interés nacional». Sin duda, éste era un intento inequívoco de aumentar el miedo de las clases acomodadas. 57

A lo largo de la primavera, y a comienzos del verano de 1935, el Bloque Nacional organizaba mítines los domingos con el propósito de mantener viva la misma atmósfera belicosa de octubre de 1934. Su intención era convencer a las derechas de que era imposible más diálogo con la izquierda y que había que adoptar una postura agresiva. Esto guardaba estrecha relación con la polémica sostenida contra la colaboración ministerial de Gil Robles con los radicales de Lerroux. Calvo Sotelo, hablando como si España ya se encontraba en guerra civil, intentó demostrar la pusilanimidad de Gil Robles, para así desacreditarlo ante las masas de la CEDA. Se quejaba de que la CEDA hubiera abusado de un triunfo electoral que se debió a fondos y votos monárquicos. Declaró, el 21 de abril en Sevilla, que grandes males necesitaban grandes remedios, y que era necesaria una drástica intervención quirúrgica y no morfina:

los términos son claros. Dios o ateísmo; autoridad o anarquía y comunismo. En España hay derechas y izquierdas, centro no […] La revolución está en pie de guerra […] Hay que unir a las fuerzas de derecha.

El objetivo era minar constantemente la confianza en la posibilidad de un compromiso. 58

Cuando en mayo Gil Robles consiguió cinco ministerios, parecía que sus tácticas surtían efecto. Pero Calvo Sotelo no se desanimaba. Afirmó que como el Estado parlamentario estaba abocado a la ruina, el avenirse con él carecía de sentido. Según él, cuando la táctica fracasara, cosa que iba a ocurrir, el bloque se convertiría entonces en el «ejército de reserva». Se hicieron continuos intentos por denigrar el manifiesto triunfo de Gil Robles. En un mitin que tuvo lugar el 26 de mayo en Gijón, Calvo Sotelo afirmó que: «No se puede esperar nada de la República […] hay que encaminar todos los esfuerzos a conseguir un verdadero régimen nacional».

Cuando, el 23 de junio, Gil Robles hizo con Lerroux el Pacto de Salamanca, la defensa de la beligerancia hecha por Calvo Sotelo se hizo aún más frenética. El 18 de agosto, dijo que España tenía que elegir entre la revolución y la contrarrevolución, entre el socialismo y el catolicismo. Las masas que fueran nacionales, católicas y estuvieran a favor del orden deberían unirse. Tal unión tendría como objetivo un Estado integrador militar, sueño recurrente del grupo Acción Española . Aunós citó a Primo como la gran figura que debía servir de modelo. 59

A pesar de toda su virulencia, el Bloque Nacional nunca llegó realmente a adquirir fuerza. Los carlistas lanzaron parecidos ataques sobre la CEDA, pero lo hacían por su cuenta. Y a pesar de las repetidas declaraciones de Calvo Sotelo acerca de su afinidad con las masas de la CEDA, no hubo un apreciable traslado del apoyo accidentalista. El nombramiento de Gil Robles como ministro de la Guerra disminuyó la carga explosiva del Bloque, haciendo que el cuerpo de oficiales redujera sus actividades conspiradoras, y al haberse producido un alza de valores, los conservadores, que suministraban fondos al Bloque, quedaron convencidos de que el peligro había cesado. Ansaldo no encontró apoyo económico para una acción directa contra la República. La milicia del Bloque, «las guerrillas de España», dejaron de actuar, y las actividades terroristas no pasaban de ser travesuras infantiles. 60

Sin embargo, aunque el éxito de Calvo Sotelo fuese escaso, contribuyó a polarizar ciertas fuerzas que se hicieron manifiestas en la siguiente campaña electoral y que sólo podían acelerar la llegada del momento en que su belicosidad lograra suscitar una amplia respuesta popular. La rigidez de la postura alfonsina frente al separatismo no podía sino exasperar tanto a catalanes como a vascos. En octubre de 1934, Calvo Sotelo se enzarzó en una pelea en las Cortes con el dirigente vasco Aguirre. En 1935, declaró que «el nacionalista vasco es antieuropeo, antiespañol y antivasco […] Entre una España roja y una España rota, prefiero la primera». El 5 de diciembre, declaró en las Cortes que el nacionalismo vasco «estaba inspirado en un odio salvaje, enfermizo y repulsivo a España». Estas expresiones no hicieron sino aumentar las simpatías vascas hacia el republicanismo de izquierda. Pero más significativo todavía fue el efecto producido en las filas izquierdas. La distinción entre el Bloque y el fascismo, que había destruido el socialismo en Italia, Alemania y Austria, era para la izquierda cada vez más imperceptible, debido al completo rechazo de Calvo Sotelo de las posibilidades de una democracia parlamentaria y al constante uso de los términos «autoritario» y «totalitario». La izquierda, que colocaba a Gil Robles y a Calvo Sotelo en un mismo plano, se vio seriamente amenazada por la derecha en general. 61

Cuando en diciembre de 1935 la coalición CEDA-Radicales cayó, la postura de Calvo Sotelo parecía justificada. Las siguientes elecciones se llevaron a cabo en los términos trazados por él a lo largo del año. Calvo Sotelo era en gran medida responsable de que la izquierda fuera a las urnas electorales aterrada por el fascismo, y la derecha asustada por la revolución. Antes de que Gil Robles abandonara el Ministerio de la Guerra, el dirigente del Bloque mandó en vano a Ansaldo para que le instigara a dar un golpe de Estado. Tres días más tarde, esperaba la confrontación con alegría: «Ha muerto el accidentalismo por todos los costados. La República no es compatible con el derechismo auténtico». La CEDA fue acusada de haber hecho mal uso de su triunfo electoral en 1933. El manifiesto electoral del Bloque identificaba a la República con la revolución y proponía la creación de un frente contrarrevolucionario con la concreta finalidad de aniquilar a la República. Gil Robles era reacio a alinearse en el Bloque. La convenida colaboración electoral fue débil. 62

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